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Los primeros templos cristianos

Hasta la paz de la Iglesia no existe una arquitectura cristiana que constituya tipos artísticos concretos y tenga en ellos su funcionalidad litúrgica explícita y apropiada. Toda la Iglesia preconstantiniana se resume en los famosos tituli romanos, llamados de formas distintas: loca ecclesiastica, Domus ecclesiae o Domus Dei desde el siglo III. Estos loca ecclesiastica eran propiedad de las comunidades y estaban situados, por lo general, en edificios privados.

Este estado de clandestinidad y de silencio de la Iglesia del siglo III va a cambiar radicalmente con el edicto de Constantino del 313 y con el proteccionismo del emperador y de su familia, en particular de su madre Santa Elena, al desarrollar una política directora de la Iglesia que llevará a la monarquía teocrática. Constantino, los monarcas posteriores y gran parte de los obispos de la nueva Iglesia protegen el culto y son propulsores de grandes construcciones.

Santa Constanza, en Roma, es la construcción funeraria paleocristiana más antigua y mejor conservada. Constantino erigió este edificio para enterrar en él a su hija fallecida en la lejana Bitinia. Una serie de columnas pareadas rodea el espacio central, cubierto por una cúpula, y lo separa de la nave anular con bóveda de cañón. Esta bóveda y los nichos del muro conservan los mosaicos del siglo IV. 

En un intento de rápida síntesis sobre la génesis de esta arquitectura cristiana, podemos decir que la primera mitad del siglo IV significa el momento un tanto explosivo de su creación por impulso imperial y en centros a veces muy alejados entre sí, particularmente Roma, Palestina -Jerusalén y Belén- y Constantinopla, sin olvidar las construcciones en las grandes ciudades del Imperio como Tréveris o Aquilea. Pero este momento no creará tipos fijos y seguros. Estos llegarán en la segunda mitad del siglo IV, cuando en Roma se repitan, hasta convertirlas en norma, ciertas estructuras basilicales como San Pedro y San Pablo, fijando arquitectónica y litúrgicamente las variantes creadas por los arquitectos constantinianos.
Basílica de San Pablo Extramuros en Roma. Fundada a finales del siglo IV, su estructura refleja las normas establecidas para las construcciones de las primeras basílicas: las dos hileras de columnas que flanquean la nave principal y el artesonado del techo. 

Pero esta segunda mitad del siglo IV verá aparecer otro gran impulsor en Milán, la ciudad que adquiere suma importancia desde Galieno y que albergará la corte hasta principios del siglo V, cuando en 405 Honorio la trasladará a las marismas de Ravena. Este arte oficial de Milán, iniciado antes de San Ambrosio, tendrá en este gran obispo y pensador uno de sus máximos impulsores, que lo llevará a nuevas y trascendentes creaciones arquitectónicas de amplia difusión en la Italia del Norte, Provenza y norte de Hispania.

El templo cristiano se llamó muy pronto basílica, con referencia a Dios como basileus (rey, en griego). Se trata de construir un ambiente donde quepan lo funcional y el significado espiritual, no en vano es la Casa de Dios.

Así se han podido presentar como modelos anteriores la casa privada -los tituli, de los que hemos hablado-, los grandes edificios públicos como termas, basílicas forenses o jurídicas -así, el templo de Leptis Magna-, otros edificios religiosos anteriores, como mitreos o sinagogas, o señalarse un origen palatino en el caso de San Juan de Letrán, en Roma, y en el de la basílica doble constantiniana de Tréveris. Para otros investigadores, la nave del templo derivaría del peristilo del palacio imperial, como el del palacio de Diocleciano en Split (Spalato), ya que la basílica ha podido tener una función paralela a la del aula regia de audiencias del emperador. Incluso se ha pensado que el ejemplo de Split podría haber creado, por unidad entre construcciones alrededor de un patio, el tipo llamado hipetral o basílica discoperta.

Santa María la Mayor en Roma. Además de la majestuosidad que emana del recinto, destacan los bellos mosaicos del siglo V y los casetones del artesonado decorados en oro.  

Los ejemplos romanos que ha puesto en contacto edificios paganos y templos cristianos son, entre otros, el llamado titulus equítii, que se halla en una habitación privada; la basílica de la Santa Cruz, en el palacio Sessoriano, y la de Santa Pudenciana, en las termas de Novato.

El tipo de basílica romana creado a lo largo del siglo IV tendrá tres naves con ábside y cubierta a doble vertiente, sin utilizar las bellas bóvedas de la arquitectura monumental romana. Las naves están separadas por columnas y arcos, como en Split o en Leptis Magna, y algunas veces la mayor altura de la nave central condiciona una doble hilada superpuesta como en Leptis Magna o en la basílica Ulpia de la misma Roma.

