Al avanzar los cristianos
al otro lado de la cordillera Cantábrica y trasladar su capital a León, se
impuso otro estilo, cuyos curiosos monumentos no fueron reconocidos ni
estudiados hasta el primer cuarto del siglo XX. Estos edificios son las
iglesias mozárabes, de un arte diferente del de los monumentos asturianos, pero
también de tradición visigoda. Con el nombre de mozárabes se designó a los
cristianos españoles que se quedaron en tierra de moros y conservaron entre los
mahometanos su lengua, su fe y sus tradiciones. Las iglesias que edificaron en
Castilla y León tenían forma de basílica y estaban construidas con arcos de
herradura. Este trazado de los arcos les da cierto aspecto islámico, y los
mozárabes los emplearían en iglesias edificadas en los territorios sujetos a la
dominación musulmana, donde vivían como cristianos, pues los mahometanos en un
principio fueron tolerantes con ellos y les permitieron practicar su culto.
Pero en el siglo X los monjes de Córdoba,
ciudad donde eran numerosos, tuvieron que emigrar, perseguidos a consecuencia
de sus intemperancias antiislámicas. Refugiados en los reinos del Norte,
construyeron iglesias de un nuevo tipo, que hoy son llamadas mozárabes. Son
altas, blancas, a veces con dos filas de columnas que sostienen arcos de
herradura sobre los que se apoyan las cubiertas de madera de las tres naves.
Cuando están cerradas con bóveda, son menores y de una sola nave. Apenas poseen
decoración escultórica, salvo en los capiteles que son del tipo corintio
degenerado, en boga durante la época visigoda.
⇨ Puerta de San Miguel de Lillo (Oviedo). En el cuadro superior de una de las jambas
de la entrada, sobre el relieve de una escena circense centrada en las figuras
de un saltimbanqui acróbata y un domador de leones, se observa una
representación escultórica inspirada en un díptico bizantino que
originariamente perteneció al cónsul Areobindo. El estilo decorativo de la
iglesia, tanto en puertas y capiteles, no oculta su influencia oriental y
lombarda, evidenciado por los rasgos primitivistas y algo toscos de las figuras
humanas.
Es difícil explicar por qué los monumentos
asturianos y mozárabes, que derivan del estilo visigótico anterior a la
invasión, tan unitario, sean tan diferentes de estructura y gusto. ¿Es posible
que los monumentos mozárabes representen la tradición visigótica subsistente en
la región andaluza, ya contaminada del genio del Islam? Cuando los monumentos
mozárabes tienen bóveda en el ábside y en el crucero, son también de sección de
arco de herradura. Pero en los monumentas mozárabes el arco de herradura es más
peraltado que el visigodo; tiene ya la elevación de los arcos árabes. Si se
prescinde de este detalle, los edificios mozárabes son muy diferentes de los
que levantaron los musulmanes en España.
Muchas iglesias mozárabes pueden datarse a
fines del siglo IX o del X. Las mejor conservadas son todavía las primeras que
se descubrieron: San Cebrián de Mazote, Santa María de Melque, San Román de
Hornija, Santa María de Bamba, San Millán de la Cogolla, San Miguel de
Escalada, etc. Santa María de Melque (Toledo) fue construida bajo dominio
musulmán. Tiene arcos de herradura y bóveda de cañón. Su planta es de cruz
griega y su ábside, aunque exteriormente cuadrado, interiormente tiene planta
en herradura. Las demás iglesias citadas fueron construidas por mozárabes
emigrados a los reinos cristianos.
Entre las iglesias mozárabes del grupo
castellanoleonés son particularmente notables San Cebrián de Mazote
(Valladolid), de planta basilical de tres naves, separadas por dos hileras de
arcos de herradura que sostienen una cubierta de madera a dos vertientes, y San
Baudelio de Berlanga (Soria), de planta cuadrada cubierta por una bóveda
esquifada cuyos arcos convergen en un pilar central. En el siglo XII esta
bóveda fue decorada con unas famosas pinturas románicas, parte de las cuales se
exhiben en el Museo del Prado.
⇦ Cruz de los Ángeles (Cámara Santa de la Catedral, Oviedo). El rey Alfonso
II mandó grabar una amenazadora inscripción con la que maldecía a quien osara
robarle la joya siendo fulminado por un rayo divino. Es la pieza de orfebrería
asturiana más antigua que se conoce. Tiene forma de cruz griega con alma de
madera de cerezo revestida con láminas de oro y engastes de piedras preciosas,
y por su naturaleza legendaria se ha convertido en todo un símbolo de soberanía
política.
