Punto al Arte: Justiniano y Santa Sofía de Constantinopla

Justiniano y Santa Sofía de Constantinopla


Santa Sofía de Constantinopla (Estambul). Este templo conserva de las primitivas iglesias cristianas la sencillez exterior, aunque enriquecida por el juego de cúpulas. El tambor cilíndrico en el que se enclava la cúpula central proporciona una impresión de robustez. Constantinopla, Bizancio, Estambul .. . unión entre Oriente y Occidente que queda simbolizada en este conjunto, con la bella iglesia cristiana en el centro rodeada por minaretes y contrafuertes turcos.  

De las basílicas romanas quedan sólo las cubiertas planas y el hecho de que las columnas no sostengan bóvedas, sino arquitrabes o arcos. Mas, durante el largo reinado de Justiniano, se acaban las vacilaciones y se construye con el estilo que, por haber producido sus obras maestras en la capital, se ha denominado bizantino. El más famoso edificio en el estilo es la iglesia metropolitana de Santa Sofía de Constantinopla, todavía en relativo buen estado de conservación. En ella están empleados ya todos los métodos constructivos y los más ingeniosos recursos de la construcción bizantina; es el mayor monumento de este arte singular y, al mismo tiempo, el primero en su género. Como en los tiempos de Constantino, también aquí se debía la obra a la iniciativa personal de un monarca; el emperador se había hecho levantar, en medio de sus construcciones, una habitación provisional a fin de inspeccionar diariamente el estado de los trabajos.

Santa Sofía había costado tesoros inmensos. Justiniano recomendaba a los gobernadores de las provincias que le facilitaran los mármoles y materiales más preciosos. La planta del edificio ya revela que todo él se desarrollará obedeciendo a un nuevo sentido artístico, porque de un simple examen se entiende ver que todas las partes están dispuestas para contener la gran cúpula central, de 31 metros de diámetro, inscrita en un gran cuadrado y sostenida por cuatro pechinas en los ángulos, sobre cuatro pilares. Esto constituye la principal innovación de la arquitectura bizantina y lo que hace famosa la cúpula de Santa Sofía, porque se apoya sobre cuatro puntos únicamente, y no sobre una ancha pared circular, como la bóveda del Panteón de Roma y las de las salas de las termas romanas, que la superaban en diámetro.



Cúpula de Santa Sofía de Constantinopla (Estambul). La severidad exterior del templo es sólo una envoltura del espacio interior, en el que la cúpula parece flotar sobre el halo de luz de las cuarenta ventanas de la base, constituyendo esa bóveda celeste de la que hablaban los poetas de la corte bizantina. La inscripción islámica que hoy la decora se debe al calígrafo del siglo XIX Mustafá lzzet Efendi. 

Santa Sofía (Estambul), la mayor iglesia del orbe, que fue concluida en sólo cinco años y diez meses, oculta bajo pinturas mediocres gran parte de sus mosaicos. Los enormes paneles redondos con los nombres de Alá, Mahoma y de los cuatro primeros califas sustituyen los suntuosos adornos: el baldaquino de oro, esmalte y pedrería; los cortinajes de seda. Esta vista interior muestra la luminosidad que permiten el gran espacio que genera la cúpula y las numerosas ventanas con las que cuenta el templo.    

⇦ Capitel del presbiterio de Santa Sofía de Constantinopla (Estambul) - con el monograma de Justiniano y Teodora-, cuya esmerada labor de trépano lo convierte en un encaje, emparentándolo ya con el arte islámico. 



Las cúpulas romanas se asentaban por sus muros directamente en el suelo, mientras la gran media naranja de Santa Sofía está en el aire, se mantiene sobre sus arcos y pilares por la compresión que contra ellos ejercen las bóvedas adyacentes, unos grandes nichos que empujan contra ella. Así recibe la impresión inversa en dos de los lados, mientras que en los otros dos su empuje está contrarrestado por dos arcos que actúan a modo de contrafuertes. A fin de aligerar el peso de la cúpula, los hábiles arquitectos de Santa Sofía adoptaron el sistema de construirla de tejas blancas y esponjosas fabricadas en la isla de Rodas; dichas tejas eran tan ligeras que se necesitaban cinco de ellas para igualar el peso de una teja ordinaria.

