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Tiahuanaco

Tiahuanaco es el sitio arqueológico más importante del altiplano. Se halla situado en el departamento de La Paz (Bolivia), a pocos kilómetros del lago Titicaca y a una altura de 3.800 m sobre el nivel del mar. Desde los primeros días de la conquista, sus ruinas llamaron la atención de los cronistas españoles, y Cieza de León, Acosta, Garcilaso y Cobo nos han dejado descripciones del monumental conjunto. Viajeros del pasado añadieron información gráfica y literaria.

El arqueólogo estadounidense Wendell C. Bennet, que trabajó en Tiahuanaco en 1932, propone dividir su cultura en tres períodos: “temprano”, “clásico” y “expansivo”; el arqueólogo boliviano Carlos Ponce, en cambio, distingue hasta cinco épocas claramente diferenciadas en los estilos cerámicos; para la cultura propone, al igual que Bennet, tres períodos, denominándolos: “aldeano”, “urbano” e “imperial”.

Tres figuras con los brazos extendidos (Colección privada, Nueva York). Los tejidos de Huari igualaban en calidad técnica y artística a la cerámica por su colorido y por el dinamismo en la composición de las imágenes. Con telares rudimentarios se tejía el algodón y la lana de vicuña, alpaca o llama importada desde las tierras altas. 

Tiahuanaco aparece en los últimos momentos del período formativo alcanzando su apogeo en la época de los “estados regionales”, pudiendo afirmarse que es el primer centro urbano andino propiamente dicho que se conoce. Tiahuanaco en la época imperial se expande por toda América andina hasta la costa norte del Perú, el norte de Chile, el norte argentino y las estribaciones de la cordillera en el oriente boliviano. Su arte se superpone a los estilos locales, creando un mestizaje de formas. Esta expansión, que puede situarse entre los siglos IX y X de nuestra era, posiblemente se debió a una conquista militar, cultural o religiosa. Algunos arqueólogos suponen que se hizo a través de Huari, ciudad vecina a la actual Ayacucho, por lo que el estilo tiahuanacoide también recibe el nombre de huari-tiahuanaco o huari.

La cronología puede estimarse así: para la fase “aldeana” (primera y segunda épocas, según Ponce) del siglo VI antes de Cristo al III de nuestra era; para la fase “urbana” (tercera y cuarta épocas) del siglo III al VIII, y para la fase “imperial” (o quinta época) del siglo VIII al año 1200 de nuestra era.

Máscara funeraria (Museum of Art, Dalias). Dentro de muchas urnas se han encontrado reproducciones muy esquemáticas chapadas en oro de los rostros de los difuntos. De rasgos naturalistas, presentan siempre la boca entreabierta, orejas largas y con pendientes pesados, piedras preciosas en las cuencas de los OJOS con carácter mágico, generalmente de jade o turquesa. En algunas ocasiones se adereza con una especie de tatuaje con láminas de oro sobre el bigote de los difuntos, como en esta máscara procedente de Lambayeque. 

Rey Naymlap (Museum für Vólkerkunde, Berlín). Se cuenta que este mítico soberano llegó hasta Perú desde el mar acompañado por un innumerable séquito y envuelto en una música atronadora de trompas hechas con conchas marinas, de una intensa e insoportable sonoridad. La corona con forma de cola de pavo real abierta denota la alta posición social de este rey esculpido en la empuñadura de oro de un cuchillo ceremonial hallado en Lambayeque. 

Ruinas de Chanchan (Trujillo, Perú). A orillas del río Moche, los chimú construyeron la antigua ciudad con bloques de adobe, cantos rodados, moldes de barro, vigas de madera y muretes de paja y caña, materiales que integran la panorámica de la ciudadela en la costa como si fuera una extensión natural del medio. Compuesta por diez grandes unidades o barriadas, contiene en su eje central la plataforma sepulcral del rey, circundada alrededor por las casas de los oficiales y otros súbditos gubernamentales y, en las zonas periféricas, por los obreros y artesanos y demás población civil. 

No quedan restos arquitectónicos ni escultóricos de la primera época. La cerámica se divide en dos tipos: el primero, con decoración pintada e incisiones; el segundo, pulido sin color, decorado con motivos escalonados, también incisos. Algunos vasos tienen en su exterior cabezas de felino, toscamente modeladas. Esta cerámica es similar a la de Paracas Cavernas. En este primer período se encuentran enterramientos en forma circular, restos de cobre y cuentas de sodalita. La vivienda se puede conocer gracias a un silbato de cerámica que muestra una casa de planta rectangular con cubierta a dos aguas. Tanto la puerta como el friso se decoran con motivos escalonados.

Los restos de la segunda época se limitan a cimientos de habitaciones de planta circular y rectangular con paredes dobles. En este período hay preponderancia de cerámica micácea.

