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Artistas de la A a la Z

Los primeros pobladores

Es aceptado que África fue la cuna de la humanidad. Así pues desde el Paleolítico más antiguo ha habido existencia humana en el continente africano. Se cree también que los grandes avances se desarrollaron en el continente negro entre el 10000 y el 5000 a.C., momento en que se "domesticó" la agricultura en el curso del río Nilo. Sin embargo, todavía no se ha podido determinar si la agricultura se difundió desde Egipto al resto de África o se desarrolló independientemente en cada lugar.

Grabado rupestre, en la reserva natural de Ténéré (Sahara Central). Una jirafa y otros animales aparecen en estos grabados, lo cual indica que el Sahara prehistórico disfrutaba de un clima más húmedo.

El norte de África difería mucho del aspecto actual hacia el 5000 a.C. Una enorme parte de la población africana vivía en el actual desierto del Sahara, que en esos momentos estaba cubierto por ríos, lagos y amplias praderas y había una gran variedad de fauna y de flora. La desertización empezó hacia el 2500 a.C. a causa del cambio climático y la zona se despobló completamente hacia el 500 a.C. Los movimientos migratorios fueron muy frecuentes en toda África a partir de mediados del III milenio a.C. Los saharianos empezaron a moverse hacia el sur (el Sahel) y el este (valle del Nilo), llevándose consigo su cultura y mezclándose con los indígenas de las nuevas zonas que habitaron.

Elefante en el sitio arqueológico de Tadrart Acacus, desierto de Fezzán (Ubia). Este grabado rupestre de un elefante en plena carrera forma parte de un conjunto realizado entre 12.000 y 8.000 años a.C. por los pobladores de la zona del wadi Matendous, que en 1985 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Todos estos primitivos pobladores desarrollaron un arte rupestre que se extiende por todo el continente. Los restos artísticos del Sahara son los más interesantes y cuantiosos de los conservados, sin embargo se pueden apreciar otras muestras relevantes en otras regiones africanas.

Arquero, en los montes de Tassili N'Ajjer (Argelia). Pintura rupestre que forma parte 
de un conjunto hallado en estos montes saharianos. Si bien el hombre habitaba esta 
región desde unos 20.000 años a.C., las pinturas datan de entre 5.000 y 3.000 años 
a.C., época en que se produce la desertización. Las pinturas más antiguas representan 
a cazadores que se dedicaban a cazar búfalos, rinocerontes, elefantes y camellos.

En origen, la zona del Sahara era habitada por beréberes, negros y árabes. Después de una primera migración causada por las condiciones climáticas adversas, los pueblos negros tuvieron que dirigirse hacia el sur (el Sahel y la sabana) empujados por el expansionismo árabe-bereber. Sin embargo, la existencia de las tribus negras en el centro del desierto del Sahara se perpetuó gracias a las pinturas murales que ahí se han conservado: aparecen hombres negros y blancos y nos narran sus formas de vida, su experiencia ante lo desconocido y su supervivencia en un medio cada vez más hostil. Además de estas escenas más "costumbristas" aparecen símbolos mí­ticos, rituales religiosos y de fertilidad y conjuros contra lo sobrenatural. Es probable que en los abrigos rocosos en los que se encuentran todas estas pinturas se celebraran las reuniones de los jefes de los clanes y se realizaran diversos ceremoniales, que servirían de inspiración para su plasmación en la pintura.

Pinturas rupestres bosquimanas, en el sur de África. Los bosquimanos han habitado el sur del continente desde hace 20.000 años y sus ancestros prehistóricos realizaron estas pinturas con escenas de caza.

Este primer arte entronca perfectamente con el arte negroafricano, por su cerrado simbolismo y sus convenciones, por lo cual no es difícil pensar que pudiera haber sido su germen. Las pinturas rupestres africanas se basan en los colores básicos, obtenidos de las tierras y las plantas, como el rojo, el ocre, el blanco, el negro y el amarillo, incluyendo a veces el azul y el verde. En la actualidad, todos estos colores están todavía presentes en las máscaras y trajes de los bailarines rituales.