⇨ Cruz de la Victoria (Cámara Santa de la Catedral, Oviedo). Realizada por orden de Alfonso III en recuerdo de la cruz que se le apareció en el cielo al rey Don Pelayo durante la batalla de Covadonga . Envalentonado con el milagro, el caudillo abrió la marcha portando por estandarte el mismo símbolo cruzado que luego sería adoptado como escudo de la bandera asturiana. Compuesto por un alma de madera recubierta con láminas de oro, está tachonado con piedras preciosas formando tres hileras separadas por cordones de oro en cada brazo.
Otros fugitivos mozárabes emigraron a Cataluña, donde dejaron muestra de su paso en los capiteles de tipo califal que encontramos en el monasterio de Ripoll y en la cripta de la catedral de Vic. Construyeron en el siglo X diversas pequeñas iglesias de una nave con arcos triunfales de herradura (Santa María del Marquet Sant Julia de Boada) y parte de los dos grandiosos monasterios de Sant Miquel de Cuixá (Rosellón) con iglesia consagrada en 974, aunque modificada en el siglo XI, y de San Pedro de Roda (Girona) cuyo ábside de planta parabólica, girola y misteriosa cripta son probablemente mozárabes y ya estaban terminados en 958, aunque la iglesia no se consagrase hasta el 1022.
Especial interés en la historia del arte
medieval tienen las miniaturas mozárabes que crearon una serie de temas y tipos
iconográficos que, después, pasarán a la pintura románica. Estas miniaturas, en
las que aparecen arcos de herradura, ya reflejaban una fuerte personalidad
autónoma en la Biblia Hispalense, de la primera mitad del siglo X. Pero donde
se producirán las obras maestras es en las ilustraciones de los Comentarios al
Apocalipsis que escribió un monje del siglo IX llamado Beatus, del monasterio
de Liébana, por cuya razón los manuscritos que forman esta prodigiosa serie son
conocidos con el nombre de Beatus, por el nombre de su autor, quien compiló una
serie de citas de dos padres africanos: Primario y Ticonio, y otras de un
visigodo: Apringio de Beja, que habían comentado el Apocalipsis en los siglos V
y VI; con este texto tan poco original, Beatus se proponía luchar contra la
herejía del adopcionismo que sostenía un mozárabe ilustre: Elipando, obispo de Toledo.
Un solo artista creó la extraordinaria serie
de fantásticas composiciones, continuando la tradición y el estilo visigóticos
del Pentateuco Ashburnham. El manuscrito más antiguo es del año 926 y tiene
miniaturas abundantísimas y de gran carácter. Lo firma Magius. Actualmente lo
conserva la Margan Library, de Nueva York. El mismo Magius inició el Beatus del
monasterio de Távara, que fue continuado después de su muerte por su discípulo
Emeterius con figuras de brillantísimo colorido y gran fuerza expresiva.
Emeterius y una pintora llamada Eude o Ende firmaron el año 965 el Beatus de la
catedral de Girona, uno de los más famosos por la fantasía desbordante de sus
ilustraciones -muchas de ellas a toda página y hasta de doble- y por el
apasionado expresionismo de sus figuras, unido a una cálida gama de colores:
rojo, naranja, verde brillante y un hermoso amarillo limón. Las figuras de los
Beatus contemplan el mundo con ojos tristes, como si desearan algo imposible,
pero en todos los casos su fuerza es genial.
Mucho más tarde, al avanzar la Reconquista,
los musulmanes que habían quedado en el territorio liberado produjeron con sus
técnicas un estilo híbrido empleado para edificios cristianos y conocido con el
nombre de mudéjar. Este nuevo estilo se originó por la colaboración de maestros
cristianos, obreros y artistas musulmanes que no salieron del país a pesar de
la Reconquista. Sus obras son construcciones magníficas de ladrillo y tapial, y
a menudo con decoración de azulejos. No debe, pues, confundirse el estilo
mudéjar con el estilo mozárabe. El mudéjar es el de los árabes que
permanecieron en tierra de cristianos, el mozárabe es el de los cristianos que
llegaban de tierras de musulmanes. Son dos estilos muy diferentes y separados
por un intervalo de tres siglos.
Para los judíos se construyeron, en estilo
mudéjar, algunas sinagogas dignas de especial mención y que, andado el tiempo,
fueron adaptadas al culto cristiano, como Santa María la Blanca y San Benito o
iglesia del Tránsito de Nuestra Señora, ambas en Toledo y ejemplares destacados
del arte islámico por su realización y por el carácter de su ornato.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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