En esta pintura de 1941 aparecen los ingredientes básicos
de este surrealista que, como Magritte, ha pasado su vida en Bélgica. Plantea
una vuelta a la perspectiva renacentista con influencias de Piero della
Francesca. Mientras las mujeres se pasean voluptuosas y desnudas, como
ensimismadas en su propio sueño, los hombres, vestidos convencionalmente,
discuten entre sí, ignorando olímpicamente su presencia.
(Colección Crédito Comunal de Bélgica, Bruselas)
Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial
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