Pintado cuando ya contaba con más de sesenta años, en
1940, Herbin se vio obligado en este cuadro a emplear un rigor que debido al
reducido vocabulario formal con el que trabaja, con las tres únicas figuras del
círculo, el rectángulo y el triángulo, tan sólo puede desbordar por el uso del
color, basándose en la teoría cromática de Goethe.
(Galería Denise René, París)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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