Iniciador de la gran escuela de retratistas ingleses del siglo XVIII, captó la elegancia y el refinamiento de la joven belleza escocesa, que el mismo Carlos I concedió al pintor por esposa en 1639. El generoso escote que sigue la moda de la época se adorna con un discreto collar de perlas y el soberbio azul del traje. La dama tiene entre las manos un rosario, quién sabe si como muestra de su religión o de su intensa vida espiritual.
(Museo del Prado, Madrid).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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