En el terreno de la escultura, es
preciso señalar las figuras destacadísimas de Edgar N egret y E. Ramírez
Villarnizar (Colombia), Joaquín Roca Rey (Perú), que experimenta con metales,
Marina Núñez del Prado (Bolivia), Emiliano Luján Sandoval (Bolivia), Marta
Colvín (Chile), que inicia en su país la escultura no figurativa; José
Fioravanti y Alfredo Bigatti (Argentina), autores de la ornamentación
monumental de la ciudad de Buenos Aires en ocasión del Centenario, con la Exposición Internacional
de 1910, mostrando ya con esa obra un comienzo de separación del academicismo
tradicional; Antonio Sibellino
(argentino) en 1926 tiene el mérito de haber creado la primera escultura
abstracta en Iberoamérica, Composición de
formas; Sesostris Vitullo (1899-1953), Noemí Gernstein y Alicia Penalba,
argentinos; Eduardo Díaz Yepes, de relevancia internacional, y Bernabé
Michelena (ambos uruguayos), entre otros. Este último es a su país lo que
Fioravanti y Bigatti han sido para Buenos Aires.
Navegante, de Edgar Negret. Compuesta por dos módulos, contraponiendo láminas curvas y rectas dobladas, esta obra del escultor colombiano constituye una rica sensación de movimiento gracias al ritmo propugnado por la secuencia de las tachuelas y la maleabilidad de los metales, en comparación con la piedra o el mármol. Perteneciente a una extensa serie de su primera etapa escultórica, esta construcción tiene en el vacío un especial elemento de configuración del espacio, remarcado por la finura de las superficies.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.