Bazille murió a los 29 años, de un modo que se ha dado en llamar glorioso: en el campo de batalla. Cuatro años más tarde, en 1874, tenía lugar la primera exposición impresionista. Bazille ya no estaba. Dejó, sin embargo, un centenar de obras donde la preocupaoón por el color, la grave limpidez de la atmósfera que envuelve las figuras, la seriedad y el fervor con que el tema aparece tratado, prefiguran ya el nuevo arte. Bazille fue, entre el clasicismo y el impresionismo, un eslabón brillante y malogrado.
(Musée d'Orsay, París)
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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