Murallas de Chanchan (Trujillo, Perú). Los muros de adobe que rodean la ciudadela a lo largo de sus 20 km de extensión pueden llegar a alcanzar hasta los nueve metros de altura. Un único acceso da paso a un largo corredor decorado con relieves con motivos geométricos y zoomorfos que conforma una compleja y sistematizada red arquitectural de patios, casas, templos y depósitos de agua.

En la tercera época, Tiahuanaco entra en su fase urbana, siendo a partir de entonces cuando se construyen grandes edificios que aún pueden verse en el pueblo de su nombre, en Bolivia. Dos grupos de ruinas, relacionados entre sí, forman parte de una misma ciudad. El grupo primero está constituido por Akapana, Kalasasaya, Putuni y el templete semisubterráneo. Los restos de Pumapunku constituyen el grupo segundo. Lo que domina en ambos son sus pirámides y recintos formados por plataformas y muros de contención. La pirámide de Akapana, que es la más alta, alcanza los quince metros, con una base de 180 m de largo por 140 m de ancho. En su parte inferior quedan restos del muro de piedra que la circundaba; está formada por piedras monolíticas a manera de pilares, entre las cuales hay un paramento de sillar.

Kalasasaya es un recinto cuadrangular (135 X 120 metros), constituido por una plataforma en forma de “U”, contenida por muros similares a los de Akapana. En el interior hay un patio al que se accede por una escalinata monumental. Una calle con pavimento de piedra separa Kalasasaya de la pirámide.

El edificio mejor conservado es el templete. Es un patio limitado por cuatro muros de contención que mide 28 m de largo por 26 m de ancho. Los muros, semejantes a los de Kalasasaya y Akapana, muestran una de las invariantes de la arquitectura tiahuanacota. Estas paredes interiores se decoran con cabezas antropomorfas, talladas en piedra e incrustadas entre los sillares mediante una espiga. En el centro del templete está la estela “barbada”.

Máscara funeraria. Los artesanos chimú conocían todas las técnicas metalúrgicas, tanto las de repujado y cincelado como los vaciados y las soldaduras, tal y como manifiesta esta máscara mortuoria de oro que envolvía el rostro de un cadáver momificado enterrado entre los siglos XII y XV d.C. 

En la tercera época, la ciudad de Tiahuanaco queda establecida y en el período posterior se la embellece y se le hacen algunas reformas. En lo arquitectónico corresponden a la cuarta época, Pumapunku y Putuni. El primero consta de una plataforma en forma de “U”, sobre la que hay un gran edificio con piso, paredes y parte del techo, de piedra. Los bloques son monumentales y se sujetan mediante llaves de bronce. La cuarta época es la más significativa por su escultura y su decoración; a ella pertenecen la Puerta del Sol, la Puerta de la Luna y las mejores estelas antropomorfas. La característica del arte de este período es la estilización, donde todas las formas naturales se reducen a motivos geométricos que recuerdan los diseños textiles. La técnica usada es la incisa.

En las estelas, los rasgos del rostro son esquemáticos, los brazos están pegados al torso en tanto que las manos sostienen en el pecho objetos identificados como “keros”. Todo el cuerpo se decora con los motivos de la Puerta del Sol. Las estelas mayores son la Bennet, de 7,30 m de altura, la Ponce y la llamada El Fraile. Del mismo estilo y época es la famosa Puerta del Sol, máximo exponente de la cultura tiahuanacota. Tiene aproximadamente 4 m de ancho por 2,75 m de alto y está tallada en una sola pieza.

Chullpas (Sillustani, Puno). Las torres funerarias que desarrolló la cultura colla en el altiplano boliviano eran fundamentalmente de adobe y de planta rectangular. Los chullpas de Sillustani, en cambio, presentan una planta circular y están construidos con sillares de piedra. La forma en que fueron construidos desafía las leyes del equilibrio por sostenerse sobre una base que es de diámetro menor que en la parte superior. 

En su parte superior hay un friso que se interrumpe para dejar paso a una figura chata y frontal. En el friso hay personajes alados, unos totalmente antropomorfos y otros con cabeza de cóndor. La interpretación de estos elementos es muy discutida; para unos representa un calendario, para otros es un conjunto mítico, siendo la figura central la representación de Viracocha.

La cerámica de la tercera época no es incisa como la de épocas anteriores, sino pintada con gran variedad de diseños. Morfológicamente, predominan las vasijas cilindricas de base plana con borde ondulado y un apéndice zoomorfo. La cerámica de la cuarta época es muy fina, y aunque deriva de la tercera, se enriquece con nuevas formas, entre las que sobresalen los incensarios que adoptan la forma del animal representado. En todos los casos, los dibujos son geométricos o de formas muy estilizadas.

En un momento dado, el estilo tiahuanacota aparece fuera de la metrópoli, como el caso de Lucurmata, a orillas del lago Titicaca, donde se conservan restos relacionados con el período urbano de Tiahuanaco. Otro conjunto notable es el de Ojje, en la península de Copacabana.
En la época imperial, Tiahuanaco se expande sobre las culturas de la sierra y costa peruanas, donde se producen ejemplos de cerámica y textiles muy notables.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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