En esta obra Ghirlandaio convierte la escena casi en un hecho cotidiano, con un gusto por la narración heredado de Gozzoli y Lippi. La serenidad de la Madona preside el cuadro sobre un fondo de arquitectura que destaca sobre el límpido cielo. En torno, los cuatro santos, que vivieron en épocas y países distintos, aparecen agrupados en una escena celeste que se desarrolla, sin embargo, en un espacio que tiene las características del espacio real.
(Gallería degli Uffizi, Florencia).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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