Anverso
de un triente visigótico de Leovigildo (Gabinete
numismático de Cataluña,
Barcelona).
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Poco antes de la llegada de los árabes a la
península Ibérica, la monarquía visigoda intentaba crear un estado
centralizado, sólido y perdurable. A principios del siglo VI, el poder de los
visigodos estaba situado en Aquitania, pero ante la imposibilidad de establecer
una política de convivencia pacífica y productiva entre visigodos y la
orgullosa aristocracia de Roma, poco a poco el poder efectivo de la monarquía
visigoda fue trasladándose a España. De este modo, a mediados del siglo VI ya
se ha instalado parte de la monarquía visigoda en el centro de la península,
inaugurando, así, el Reino de Toledo.
El primero de los soberanos toledanos fue
Leovigildo, quien, además, logró el dominio de la Galia visigoda merced a la
muerte del soberano de la misma, que no era otro que su hermano Liuva. Así,
puede afirmarse que durante el reinado de Leovigildo el reino visigodo vive uno
de sus mejores momentos, ya que el monarca logró someter a numerosos pueblos en
su intento de unificar la Península bajo el poder visigodo.
Anverso
de un triente visigótico de Recaredo (Gabinete
numismático de Cataluña,
Barcelona).
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El hijo de Leovigildo tomará una decisión de
gran importancia. Efectivamente, Recaredo decide convertirse al catolicismo y
obliga a toda la clase clerical arrianista a hacer lo mismo. La línea sucesoria
de estos monarcas se rompería más adelante, con la ascensión al torno de
Khindasvinto gracias a una revuelta nobiliaria. El hijo de éste, Recesvinto,
continuará sofocando las revueltas que surgían en diferentes punto de la Hispania
y promulgó, además, el Liber ludiciorum,
basado en el derecho romano.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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