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El apogeo de Lagash

La escultura neosumeria la conocemos, sobre todo, por los hallazgos de Lagash, ciudad cuyos soberanos jamás se atribuyeron el título de rey, sino el de patesi o gobernador. Del primero, Ur-Bau, el Musée du Louvre posee una estatua sin cabeza; pero el más importante fue el séptimo, según las listas antiguas, llamado Gudea. Este patesi, que gobernó Lagash durante poco más de quince años, construyó templos y palacios y nos ha dejado una prodigiosa serie de retratos suyos que constituyen quizás el conjunto escultórico más impresionante debido a la voluntad de un solo individuo. Se conocen hoy más de treinta de estas estatuas esculpidas en duras y brillantes rocas volcánicas: diorita azul o dolerita negra.

Patesi Gudea (Musée du Louvre, París). Escultura del célebre patesi o gobernador sumerio de Lagash hacia 2200 a.C. Lleva en la cabeza una banda geomé­trica usada en ciertas ceremonias religiosas y en el faldón figura el texto de las plegarias. A pesar de la desproporción de tronco y extremidades y de la cabeza hundida entre los hombros, se aprecia la fuerza muscular de este príncipe que no quiso ser idealizado. Se conocen más de treinta estatuas similares de este personaje hermético que viste siempre austeramente como un monje.
Estatua de Gudea, patesi de Lagash
(Musée du Louvre, París). Llamada tam-
bién estatua anepigráfica, aquí el perso-
naje está en actitud de adoración y se
remonta al siglo XXII a.C. La serena ma-
jestad y el intenso fervor religioso que re-
fleja esta imagen están de acuerdo con
ese gobernador, cuyas inscripciones le
proclaman repetidamente "mantenedor
del orden y la justicia", y que sabemos se
entregó por entero a las tareas de la paz,
poniendo freno absoluto a sus ambiciones
personales.
En todas ellas, el patesi Gudea aparece vestido como un monje, con una túnica que deja descubiertos el hombro y el brazo derechos, y siempre con las manos juntas en actitud de oración. Muchas de ellas están decapitadas, pero también se ha conservado alguna cabeza suelta como la extraordinaria del Museo del Louvre, llamada cabeza con turbante. La finura de los detalles, como los dedos, los labios y las cejas, y algunos músculos sutilmente acentuados en el cuerpo, contrasta con la severa sencillez de la túnica. Todas las estatuas de la serie producen una impresión no sólo de serena majestad, sino también de intenso fervor religioso. En la época de Gudea, la ciudad de Lagash disfrutó de los beneficios de la paz y de una extraordinaria prosperidad. Este príncipe de ojos fijos, pómulos salientes, boca finamente dibujada y barbilla voluntariosa, tenía como ideal de gobierno el orden y la justicia, que proclama repetidamente en sus inscripciones.

La casualidad ha querido que llegase hasta nosotros uno de los objetos más sagrados del ajuar de Gudea: el vaso de libaciones que utilizaba en las ceremonias religiosas. Se trata de un cubilete de piedra, cuyos relieves nos informan de que, pese a la humanización de los dioses introducida en el intermedio acadio, los antiguos monstruos divinos no habían desaparecido totalmente. En el vaso de libaciones de Gudea figuran dos dragones de pie que sujetan una lanza con las patas delanteras. Son monstruos terroríficos con cabeza de serpiente, cuerpo de felino, alas y garras de águila y cola de escorpión. Ambos dan guardia a un bastón en el que se enroscan dos serpientes cuyas cabezas ascienden hasta el borde del vaso como si quisieran abrevarse en el líquido ritual. Este símbolo sagrado es ya idéntico al caduceo del griego Esculapio, utilizado por los mé­dicos antiguos, y que todavía hoy sigue siendo emblema de los farmacéuticos.

