Localizados geográficamente en la
ciudad de Suzhou y sus alrededores, en la provincia de Wuxien, se agruparon una
serie de pintores cuyo principal rasgo común fue el de ejercitar la pintura
como un modo de vida, alejado de las órdenes académicas, y que configuraban el
ideal de los wen ren hua o pintura de hombres ilustrados. La abreviatura del topónimo
de la provincia de Wuxien, Wu, da nombre a esta agrupación de pintores: la
Escuela de Wu. Formaron parte de ella los siguientes artistas: Shen Zhou, Tang
Yin, Wen Zhengming, Qiu Yin, Zhen Shun, Lu Chih, Wen Jia, Wen Peng, Wen Boren y
Dong Qichang.
Los orígenes del concepto y
filosofía de la Escuela han de buscarse en la obra de poetas, pintores y
calígrafos de la dinastía Song del Norte: Su Shih (1037-1101), Mi Fu
(1052-1107), Wen Dung (1019-1100), Li Kung Lin (1049-1105) y Wang Shen. Ellos
preconizaron la absoluta necesidad de entender la pintura como la manifestación
de un sentimiento, ya sea expresado mediante la palabra (poesía), mediante las
letras (caligrafía) o usando imágenes procedentes de la realidad inmanente
(pintura). Las expresiones pintar una caligrafía o escribir una idea reflejan
esta íntima unión entre las artes del pincel. Asimismo, los poetas, pintores y
calígrafos de la Escuela de Wu vieron en los maestros Song del Norte el medio
adecuado de expresión, por su preferencia por la espontaneidad como contraste
al elemento artificioso de la pintura Song del Sur, tan apreciada en los
círculos académicos. Se antepone la idea del artista como un intérprete de la
realidad, más que como un registrador fehaciente de los acontecimientos o de las
formas. De ahí que la expresión de la personalidad prime sobre la descripción
de la realidad externa. Para lograr la espontaneidad necesaria, que permita la
expresión, hace falta una técnica basada en el estudio y en la experiencia.
No es casual que la mayor parte
de los artistas de la Escuela de Wu perteneciera a familias acomodadas, de las
que heredaron el gusto por el conocimiento y el coleccionismo de obras de arte.
Suzhou se convirtió, durante los siglos XVI y XVII, en una ciudad cuya economía
estaba basada en el comercio y con un gran prestigio por su carácter de centro
cultural, incluso por delante de la capital del Imperio. Veremos también que
algunos de los componentes de la escuela intentaron con desigual éxito ser
incluidos, por medio de los exámenes, en los círculos de la corte,
abandonándola y regresando a sus lugares de procedencia. Entre todos ellos
existieron lazos muy estrechos: de maestro/alumno, mecenas/artista,
familiares... que facilitaban la comunicación intelectual entre ellos, así como
la colaboración mutua para el desarrollo de obras que hoy denominaríamos
colectivas.
Estas reuniones fueron además
objeto de muchas poesías, caligrafías y pinturas, con las que se pretendió
expresar el espíritu de su tiempo. Se considera fundador de la Escuela de Wu al
gran pintor Shen Zhou (1427-1509), que con su obra marcó el corte estilístico
decisivo con los pintores de la corte. Si valoramos a los artistas no por su
procedencia geográfica, sino por sus condiciones de vida y por los maestros de
los que aprendían, hay que decir que Shen Zhou vivió en el seno de una familia
acomodada, y le fue sencillo rechazar las llamadas de la corte con la excusa de
cuidar a su madre viuda, tal y como aconsejaban las enseñanzas confucianas. Sus
maestros comenzaron siendo los Cuatro Grandes de la dinastía Yuan: Zhao Mengfu,
Wang Meng, Huang Gung Wang y Ni Zan, de los que copió sus obras y aprendió el
espíritu. Sin embargo, en su aprendizaje no olvidó a los artistas Song del
Norte e incluso a los anteriores. Entre los poetas elogió las obras de Po Chü-i
(772-846) y Su Dung Po (1036-1101), y en caligrafía a Huang Ding Chien
(1050-1110) y Zhao Mengfu. Shen Zhou pintó más de doscientas obras, que pueden
ser estudiadas según la influencia de unos u otros maestros, pero al mantener
siempre unas constantes no resulta fácil la división de su obra en diversos
períodos. Entre estas constantes cabe citar su preferencia por las
composiciones arquitectónicas, en cuanto a línea y plano, y el uso de una
pincelada muy personal, en la que los trazos sustituyen a las aguadas, excepto
en las siluetas de formas lejanas, así como la simplificación de las figuras
humanas frente al detallismo de la Escuela de Zhe.