Este esquema presenta bellas variantes, principalmente en las basílicas de cinco naves, cuyo mejor ejemplo es San Pedro del Vaticano, fundación cons-tantiniana, y San Pablo Extramuros, que en tiempos de Teodosio, a finales de siglo, la imita. También hay cinco naves en San Juan de Letrán, iglesia palatina de Constantino. San Pedro y San Pablo Extramuros tenían un gran atrio con cuadripórtico. San Sebastián tendría deambulatorio periférico, alrededor del ábside, para peregrinos. Santa Sabina y San Vital poseen nártex para catecúmenos, y San Juan de Letrán, San Pedro del Vaticano, San Pablo Extramuros y San Pedro in Vincoli tienen transepto o crucero, elemento importantísimo.

Cristo como cordero místico, mosaico del baptisterio de San Juan de Letrán en Roma. Data del siglo v y cubre la cúpula del baptisterio de la capilla de San Juan Evangelista, construida bajo el papado de san Hilario (461-468).  

Los más viejos transeptos fechados corresponden a las construcciones constantinianas de Santa Tecla de Milán y de San Juan de Letrán, que es un poco posterior. El transepto hace más visible y asequible el altar y, en el caso de San Pedro del Vaticano, la memoria del Apóstol, facilitando así la funcionalidad de las típicas iglesias de peregrinos.

El Liber pontificalis atribuye a la iniciativa y protección de Constantino la construcción en Roma de una serie de templos, el primero y más antiguo de los cuales es San Juan de Letrán, junto a su propio palacio, con un baptisterio circular, más tarde totalmente reedificado. San Juan se fecha antes del 324, quizás entre 312 y 319 y le siguen las basílicas de San Pedro en el Vaticano; la de la Santa Cruz, en el palacio Sessoriano; la de los Santos Pedro y Marcelino en la Vía Labicana; la basílica de Santa Inés en la Vía Nomentana, con el bellísimo mausoleo de planta circular, hoy iglesia de Santa Constanza.

Baptisterio de los Arrianos, en Ravena . Fue construido a fines del siglo V, bajo el reinado del ostrogodo Teodorico. Su estructura original adopta la forma centralizada característica de los primeros baptisterios y martyria cristianos, sobresaliendo del conjunto su gran cúpula.  

Un programa semejante se hizo extensivo a todo el Imperio. En Palestina empezó después de la peregrinación de Santa Elena del año 326. En Constantinopla seguirá a la fundación de la ciudad en el año 330. También construyó en Tréveris, capital tetrárquica de su padre, donde el propio emperador y sus sucesores residían largas temporadas. Todos estos templos demuestran la diversidad de las soluciones arquitectónicas ofrecidas por los arquitectos de la casa imperial. Así, las basílicas palatinas de San Juan de Letrán y de Tréveris son diferentes.

Distinta y también única gran iglesia constantiniana en Occidente con el cuerpo do un mártir, la basílica de San Pedro se convertirá en el paradigma de la construcción posterior hasta muy entrado el mundo medieval. Su fecha al parecer debe situarse entre el 324 y 330, antes de la fundación de Constantinopla. Si en este grandioso templo la solución martirial se encuentra en una estructura de basílica de cinco naves con transepto, los martyria de Tierra Santa crean el tipo de planta central, que tantísima influencia estaba destinado a tener en la Europa cristiana. La iglesia de la Natividad de Belén, fechada hacia el año 333, añade a su estructura basilical alargada, de cinco naves y pórtico cuadrado, una gran cabecera octogonal flanqueada mediante pastoforias. El templo del Santo Sepulcro es un gran edificio incluido en una fábrica rectangular que, en su parte delantera, tiene una basílica de cinco naves con pórtico y ábside saliente, y detrás una gran rotonda que, dentro de una columnata, encierra la reliquia del sepulcro del Señor, el Martyrium por antonomasia.

Basílica de San Apolinar Nuevo en Ravena. La nave principal, separada de las laterales por hileras de columnas, está decorada con magníficos mosaicos que representan procesiones de personajes sagrados dirigiéndose hacia el ábside. 

Mausoleo de la Gala Placidia, en Ravena. Estaba situado al final del gran nártex de la iglesia de la Santa Cruz. Actualmente aislado, este pequeño edificio de planta cruciforme es una de las construcciones más notables del siglo V. Su robusta distribución de masas es subrayada por los arcos ciegos y bandas lombardas, primer intento enriquecimiento de los muros con con medios arquitectónicos. Bajo su exterior de aristas  y volúmenes cúbicos, el mausoleo esconde un espacio totalmente construido con superficies curvas: cuatro bóvedas de cañón y una cúpula central revestidas con una fantástica decoración de mosaicos de fondo azul escuro. Esta imagen muestra cómo este recubrimiento, enteramente compuesto por pequeños cubos de vidrios multicolores, supera en mucho el efecto causado por la pintura mural. El brillo y la intensidad cromática de los mosaicos del siglo V son de una potencia fascinante y revisten los muros de una fuerza misteriosa, casi sobrenatural, particularmente apta para la representación de escenas y símbolos sagrados. 

