La
tesis presentada en la universidad de Lovaina por Rik Sauwen, El espíritu Dadá en Bélgica, completa la
información acerca de un extremo hasta entonces poco investigado. En ella se ve
la culminación de la figura patética de Clément Pansaers, autor de Pan Pan au Cul du Nu negre, y de Bar Nicanor, que se encontraba en el
índice de Littérature y figuraba como
actor en varias manifestaciones parisienses. Más tarde, en 1925, E. L. T Mesens
y René Magritte participaron en Bruselas
en la revista Oesophage, pero ya era
sólo una forma de supervivencia. La participación rusa en el movimiento puede
reducirse a las actividades de llia Zdavevitch (Iliazd), que inventó el
lenguaje Zaoum y publicó en esta
lengua un poema dramático, Ledentu le
Phare, y de su amigo Serge Charchoune, que organizó veladas dadaístas en el
Café Caméléon y publicó en Berlín la revista Transbordeur-Dada. Algunos países de Europa central estuvieron
episódicamente en contacto con el dadaísmo, quizá lo bastante como para que
poetas y artistas extrajeran consecuencias. Lo que recogía la juventud en todas
partes era la función de la repulsa, la operación de tabula rasa por la que el
movimiento justificaba su existencia.
⇦ Leyenda de Man Ray. (Colección Urvater, Bruselas). Pintado el año 1916, en plena ebullición dadá, el autor mezcla en este cuadro una libertad formal pero encorsetado compositivamente en un intento figurativo realista, muy influido por la abstracción geométrica del cubismo tras una desafortunada etapa fauvista. Posteriormente probaría fortuna con tímidos escarceos en la pintura surrealista que, sin embargo, no superaron su obra fotográfica.
lnvoluta de Man Ray. En este collage del año 1917 el autor enfoca toda la atención en la gran lágrima rojiza junto al margen rizado de la izquierda. Tras una primera exposición individual de pintura en 1915 en la galería que regentaba su familia en Nueva York, Man Ray decidió acortarse el nombre para disimular sus orígenes judíos y dedicarse al ensamblaje por consejo de su amigo Duchamp, quien le puso en contacto con su círculo artístico parisino como fotógrafo de creación.
⇨ La pajarera de Man Ray. (Nationol Gallery of Scotland, Edimburgo). A partir de una representación de un maniquí de costurera en su estudio, Man Ray trabajó esta obra de 1919 con aerógrafo, una técnica que ya había usado tres años antes inspirado por los dibujos mecánicos empleados en publicidad. El título hace referencia a la forma de jaula que presenta el vuelo de la falda del maniquí. En el fondo se pueden apreciar detalles mínimos del atrezzo escenográfico, como la lámpara de luz, el espejo utilizado como foco reflectante y el respaldo de una silla azul oculta tras el biombo. Man Ray borraba en esta obra todas las fronteras existentes entre fotografía y pintura y combinando en su composición elementos de la escultura, de la arquitectura espacial y de la puesta en escena teatral.
Realmente, el movimiento Dadá fue de manera estrepitosa destructivo, brutal, pero al mismo tiempo etéreo y sutil: un elefante en una tienda de porcelanas, pero un elefante capaz de volar. El dadaísmo fue violento e hilarante, pero no es raro descubrir en él una nota tierna. El dadaísmo es un peligro que se transforma en furor. El dadaísmo rompe el cristal del lenguaje y recoge sus fragmentos esparcidos para llegar a una nueva transparencia. El dadaísmo convierte en cenizas los tesoros de los museos y elabora sus propias obras maestras con briznas de paja, cordeles de pastelero, botones de pantalón y alfileres de costurera. El viento del movimiento Dadá barre de la tierra a sus ídolos culturales y del cielo a sus ilusiones.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat
⇦ Leyenda de Man Ray. (Colección Urvater, Bruselas). Pintado el año 1916, en plena ebullición dadá, el autor mezcla en este cuadro una libertad formal pero encorsetado compositivamente en un intento figurativo realista, muy influido por la abstracción geométrica del cubismo tras una desafortunada etapa fauvista. Posteriormente probaría fortuna con tímidos escarceos en la pintura surrealista que, sin embargo, no superaron su obra fotográfica.
lnvoluta de Man Ray. En este collage del año 1917 el autor enfoca toda la atención en la gran lágrima rojiza junto al margen rizado de la izquierda. Tras una primera exposición individual de pintura en 1915 en la galería que regentaba su familia en Nueva York, Man Ray decidió acortarse el nombre para disimular sus orígenes judíos y dedicarse al ensamblaje por consejo de su amigo Duchamp, quien le puso en contacto con su círculo artístico parisino como fotógrafo de creación.
⇨ La pajarera de Man Ray. (Nationol Gallery of Scotland, Edimburgo). A partir de una representación de un maniquí de costurera en su estudio, Man Ray trabajó esta obra de 1919 con aerógrafo, una técnica que ya había usado tres años antes inspirado por los dibujos mecánicos empleados en publicidad. El título hace referencia a la forma de jaula que presenta el vuelo de la falda del maniquí. En el fondo se pueden apreciar detalles mínimos del atrezzo escenográfico, como la lámpara de luz, el espejo utilizado como foco reflectante y el respaldo de una silla azul oculta tras el biombo. Man Ray borraba en esta obra todas las fronteras existentes entre fotografía y pintura y combinando en su composición elementos de la escultura, de la arquitectura espacial y de la puesta en escena teatral.
Realmente, el movimiento Dadá fue de manera estrepitosa destructivo, brutal, pero al mismo tiempo etéreo y sutil: un elefante en una tienda de porcelanas, pero un elefante capaz de volar. El dadaísmo fue violento e hilarante, pero no es raro descubrir en él una nota tierna. El dadaísmo es un peligro que se transforma en furor. El dadaísmo rompe el cristal del lenguaje y recoge sus fragmentos esparcidos para llegar a una nueva transparencia. El dadaísmo convierte en cenizas los tesoros de los museos y elabora sus propias obras maestras con briznas de paja, cordeles de pastelero, botones de pantalón y alfileres de costurera. El viento del movimiento Dadá barre de la tierra a sus ídolos culturales y del cielo a sus ilusiones.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat
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