También se observa en sus obras
un gran interés por la textura y la repetición de líneas y puntos, procedente
de la obra de Mi Fu, siempre utilizados siguiendo un vocabulario restringido
tanto de formas como de trazos. Para sus obras utilizó tanto formatos reducidos
(hojas de álbum), como largos rollos horizontales, siendo menos frecuentes las
composiciones en rollos verticales, más apropiados para representaciones de
paisajes monumentales. Su género pictórico preferido fue, en primer lugar, el
paisaje, seguido del género de animales, plantas y flores. Shen Zhou concebía
el paisaje, no en el sentido gradilocuente de Guo Xi, sino como un escenario,
donde se desarrollaban sucesos cotidianos (Despidiendo a Lu Chih) y, sobre
todo, donde el hombre, letrado o campesino, se integraba con el espíritu de la
naturaleza. Por ello su obra posee una simplicidad extrema, que recuerda la
obra de Ni Zan. Shen Zhou, a diferencia de Ni Zan, humanizó los paisajes
mediante la introducción de personajes presentes y ausentes insinuados con
pocos trazos (Poeta en un acantilado), o bien con pabellones solitarios que
hacen referencia a la vida de los letrados.
Para las obras de pequeño formato
(hojas de álbum), Shen Zhou eligió temas más concretos, como el álbum titulado
"Diez vistas de Gu Su"(Suzhou), o "Paisaje con figuras",
donde mostró, a una edad muy avanzada, su gran dominio de la composición y los
juegos de tinta. Wen Zhengming (1470-1559) es otro de los artistas destacados
de la Escuela de Wu. Creció inmerso en un mundo de letrados y coleccionistas,
conociendo desde muy joven la obra de los grandes pintores del pasado. Como
alumno de Shen Zhou, heredó de él el gusto por los Cuatro Grandes de la
dinastía Yuan, así como por los pintores de la dinastía Tang y Song. Wen
Zhengming, a diferencia de Shen Zhou, tuvo como principal objetivo el acceder a
un puesto en la Academia. Con tal motivo, gran parte de su vida la dedicó al
estudio de la caligrafía, la historia, poesía, literatura... y otras materias
necesarias para aprobar los exámenes oficiales de la capital. Diez veces probó
suerte y diez veces fue suspendido, siendo recompensado por su prestigio con un
empleo en la Academia Han Lin de Beijing, en 1523. Poco tiempo después y
decepcionado de las intrigas cortesanas, abandonó la capital, volviendo en 1527
a Suzhou. La mayor parte de sus obras pertenecen a un período muy tardío, ya
que se puede decir que hasta cumplidos los sesenta no se dedicó por entero a la
pintura. A pesar de ello, y tras su vuelta a Suzhou, pronto se convirtió en el
centro del círculo intelectual de la ciudad, reuniendo en torno a él a los mejores
artistas del momento: Zhu Yunming, Zhen Shun... Sus temas preferidos fueron
paisajes de los sitios más famosos de Wu, utilizando tanto formatos verticales
como horizontales. De carácter más elaborado que los paisajes de Shen Zhou, se
aprecia en ellos su fuerte formación historicista y literaria. Aprendió y
sintetizó de todos sus maestros, creando un estilo propio en el que utilizó
todo tipo de pinceladas: desde las que buscan el detalle como si se tratara de
un trabajo de miniatura (Viejos cipreses y roca) a aquellas que le permitieron
trabajar en escalas monumentales (Paisaje montañoso). Estos últimos le
facilitaron experimentar en nuevas composiciones, como el cruce de diagonales,
que obliga a lecturas en zigzag de sus obras. En general prefirió el uso de
trazos sobre pinceladas, debido a su maestría como calígrafo, que influyó
decisivamente en su técnica.
La caligrafía de Wen Zhengming se
aprecia no sólo en aquellas en que las composiciones caligráficas componen la
totalidad de la obra, sino por la constante inclusión de poemas en sus obras
pictóricas. Junto con el paisaje, Wen Zhengming gustaba de ilustrar las
reuniones de letrados, en sentido abstracto y real, con un gran poder evocador.