Basílica de San Apolinar in Classe en Ravena. Construida en estilo bizantino temprano, destacan los mosaicos del ábside con la imagen de San Apolinar seguido por ovejas y presidido por una gran cruz. 

Estas construcciones de Palestina permiten seguir el tipo del heroon imperial romano, y sus antecedentes pueden hallarse fácilmente en los edificios termales y en los grandes mausoleos que se construyeron desde el siglo II hasta la época de las tumbas imperiales de Split o de Salónica. Esta tradición funeraria continúa en Roma y fuera de ella. Más tarde aún, continuará en los mausoleos de la dinastía de Honorio, de principios del siglo V, junto al transepto de San Pedro del Vaticano.

No es este lugar para describir las arquitecturas de Constantinopla, donde surgen nuevas formas, como la iglesia de los Apóstoles, pero es necesario consignar que si bien por una parte Constantino dio libertad a los arquitectos de los distintos puntos del Imperio para que ejecutaran sus obras, por otra existía un elemento uniformador en el hecho que los talleres del propio emperador enviaban capiteles y columnas labrados a las distintas construcciones imperiales.

Carro tirado por pájaros. Mosaico de la villa del Casale de la Piazza Armerina, en Sicilia, cuyo estilo ornamental, originado en el Imperio, tuvo gran difusión entre las propiedades rurales de la aristocracia.  

Milán hereda en la segunda mitad del siglo IV el papel creador constantiniano de la arquitectura cristiana. Esta vez un obispo, San Ambrosio, convertirá la ciudad imperial en el centro espiritual de Occidente. Ambrosio está en la línea de los grandes constructores que impulsan y edifican como era tradición en la casa imperial, pero la originalidad milanesa empieza antes de su obispado. En Milán se conservan en pie tres de los ocho edificios existentes a la muerte de San Ambrosio, cuatro de los cuales fueron construidos por él mismo: la iglesia del Salvador (después San Dionisio), la iglesia de las Vírgenes (hoy San Simpliciano), la de los Apóstoles (hoy San Nazario, del 382) y la de los Santos Mártires (o primer San Ambrosio, del 386), aparte de baptisterios y mausoleos. Antes se había edificado la basílica Vetus, la basílica Nova o Santa Tecla, de fecha no anterior al 313 y muy romana en su estructura de cinco naves con transepto, y el extraordinario conjunto de San Lorenzo, fechado recientemente entre los años 355 y 372, uno de los edificios más singulares del siglo IV.

San Lorenzo está formado por un octógono de planta central con exedras y torres angulares, precedido de un amplísimo pórtico cuadrangular con columnas y nártex; y, frente a ellos, un pórtico colum-nado exterior con entrada triunfal, a la manera del llamado frontón siríaco. Entre el pórtico y la iglesia, el nártex termina en dos exedras.

Mosaicos zoomorfos de la basílica de Aquilea. El pavimento de mosaico de la nave lateral derecha se remonta al siglo IV y perteneció a una iglesia anterior sobre cuyos cimientos se construyó la basílica románica. 

Es un elemento nuevo en la arquitectura cristiana, que será más adelante, sobre todo en el siglo VI, consustancial con las construcciones occidentales. En el siglo IV este elemento aparece ya en Santa Constanza de Roma, en la basílica preteodoriana de Aquilea e incluso en San Gereón de Colonia.

El templo se construyó en época arriana, bajo el obispo Ausencio de Capadocia, y más adelante fue entregado a los católicos. Su planta central recuerda iglesias orientales como la catedral de Bosra y el martyrium de Seleucia, pero no es fácil determinar si se trata de una derivación o de una anticipación de los modelos bizantinos, aunque la línea occidental romana anterior a ellos la encontremos en Santa Constanza y en el baptisterio lateranense, lo cual presupondría la auténtica creación del tipo.

Nave anular de Santa Constanza, en Roma. Detalle de los mosaicos del siglo IV que cubren las bóvedas de la nave anular. Se puede ver como se mantienen los temas propios de la ornamentación y del gusto clasicista, aún en un contexto específicamente cristiano. Los motivos de estos mosaicos consisten en representaciones de elementos vegetales, aves, "putti" o incluso Cupidos en la vendimia, dispuestos sobre un fondo de color blanco que contrasta con los fondos dorados que progresivamente se fueron difundiendo e imponiendo en los mosaicos paleocristianos y bizantinos.  