Exteriormente, la gran cúpula central no demuestra la importancia de la obra, pues está disimulada por un tambor cilíndrico hasta una tercera parte de su altura; en este tambor se abre una serie de ventanas que dan la vuelta a la zona inferior del gran casquete esférico y sirven para iluminar la iglesia y, al mismo tiempo, para descargar de peso la semiesfera de la cúpula. En el interior, en cambio, la novedad no puede ser mayor; la vista se pierde en lo alto, hundiéndose en aquel gran espacio; no es la impresión de reposo y estabilidad del Partenón, sino de un mágico equilibrio, como si la cúpula estuviera misteriosamente retenida desde el cielo.

La basílica de Santa Sofía de Constantinopla (Estambul) marca un hito en la evolución técnica y estilística de la historia de arte. En ella culmina el gusto bizantino por el .espacio inmenso que supedita los valores de masa a otros valores de atmósfera luz y color. Su exuberante decorativismo oriental se sustenta en una arquitectura de rigor clásico. Justiniano al inaugurarla exclamó: "¡Oh Salomón, te he vencido!".  

Los mosaicos que la decoraban debían de hacer más impresionante todavía aquel gran casquete esférico lleno de colores; destruidas por los turcos las figuras angélicas y la imagen del Redentor, que se veían en lo alto, sólo en las bóvedas angulares de las pechinas se toleró la presencia de cuatro serafines con alas múltiples. Las delicadas proporciones de esta cúpula, cuya clave está suspendida a 55 metros del suelo, la convierten en una de las mayores glorias de la arquitectura.

Los dos arcos laterales estaban cerrados por las galerías del segundo piso, desde donde la corte y los altos funcionarios presenciaban las ceremonias que se celebraban en el grandioso templo. De todos modos, estas dos paredes que cierran los arcos no sostienen poco ni mucho el peso de la cúpula y están llenas de aberturas. Toda la carga de la gran semiesfera gravita sobre los cuatro pilares, y así no es de extrañar, por tanto, que los arquitectos de Justiniano los construyeran con especial cuidado.

La iglesia de Santa Irene de Constantinopla (Estambul) se eleva en el lugar que ocupó una de las primeras iglesias cristianas. Constituye el ejemplo más importante de iglesia cubierta a la vez de bóveda y cúpula, forma híbrida de transición de la basílica de Occidente a la rotonda oriental. 

Todavía hoy estas galerías laterales de Santa Sofía figuran entre las más bellas joyas que tiene en su tesoro la humanidad. Santa Sofía está además enriquecida con dos pórticos: uno anterior, como galería cerrada, que daba al patio cuadrado, y otro más ancho, como nártex o antesala del inmenso templo, casi intacto, con sus bellísimas columnas y mosaicos.


Para el sostenimiento del culto se destinó la renta de trescientas propiedades y fincas de los alrededores de la capital, y los sucesores de Justiniano continuaron aumentando todavía pródigamente con nuevos donativos estas rentas considerables. La iglesia se construyó en poco más de cinco años, desde el 532 hasta diciembre del 537, año en que se verificó la dedicación, pero más tarde comenzaron las restauraciones. Esta velocidad de construcción del mayor templo cristiano del mundo pareció milagrosa a los contemporáneos. Pero tal rapidez era debida a los medios económicos puestos a su disposición y al sistema bizantino de construcción, consistente en alternar hiladas de ladrillo con capas igualmente gruesas de mortero.

⇦ Miniatura turca del libro de Hünername (Biblioteca de Topkapi, Estambul). En esta obra de 1584 se describe de una manera perfecta el nártex y las dos cúpulas -una oval y otra redonda- de la Hagía Eirene   






Después de Santa Sofía describe Procopio los demás monumentos construidos o reedificados por el propio Justiniano en la capital; primero su estatua ecuestre en medio del Augústeo, luego el templo de Santa Irene y los diversos hospitales. Sigue después un capítulo dedicado al templo de Santa María de las Blaquernas, de Santa Ana, de Santa Zoé y del Arcángel Gabriel, de San Pedro y San Pablo, de los Santos Sergio y Baco, y, por fin, la iglesia mausoleo de los Santos Apóstoles, donde se hallaban los sepulcros de los emperadores y de los grandes santos de la Iglesia bizantina.