En una de las versiones de su obra Degustando té, Wen Zhengming explicaba, en
una inscripción en la obra fechada el 7 de abril de 1534, cómo estando enfermo
y lamentando no poder reunirse con sus amigos junto a una taza de té, un amigo
le visitó regalándole diversos tipos de té. Mientras gozaba de la preparación
de esta infusión, pensaba en Lu Yu (?-804), poeta de la dinastía Tang y gran
amante del té. Su pensamiento le llevó a copiar en la pintura los versos del
poeta acerca de los utensilios necesarios para la ceremonia del té. Esta obra
representa un documento histórico por sus asociaciones con el pasado, así como
un reflejo de la vida de contemplación necesaria para la creación. En otras
utilizó árboles y rocas (Viejos cipreses y rocas, 1550) como símbolo del mismo
mundo, realzando el significado con la inclusión de poemas alusivos. Dos de sus
hijos, Wen Beng y Wen Jia, fueron también sus discípulos, formando parte del
círculo de literatos de Wu. Ellos, junto a su padre y otros familiares y
amigos, compusieron la obra Diez Poemas, en formato de abanico, que constituye una
serie de reflexiones poéticas acerca del efecto estético de una cascada. Entre
los discípulos de Wen Zhenming, destaca Zhen Shun (1483-1544), poeta, calígrafo
y pintor. El maestro le inculcó el gusto por los pintores del pasado,
especialmente por aquellos relacionados con la pintura de letrados. A pesar de
que ejerció una gran influencia sobre él, Zhen Shun supo crear un estilo
propio, con unas pinceladas en las que utilizó los puntos o tien de Mi Fu, así
como los juegos de tinta o mo-xi. Tang Yin (1470-1523) contemporáneo de Wen
Zhengming, también intentó sin éxito pasar los exámenes imperiales.
A pesar de su gran preparación,
parece ser que un compañero de examen le facilitó las preguntas, siendo
descubiertos y expulsados en medio de un gran escándalo. Tras ello, se vio
obligado a volver a Suzhou y dedicarse a la pintura no sólo como un fin sino
como un medio para subsistir, convirtiéndose en un pintor profesional rechazado
por el círculo de letrados. Su obra muestra una influencia mayor de Zhou Zhen (Escuela
de Zhe) que de Shen Zhou, y no vería reconocida su valía artística hasta el
final de su vida. Su obra se compuso tanto de paisajes (Altas montañas y
maravillosos árboles), según el estilo Song del Norte, como de retratos de
personajes motivados por su carácter de pintor profesional (Dama con peonías).
La constante dicotomía en la que se movió profesionalmente, quedó reflejada en
su obra, donde se pueden apreciar algunos rasgos de la pintura de letrados, así
como referencias a la pintura decorativa y artificiosa Song. Antes de cerrar
este breve estudio de la pintura Ming, y considerándolo como el mejor colofón
para ello, haremos referencia a la obra de Dong Qichang (1555-1636). A su
calidad de poeta, calígrafo y pintor, común a la mayor parte de los pintores de
la Escuela de Wu, Dong Qichang unió también la de crítico y teórico del arte.
Su vida define el ideal de los pintores no oficiales, aun contando con el cargo
de miembro de la Academia de Hanlin. Pertenecía a una familia de gran prestigio
y posición. El mismo fue un gran coleccionista y estudioso de las obras de arte
de la antigüedad. Sus conocimientos le valieron para ser convocado a la corte,
primero para editar la historia de la dinastía Yuan y más tarde para ocuparse
como tutor de la educación del príncipe Zhu Zhang Le (futuro emperador
Guanzong). Su carrera en la corte terminaría en 1634, retirándose como
presidente de la Oficina de Ceremonias. Sus maestros fueron, en caligrafía, Mi
Fu y Zhao Mengfu, mientras que en pintura fueron Huang Gong Wan, Dong Yuan y
Wang Wei. Sus ideas acerca del estilo y la técnica en pintura están recogidas
en su obra literaria. En ella desarrolló la teoría de dos escuelas en pintura:
Norte y Sur, que condicionarán no sólo a los pintores posteriores, sino a toda
la crítica artística hasta nuestros días.
Dong Qichang propugnaba la
reinterpretación de los grandes maestros como el único medio de conseguir un
estilo de expresión personal. Aunque exhortaba a la libertad de creación, sus
escritos no permitían salirse de la ortodoxia, al definir con toda precisión
qué estilos y cuándo han ser utilizados para expresar ideas y representar
formas. Aplicó estas teorías en sus propias obras, destacando las siete hojas
de álbum tituladas Album de paisajes, en los que se supone que imitó los
estilos de algunos de los viejos maestros: Mi Fu, Huang Gongwang y Wu Zhen, en
la aplicación de diferentes pinceladas. Sus composiciones evitaban los
elementos decorativos o laboriosos, basándose en composiciones triangulares con
una nueva iconografía del paisaje cuyo carácter y fuerza estriba en su
abstracción.
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