La llamada Puerta del Sol del Kalasasaya es el monumento más característico
del extraordinario conjunto monumental de la civilización tiahuanacota.
La ciudad arqueológica de
Tiahuanaco, al igual que Teotihuacán o Tikal, contenía un gran centro
ceremonial, del que, a pesar de los intentos que se han hecho por
reconstruirlo, se conserva muy poco en la actualidad. Con todo, se pueden
distinguir varios núcleos importantes, el más famoso de los cuales lo
constituyen los restos de Kalasasaya, llamado “palacio de justicia”, que
representa un edificio de planta rectangular de 130 x 135 metros, de cuyo
perímetro únicamente se conserva en la actualidad una serie de monolitos
verticales, los cuales, posiblemente, son restos de un muro antiguo. Es en su
interior donde se sitúan dos monumentos de gran interés en la escultura
tiahuanacota: el conocido con el nombre de El Fraile, que representa una figura
humana de caracteres hieráticos y la Puerta
del Sol.
La Puerta del Sol fue colocada en
el lugar que ocupa hoy, el ángulo noroeste, en época muy reciente, hacia 1903 o
1904, y seguramente cambió de lugar otras veces. Es probable que se tratara de
la entrada de un gran templo, desaparecido ya hace muchos años. Se trata de una
pieza tallada en un solo bloque de lava andesítica, de 3 metros de altura por 4
metros de anchura, en la que se ha excavado una puerta sobre la cual hay
esculpido un relieve llano, cuyo dibujo recuerda a los tapices de esta misma
época.
En el centro se encuentra una
figura humana de frente, con gran cabeza cuadrada, rodeada de rayos y con
amplio y complicado pectoral, en cuyas manos se observan algo que asemeja a dos
cetros decorados con cabeza de ave. Los bordes de su ropaje están adornados con
cabezas humanas reducidas. La figura central de la portada está ornamentada
como corresponde a una deidad suprema. Lleva en las manos emblemas de poder; en
la boca colmillos prominentes. Se ha querido ver en esta imagen al dios Sol,
porque su rostro, de mirada fija despide rayos en todas las direcciones,
terminados en una cabeza de animal.
A ambos lados de esta figura hay
cuatro filas, dos de las cuales representan seres humanos alados con grandes
ojos, con una rodilla doblada y coronas dentadas en sus cabezas, y las otras
dos, figuras de aves con piernas humanas y cabezas de águila, avanzando hacia
la divinidad central, como para rendirle homenaje.
Posteriormente, algunos elementos
de la iconografía de la Puerta del Sol
aparecerán en la decoración cerámica y en los tejidos del período expansivo de
Tiahuanaco, en todo el Perú y parte de Bolivia; pero adoptando distintas forma
y variantes locales.
Estos relieves han sido motivo de
muy diversas interpretaciones por parte de los investigadores. Se han dado
innumerables hipótesis, siendo la más probable la de que simbolicen fenómenos
cósmicos, una representación de tipo calendárico o cronológico, al estilo de
los mayas. No obstante, su significado, la Puerta
del Sol, con su extraña iconografía de ritmo geométrico y con el
convencionalismo de sus cuarenta y ocho figuras alineadas en posición de
acatamiento al Ser Supremo, es el símbolo de Tiahuanaco.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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