La primera de estas iglesias, la de la Santa Paz o Hagía Eirene o Irene, se yergue todavía, vecina a Santa Sofía. Su historia, como la de todos los edificios de Bizancio, es una sucesión de restauraciones y consagraciones. Una iglesia había sido construida por Constantino en aquel lugar, acaso sobre el emplazamiento de un primitivo santuario cristiano de Bizancio, antes de ser convertida en capital. La iglesia de Constantino fue reedificada por Justiniano después del incendio de 532, y ésta parece ser la que se conserva actualmente; pero el nártex tuvo ya que restaurarse en 564, después de otro incendio, y las bóvedas en 740 tras un terremoto.

El nombre de Eirene significa en griego Paz, la hermana de Hagía Sofía, la Santa Sabiduría, que tenía su templo allí vecino. Como construcción, la iglesia de Santa Irene es una obra bien característica de la arquitectura de Bizancio: su planta consiste en una gran nave central, dividida por un ancho arco en dos partes, cubierta cada una con una cúpula sobre pechinas. Las dos cúpulas, iguales en anchura, son de altura distinta; una de ellas está levantada sobre un tambor cilindrico con ventanas, mientras la otra, más baja, se apoya directamente sobre los cuatro arcos.

La iglesia de los Santos Sergio y Baco de Constantinopla (Estambul). Primera de las numerosas fundadas por Justiniano, que es, después de Santa Sofía, el ejemplo más perfecto de homogénea construcción cubierta por cúpula.    

La más alta es hemisférica; la otra, en cambio, es una superficie oblonga achatada por los lados. La nave central está flanqueada por otras laterales, con bóvedas por arista y galerías superiores cubiertas con bóvedas de cañón. Una iglesia de Kassaba (Licia) tiene la misma disposición que Santa Irene; sólo que, en lugar de dos cúpulas, no posee sino una. Esto parece indicar que, en arquitectura, Bizancio tenía tipos bien establecidos, pues se repiten ciertos modelos con mayor o menor alteración en provincias muy alejadas.

Otra iglesia de Constantinopla, la dedicada a los Santos Sergio y Baco, tiene una cúpula sobre planta octogonal dividida en segmentos como tajadas. La galería alta conserva una inscripción que dice fue construida por orden de Teodora, esposa de Justiniano, que allí se declara poseer todas las virtudes. Iniciada el año 527, cuando Justiniano subió al trono imperial, ya estaba terminada en 536, puesto que entonces aparece mencionada con motivo de un sínodo que se reunió en Constantinopla. Al lado de este santuario, con reliquias de los mártires orientales Sergio y Baco, había otro idéntico, pero separado, con reliquias de San Pedro y San Pablo. Este quedó para el rito latino y fue usado por los católicos que no quisieron aceptar el cisma hasta mucho después de la separación de las Iglesias.

Iglesia de los Santos Sergio y Baco de Constantinopla (Estambul). Sus capiteles y cornisas, tallados en mármol, acusan ya un estilo plenamente bizantino. El pórtico que precede al nártex es de época turca.   

La famosa iglesia de los Santos Apóstoles era más popular, más nacional para los “bizantinos de Bizancio”, que la iglesia de Santa Sofía, del Patriarca. El templo de los Santos Apóstoles ha desaparecido sin dejar rastro. Sobre su asiento se levanta la gigantesca mezquita de Murad II.

La iglesia de los Santos Apóstoles, de Bizancio, tiene para la Historia del Arte extraordinaria importancia: ella sirvió de modelo en Occidente más que ninguna otra construcción bizantina con cúpulas, más que la gran iglesia metropolitana de Santa Sofía, con su combinación excesivamente ingeniosa para que pudieran aprender en ella los arquitectos occidentales. En cambio, la planta en forma de cruz del templo de los Santos Apóstoles era un tipo de fácil imitación para quienes no tenían los recursos de que se disponía en Bizancio. La primera copia de la planta de los Santos Apóstoles sería regularmente el templo de San Marcos de Venecia, y de San Marcos se cree derivan las catedrales francesas de Auvernia, como la de Saint-Front de Perigueux.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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