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La edad de oro del arte bizantino

⇦ Tapa del Evangeliario de San Miguel (Tesoro de San Marcos, Venecia). Es considerado como "obra única" por su magnificencia y la riqueza de materiales empleados. 



Dice un historiador del siglo IV que el mismo Constantino, al llegar a orillas del Bósforo, señaló con la punta de su lanza el recinto de la nueva capital: Constantinopla. Las obras se llevaron a cabo con tanta actividad, que en pocos meses, un plazo inusualmente corto en aquellos tiempos, en marzo del año 330, se celebró ya la ceremonia de la consagración de la metrópoli. No se analizará hasta qué punto estas indicaciones pueden ser exactas; pero es seguro que Constantino, deseoso de contemplar el esplendor de la nueva capital, dejó a su ciudad completamente formada, construidas sus murallas y sus puertas, provista de aguas y dotada de los principales núcleos de edificios monumentales. Era tradición antigua creer que la nueva capital no hizo más que repetir, con más joven belleza, el mismo plan, la misma idea de ciudad, de aquella eterna Roma que quedaba al Occidente y que hasta entonces había sido la cabeza del Imperio. Sin embargo, ya se ha visto como hacía tiempo que Roma no era ya el centro espiritual del mundo y como el Oriente, en los primeros siglos cristianos, rechazando la tutela de Roma y recogiendo de nuevo la tradición helenística, que había de marcar en gran medida la evolución de su arte, formaba un arte propio cristiano y una cultura independiente de la latina.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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