También tiene interés la anterior Basílica Apostolorum, hoy San Nazario, obra de Ambrosio, del año 382, de muy original planta cruciforme, que -excepto el templo de los Apóstoles de Constantinopla, construido por Constantino como mausoleos reales el ejemplo más antiguo de esta estructura que estaba destinada a tener gran trascendencia posterior.

San Ambrosio es el creador del baptisterio octogonal que edificó en el año 386 junto a la cabecera de Santa Tecla y cuyo simbolismo explica en sus textos. Este edificio deriva de prototipos funerarios imperiales y tuvo gran trascendencia en todo el norte de Italia y en Provenza, llegando a Cataluña con los ejemplos de Santa María de Tarrasa y catedral de Barcelona.

Mientras Milán crea sus tipos nuevos fuertemente expansivos, Roma, a finales del siglo IV y durante el siglo V, estabiliza las estructuras cortesanas anteriores. No hay que olvidar el saqueo de la ciudad en el año 410 por los godos de Alarico. A la protección áulica seguirá la eclesiástica. En este proceso hay que colocar ante todo el grandioso templo de San Pablo Extramuros en la Vía Ostiense, copia del de San Pedro, construido desde Valentiniano II y continuado bajo Teodosio y Arcadio, terminándose hacia el año 440, en tiempos de Honorio. Se ha considerado, con sus cinco naves y transepto continuo, como el ejemplo más perfecto de basílica romana. Un voraz incendio lo destruyó y hoy aparece totalmente restaurado. Más adelante, los edificios se construyen por iniciativa pontificia.

Epifanía, mosaico de la iglesia de Santa María la Mayor en Roma. Ésta representación de escenas de la vida de Jesús que adornan el arco triunfal de la iglesia es un notable ejemplo donde el estilo grandilocuente alcanza su máxima expresión. 

El prototipo se repite en Santa María la Mayor, obra del papa Liberio entre 352 y 366, pero su planta se simplifica a tres naves, fórmula más esquemática y continuamente repetida que nos llevará al magnífico equilibrio de proporciones de la basílica de Santa Sabina en el Aventino. Santa María la Mayor fue modificada por el papa Sixto III (432-440) y conserva en su interior bellísima ornamentación de mosaicos.

Sixto III es el impulsor de un renacimiento de formas anteriores, patente también en la construcción del nuevo baptisterio de San Juan de Letrán, encima de los cimientos del constantiniano. Tiene planta central, piscina octogonal con ocho columnas y ventanas con linterna.

El tipo establecido antes, desde los edificios de San Pablo Extramuros a Santa María la Mayor, se consolida en Santa Sabina y en una larga lista de templos bastante modificados en el Renacimiento, como San Clemente, San Sixto Vecchio, Santa Pudenciana. Más tarde, durante los siglos VI y VII, Roma recibirá un fuerte influjo oriental.

El Buen Pastor, mosaico del mausoleo de Gala Placidia, en Ravena. La figura, de estilo helenístico, representa a un pastor sosteniendo la Cruz y rodeado de sus ovejas y ha sido realizada con pequeños cubos de vidrios multicolores, los cuales producen una intensidad cromática superior al de la pintura mural. 

Baptisterio de los Ortodoxos, en Ravena. Fue construido por orden del obispo Neón en el primer cuarto del siglo v y, hacia el año 450 se rehizo su decoración interior, agregando estucos en relieve en la parte baja, entre las ventanas del octógono, y mosaicos en la cúpula.   

En Ravena, del primer cuarto de siglo, entre 402 y 425, es el templo de la Santa Cruz, de influencia milanesa. Tenía planta cruciforme precedida por un gran nártex, en uno de cuyos extremos está el llamado mausoleo de Gala Placidia. La línea exterior, sencillísima, viene compensada por la brillante policromía de los mosaicos del interior, del más puro espíritu áulico.

Este mausoleo de Gala Placidia fue construido para albergar las sepulturas de Honorio, de Gala Placidia y de su esposo. La planta basilical normal aparece en la catedral vieja, de cinco naves, construida por Honorio en tiempos del obispo Urso.Tres naves tendrá el templo de Gala Placidia dedicado a San Juan Evangelista en el año 425, y las basílicas del Santo Espíritu, Santa Ágata y las dos de San Apolinar (San Apolinar Nuevo, basílica áulica del godo Teodorico, y San Apolinar in Classe, construido por el obispo Ursicinus en 534-538) que enlaza con el período del Exarcado. El tipo de planta romana o milanesa es claro en todas ellas, excepto en San Apolinar in Classe, que tiene pastoforias a los lados del ábside, dependencias que también se añadieron a la estructura original de San Juan Evangelista.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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