Del mismo modo, en esta pintura antigua, se representan figuras humanas de grandes proporciones junto a otras de menor tamaño. Esta "perspectiva jerárquica" es habitual en el arte de las culturas antiguas y sigue siendo corriente en el arte africano contemporáneo. Así en el arte africano, siempre se dará preponderancia a la cabeza, como parte principal del cuerpo, igual que el "rey" será representado de mayor tamaño que el resto de figuras. Sin embargo, esto no quiere decir que el arte africano no haya evolucionado, sino que sigue participando de un elemento prístino en el cual, el arte, la religión y la experiencia humana son un todo imbricado.

Pinturas rupestres, en las colinas de Tsodilo (Botswana). Hace unos 35.000 años, los antepasados de los san habitaban estas colinas, en cuyas rocas se han hallado pinturas de hace unos 3.500 anos. Representan en su mayoría personas (bailarines) y animales (cebra, ballena, pingüino y rinoceronte) pintados en colores ocres y blancos.

Se conoció el arte rupestre africano mucho antes que el arte prehistórico europeo. La primera noticia escrita sobre el africano es de 1721, cuando un misionero portugués notificó a la Real Academia de Historia de Lisboa que había visto pinturas en rocas y cuevas de Mozambique que representaban a animales. Posteriormente, se habló de las pinturas bosquimanas en el sur de África, en 1754. Cabe recordar que el primer descubrimiento de arte rupestre europeo es de mediados del siglo XIX y que Altamira y Lascaux, se encontraron en 1879 y 1940 respectivamente. Los grabados del norte de África fueron descubiertos por militares franceses en el sur de Orán (Argelia) en 1847. Notificaron la existencia de dibujos en la roca de avestruces, toros, elefantes, leones y seres humanos. Se supone que a raíz del conocimiento que se tenía de este tipo de pintura africana y del descubrimiento del arte prehistórico europeo, se multiplicaron las expediciones en búsqueda de este arte por toda África. Así, en el primer tercio del siglo XX, se empezó a trabajar en la zona del Tassili (Sahara argelino), copiando las pinturas y catalogándolas, bajo la supervisión de Henri Lhote.

Pese a todo, el arte prehistórico europeo y el africano no tienen mucho en común. El europeo se suele datar entre el 30000 y el 10000 a.C., mientras que el africano es de entre el 8000 y el 6500 a.C., siendo un caso más que excepcional la zona de Namibia donde se han encontrado muestras de hacia el 26000 a.C. Otras diferencias entre ambos artes son la práctica inexistencia de escultura prehistórica en África, siendo muy común en Europa, así como la primacía del arte zoomórfico europeo frente al antropomórfico del continente africano.

Los restos más numerosos de pinturas y grabados se encuentran en la parte septentrional de África, en especial en la zona sahariana. Se han contabilizado entre 30.000 y 40.000 muestras de este arte. Se ha podido reconstruir parte de la historia sahariana a través de las pinturas que allí dejaron sus habitantes y se sabe que el Sahara era una zona muy fértil y plagada de animales que hoy ni es posible ni imaginar que hubieran estado ahí: elefantes, hipopótamos, rinocerontes y búfalos.

Pinturas rupestres de cazadores, en los montes Drakensberg (Suráfrica). Los antepasados de los san (bosquimanos) se dedicaban a decorar las cuevas que habitaban con escenas de caza, como en este caso, con cazadores en plena carrera y un leopardo a punto de atacar.

A falta de disponer de u.na datación absoluta para todas estas muestras artísticas, Herni Lhote y Fabricio Mori, establecieron cuatro grandes períodos basados en los elementos más representativos de éstas, que plasman el tipo de vida de sus habitantes y la fauna que existía en cada época.