Cabeza de Gudea (Musée du Louvre, París). Llamada también cabeza con turbante, esta escultura en diorita, que representa al legendario gobernador de Lagash, está datada hacia el año 2120 a.C.
Hombre con las manos entrelazadas (Musée du Louvre, París). Escultura en diorita procedente de Lagash, que representa a un personaje, que parece estar en actitud de orar.
Las excavaciones de la antigua Lagash han prorcionado varias estatuas que no son retratos de reyes: hombres jóvenes, con el rostro y el cráneo totalmente afeitados, y diversas representaciones de mujeres, como la llamada La mujer del aríbalo, del Musée du Louvre. La más importante de todas las representaciones femeninas es una figura también del Louvre, con las manos unidas, en la misma po­sicón que las de Gudea, vestida con túnica y manto engalanados con cintas de bordados y cuyos callos rizados cubre una toca sujeta con una cinta. El aire majestuoso de esta imagen y cierto sentido místico que se desprende de ella, acentuado por la posición de orante que adoptan sus manos, ha hecho que muchos arqueólogos la identificasen como la esposa del propio Gudea.
Vaso de libaciones de Gudea (Musée du Louvre,
París). Procedente de Lagash, esta pieza es de
esteatita y está fechada en el siglo XXII a.C.
La representación de divinidades repite la tradi-
ción antigua de los vasos de piedra con relieves.
Dos serpientes enlazadas alrededor de un bastón
se levantan hasta el borde del vaso, mientras dos
dragones alados montan guardia, sujetando con
sus patas delanteras una lanza. El animal, atribu-
to del dios, protege a Gudea asegurándole la fer-
tilidad del país.

Lagash, localizada en la actualidad en Tell El-Hiba, en Iraq, fue una de las ciudades antiguas de Sumeria. Estaba situada al noroeste de la unión del Éufrates con el Tigris y al este de Uruk, y pese a no ser la más importante de las ciudades-estado meopotámicas, la gran cantidad de escritos y restos arqueológicos encontrados en el siglo XIX ha aportado muchos datos acerca de su historia.

Gracias a las inscripciones que nos han llegado, nos podemos hacer una idea muy aproximada de la gran actividad económica que emprendió Gudea y de las relaciones comerciales que llevó a cabo para la obtención de las diferentes materias primas y productos necesarios para sus amplias empresas constructoras. Así, algunas de las zonas de las que llegaron a Lagash piedras, metales y maderas fueron: la India, Arabia, el golfo de Omán, Asiria, Éufrates medio y alto y quizá Capadocia.

Realizó también una serie de reformas administrativas -pesos y medidas, reajuste del calendario- y legislativas -protección de las gentes desfavorecidas- que redundaron en beneficio de sus 216.000 súbditos. Se dice que fue el prototipo de príncipe piadoso, justo, sabio y perfecto.

Gudea consolidó las murallas de sus ciudades, reparó y construyó canales, realizó obras de saneamiento y dedicó especial interés a las construcciones religiosas. Templos como el de Eninnu, del dios Ningirsu; el Etarsisir de la diosa Baba; el templo de a diosa Gatumdu y el Ebagara, de Ningirsu, evidencian su actividad. Asimismo, el gran número de estatuas y objetos artísticos que destacan tanto por su calidad plástica como por los materiales en que fueron ejecutados, han demostrado el altísimo nivel cultural y económico que tuvo Lagash a finales del III milenio.

Estas estatuas estuvieron destinadas a templos que se había ordenado edificar o restaurar, y fueron dedicadas a diferentes divinidades. También ordenó esculpir siete estelas para ser colocadas en el Eninnu de Girsu, riqueza artística a la que se suman infinidad de objetos menores perfectamente trabajados. La actividad literaria de la época quedó reflejada asimismo en textos sobre construcción, estatuas, estelas, himnos y sellos.

La Mujer de la toca (Musée du Louvre, París). Procedente de Telloh, la antigua Grisú, en este buso de esteatita verde se ha querido ver un retrato de a esposa de Gudea, realizado hacia 2150-2130 a.C. Se trata desde luego e una dama de alcurnia a juzgar por su vestido de dos piezas, con adorno sencillo aunque elegante y el collar rígido de varias e vueltas que le rodea el cuello. Una austera toca, sujeta con una cinta, le vela el cabello como un símbolo de castidad.
La Mujer del aríbalo (Musée du Louvre, París). Figura mucho menos elaborada que la de Gudea, esta escultura procede de Lagash y está fechada hacia 2200 a.C.

Soldado con prisionero (Musée du Louvre, París). Relieve de terracota del período de las dinastías amorritas (2000-1595 a.C.), procedente de Bagdad.
La recuperación de más de treinta estatuas personales, relieves, estelas, estatuillas fundacionales, cilindros-sellos, vasijas y otros objetos menores que han permitido por su estilo unitario ser catalogados como de tipo Gudea, han contribuido a su popularidad y sobre todo a la aureola de devoto con la que quiso pasar a la historia.

La trascendencia de Gudea se plasmó en la elevación de tal personaje a la categoría de dios, recibiendo culto en templos y capillas levantados a propósito. Para el pueblo llano, Gudea también fue un personaje popular, dado que algunos textos recogen su nombre adoptado como onomástico por diferentes personas. Durante su reinado, Lagash vivió su último y gran apogeo.

