Forma parte de la interminable serie que dedicó a los hijos de Felipe II. Sus retratos cortesanos eran imitados en toda Europa, a la vez que se imitaban con ellos las costumbres españolas. El espacio viene indicado por algún accesorio, ya sea una silla o una cortina. Con su minuciosidad linearista, Coello capta la psicología del personaje en la actitud, en la expresión de los ojos, en el mohín de la boca, en la posición de las manos.
Museo del Prado, Madrid
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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