La escuela de Fontainebleau es
una tendencia artística surgida en la Francia del siglo XVI. Se inició con las
obras de Francisco I en el Palacio de Fontainebleau, desarrollándose entre 1530
y 1570. A finales de siglo, el estilo revivió a través de una segunda escuela
de Fontainebleau.
Origen del término
El término «Escuela de
Fontainebleau» surgió para designar a una serie de grabados italianos anónimos
que reflejaban los trabajos decorativos realizados en el Palacio de
Fontainebleau, mencionándose por primera vez por Bartsch en el tomo XVI de su
repertorio monumental del grabado. De la historia del grabado, la expresión «Escuela
de Fontainebleau» pasó a la historia de la pintura, empleándose a partir de
finales del siglo XIX para designar las pinturas decorativas de este palacio y,
en general, a toda la pintura con estas características (generalmente anónima,
temas mitológicos, manierismo) realizada en Francia.
Primera Escuela de Fontainebleau
El rey Francisco I hizo llamar a
artistas italianos para la decoración del palacio de Fontainebleau,
produciéndose así un encuentro entre el arte del Renacimiento italiano y el
francés. De este contacto surgió un estilo a cuya particularidad contribuyeron
una serie de circunstancias como el gusto del propio rey y el hecho de que no
sólo trabajaron italianos y franceses, sino también artistas de otras
procedencias, como flamencos.
Fue Rosso Fiorentino el artista
que dominó esta primera época, creando todo un programa decorativo. A él se
atribuye la «Galería de Francisco I» (1534-1537), que es una de las principales
obras del estilo; a esta primera época pertenecen también la cámara de la duquesa
de Étampes (1541-1544), y la Puerta dorada. En las galerías de Fontainebleau
intervinieron artistas de varias disciplinas: pintura, escultura, decoración,
trabajos de estuco, etcétera. Para la Historia del Arte no son más que nombres
apuntados en la documentación de la época como autores de «trabajos de estuco y
pintura», aunque algunos tienen una mayor personalidad artística, como los
italianos Pellegrino Tibaldi y Justo de Justo, los franceses Simon Le Roy y
Claude Bodouin y Charles Dorigny, o el flamenco Léonard Thiry.
Cuando Rosso murió en el año 1540
se hizo cargo de las obras Francesco Primaticcio. Se produjo entonces la
dispersión de artistas que habían trabajado bajo las órdenes de Rosso y que, al
marchar a otros lugares de Europa, difundieron este estilo de Fontainebleau. A
la época de Primaticcio pertenece la «Galería de Ulises», hoy desaparecida
(cuyos murales fueron copiados en grabado por Theodor van Thulden); para la
elaboración de esta galería y el salón de baile, Primaticcio contó con un colaborador
excepcional, Niccolò dell'Abbate, que imprimió un estilo especial y
diferenciado a las obras de esta época.
Segunda Escuela de Fontainebleau
Durante las guerras de religión
las obras se paralizaron, hasta que subió al trono Enrique IV, quien decidió
reemprender los trabajos decorativos de la corte francesa, si bien no se centró
sólo en Fontainebleau sino que sus obras alcanzaron otros palacios del monarca.
Es el crítico de arte Louis Dimier (1865-1943) quien introdujo la idea de una
Segunda Escuela de Fontainebleau. De esta época son las decoraciones del
llamado «Salón de Luis XIII» (Historia de Teágenes y Cariclea).
Algunos de los artistas reunidos
en torno a la Segunda Escuela fueron los franceses René Boyvin, Toussaint
Dubreuil, Martin Fréminet o Quentin Varin, así como el flamenco Ambroise
Dubois.
Estilo
Las obras de la Primera Escuela
de Fontainebleau se caracterizan por un extenso uso del estuco (molduras y
marcos de pinturas) así como frescos, y un sistema elaborado (y a menudo
misterioso) de iconografía alegórica y mitológica. En la Segunda Escuela de
Fontainebleau aparecen temas nuevos, como ciclos romanos inspirados por las
obras de Torquato Tasso o de la literatura griega como Heliodoro. Las grandes
decoraciones y los cuadros suelen ser anónimos, por lo que muchos cuadros de
caballete que pertenecen a la época se designan, simplemente, como «Escuela de
Fontainebleau».
Predomina en esta escuela lo
ornamental, con motivos decorativos como los grutescos, representaciones
estilizadas de tiras o bandas de cuero en espiral y los putti. Se aprecia un
cierto erotismo en estas representaciones. La elegancia de las figuras muestran
la influencia del manierismo italiano.
Al tratarse de un estilo que se
desarrolló a lo largo de un siglo, fue cambiando en cuando al colorido, siendo
más cálido y contrastado el de la segunda escuela, en la que ya se anticipan
rasgos de tendencias pictóricas posteriores, como el Barroco o el Clasicismo.
No se trata de una escuela
exclusivamente pictórica, sino que se extendió a otras artes, como el tapiz o la
decoración de fiestas. Cabe destacar, finalmente, la importancia que tuvo el
grabado. Entre los años 1542 y 1548 existió un taller que elaboraba aguafuertes
en Fontainebleau; luego el centro de producción estuvo en París. Los temas de
los grabados son las propias decoraciones del palacio, como la «Galería de
Francisco I». Gracias a estas reproducciones, se divulgaron por toda Europa los
trabajos decorativos de la corte francesa; además, permiten actualmente conocer
cómo eran algunas pinturas decorativas que, debido a las reformas posteriores
del edificio, no han llegado a los tiempos modernos.
Fuente: https://es.wikipedia.org