La ciudad de Lagash se remonta a los orígenes de la civilización mesopotámica y surge por el contacto con el mar a través de la navegación fluvial de poblaciones originariamente agrícolas, a las que se sumaron marinos y artesanos. Es uno de los asentamientos que registran desde más antiguo formas de propiedad individual cuyos detentadores se hacían conocer a través de sellos. Estos sellos favorecieron el desarrollo de una escritura pictográfica primero y cuneiforme después. Se trata de una sociedad agraria y teocrática, pero con un desarrollo de la propiedad privada, los contratos e incluso hipotecas, lo que habla de avanzados mecanismos institucionales.

Carro de guerra (Musée du Louvre, París). Modelo de terracota del período de las dinastías amorritas (2000-1595 a.C), decorado con figuras en relieve.
Tanto en Lagash como en las demás ciudades, se concebía a los hombres al servicio de los dioses. Esto se expresaba mediante el cuidado de los templos y el culto religioso escrupulosamente regulado por el clero, Todos los sumerios eran devotos de los mismos dioses pertenecientes al panteón politeísta presidido por Enlil. Pero a su vez existía la figura de un dios protector de cada ciudad que valía como arma ideológica -en el enfrentamiento entre Lagash y Umma-, por ejemplo, el favor de Ningirsu, dios de la guerra y protector de Lagash, habría posibilitado la victoria sobre Umma, mientras que desde la óptica de la ciudad derrotada, la lectura del gobernante atribuía la responsabilidad a sus súbditos, quienes con su proceder habrían causado el rechazo de su dios protector.

Otros dioses a los que se rindió culto en Lagash fueron Inanna, diosa de la reproducción y la lucha; Ninkhursag, divinidad agrícola; Gatumdu, diosa de la fecundidad y fertilidad; Nisaba, diosa de la escritura y las actividades intelectuales.

La sociedad se estructuraba en clases: eran libres los dirigentes, sacerdotes y funcionarios, semilibres los que vendían su trabajo y esclavos los prisioneros y condenados. Contaba asimismo con el en -representante de la deidad y responsable de la organización religiosa, así como de la planificación del sistema hidráulico para la mejor explotación de las tierras que administraba el templo-, con el lugal o rey -la más alta autoridad civil-, con el ensi -especie de príncipe equivalente a la categoría de gobernador- y con un ejército cada vez mejor establecido.

Ruinas de construcciones elamitas, en Susa. Situados en territorio iraní, éste es el aspecto que ofrecen los restos que aún quedan en pie de las edificaciones, como los muros de ladrillos.
Las principales actividades económicas eran la agricultura y la ganadería, acampanadas de la artesanía. El hecho de carecer de algunas materias primas básicas y la posibilidad de comunicación que ofrecían los ríos, promovió el intercambio de productos a cambio de excedentes agrícolas. Lagash importaba sobre todo madera y piedra, ya que por estar asentada sobre una llanura fluvial carecía de estos materiales. Los metales procedían de Asia Menor y el oro de Egipto, que recibía a cambio lana y cereales.

En cuanto a la administración, la jerarquía en base a reyes se instauró como consecuencia de la rivalidad entre ciudades, con una clase dominante representada por sacerdotes y nobles terratenientes. Sin embargo, el constante desarrollo del comercio hizo que la burguesía fuera adquiriendo una importancia cada vez mayor y provocó entre ésta y las clases privilegiadas conflictos sociales que llevaron a una reforma igualitaria, durante el reinado de Urukagina. Se estableció una primera codificación y al triunfo del individualismo jurídico correspondió el advenimiento de un sistema económico liberal.

Zigurat de Choga Zambil, cerca de Ahvaz. Construido por el rey elamita Untash-Huban hacia el año 1250 a.C., este zigurat es una de las edificaciones de este tipo mejor conservadas, ya que aún permanecen en pie tres de las cinco escaleras originales.
El desarrollo de la literatura varía según las dife­ntes etapas. Durante el dinástico arcaico, en La­gash la escritura se centra sobre todo en cuestiones económicas y administrativas. Y es durante el reinado de Gudea de Lagash cuando se componen obras de alta calidad literaria tales como el himno a la construcción de Eninnu, templo del dios Ningirsu. Lo mismo sucede en cuanto a las artes, impulsadas por Gudea mediante construcciones arquitectónicas en honor a dioses y esculturas que constituyen los mejores ejemplares de la estatuaria mesopotámica de todos los tiempos.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat.

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