El primero de ellos es el llamado estilo "de los cazadores", que abarca desde el 7000 - 6000 al 4000 a.C., también llamado período Bubalus antiquus porque en él sólo se representan animales propios de cuando el Sahara era un territorio fértil, corno el bú­falo (de aquí el otro nombre del período), el elefante, el rinoceronte, el hipopótamo y la jirafa. Son grabados muy detallistas y naturalistas, normalmente de grandes dimensiones, y trabajados con profunda incisión, pulidos mediante abrasión. A parte de las representaciones zoomorfas cabe destacar la presencia de figuras humanas, siempre armadas y dispuestas para la caza.

Pintura del Sahara en estilo vacuno o "de los Pastores". La presencia de las pinturas. en lo que en la actualidad es un lugar desértico, indican un pasado húmedo.

El segundo estilo es el "de los pastores" (o vacuno), situado entre el 4000 y el 1500 a.C. Se caracteriza por representar bóvidos, además de los animales anteriormente citados, a excepción del búfalo, crucial en el período "de los cazadores". Las figuras son menos naturalistas, hechas con pigmentos negros, rojos y blanquecinos; desapareciendo en ellas la profusión de detalles y el gran tamaño, típicos de la época precedente.

En tercer lugar, hallamos, a partir del 1500 a.C., el llamado período "de los caballistas", el cual se encuentra a su vez subdividido en tres apartados: el del carro, el del jinete, y el del camello. Tal como su nombre indica, esta etapa se caracteriza por las representaciones de personajes montando animales, y se distingue por sus figuras sintéticas y estilizadas, además de por la introducción de elementos novedosos, como los animales domésticos.

Finalmente, la última etapa es la llamada "de los camelleros", que se inicia en los primeros siglos de nuestra era y abarca hasta el momento presente. Sus rasgos principales, tanto en grabado como en pintura, son la esquematización de las figuras, la representación de los animales propios del desierto y las reducidas dimensiones de los motivos.

Esta cronología permite ver que los grabados son anteriores a las pinturas. Cabe añadir que los artistas utilizaron pigmentos elaborados con elementos naturales, como por ejemplo el óxido de hierro, el óxido de zinc y el caolín. Para las tonalidades oscuras usaron huesos quemados o carbón vegetal. La gama cromática es principalmente de colores básicos cuyos aglutinantes eran leche, miel y clara de huevo.

Pintura parietal en el sitio arqueológico de Tadrart Acacus, desierto de Fezzán (Libia). Detalle del se halla en las paredes de la meseta de Tassili N'Ajjer, donde se aprecia con claridad un individuo sobre un conjunto de pinturas, que carro.

Como ya se ha apuntado, aparte de los ejemplos saharianos, se encuentran muestras de arte rupestre en el continente africano. En la región oriental cabe destacar los restos hallados en Tanzania, Uganda y Kenya, así como los de las regiones de Harar (Etiopía) y Darfur (Sudán). En estas zonas priman las representaciones animalísticas de pequeño tamaño y de escasa policromía. Su datación es difícil de establecer, aunque se cree que corresponden al período sahariano "de los camelleros".

Jirafa, en las colinas de Tsodilo (Botswana). Esta estilizada jirafa es un magnifico 
representante del arte rupestre del sur de África.

En la zona meridional hay centros importantes en Malawi y Zambia, que se caracterizan por sus dibujos crípticos y abstractos, así como por su antigüedad. Por otra parte, encontramos otros ejemplos en la zona más al sur del continente, destacando la cueva Apollo 11 (Namibia) datada alrededor del 26000 a.C. y la cueva Wonderwerk (Sudáfrica) del 8000 a.C.

Aparte del arte mural, se han conservado numerosos objetos de piedra, procedentes sobre todo de la zona sahariana, los más antiguos de los cuales son contemporáneos al Homo erectus.

El arte rupestre africano contempla, en definitiva, un lapso de tiempo considerable, de unos treinta mil años. La gran extensión de su cronología se debe, en parte, a la existencia aún hoy en día de poblaciones que siguen empleando las mismas técnicas y recursos parecidos a los que usaron sus antepasados, perpetuando, así, la historia de estas prácticas artísticas.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

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