Proyección dinámica a 30 grados de Antoine Pevsner (Museo Nacional de Arte Moderno. París). |
Según los hermanos Pevsner, en primer lugar, desde el punto de vista
del motivo, la idea creadora nace totalmente de él, independientemente
de toda sugestión externa.
En segundo lugar, desde el punto
de vista técnico, Pevsner y Gabo
crean la escultura-estructura. La
construcción íntegramente concertada
sustituye al modelado improvisado,
a la espontaneidad manual. Abstracta, elaborada de uno a otro
extremo, la obra tiene que ser más leída que palpada, y lo único que tiene en común con la escultura
clásica es que intercambia cierta
cantidad de espacio contra una
cantidad equivalente de material,
más o menos discontinuo, componiendo
una forma. Pero en este
caso, la forma -y éste es el punto
fundamental- es indirecta, es decir,
que nace de un proceso.
Esto es lo que inscribe a los hermanos
Pevsner en el movimiento
más general del constructivismo.
Paradójicamente, esta característica
también anuncia los procedimientos
industriales más mecánicos de tantos
escultores de hoy: compresiones
Escultura del siglo XX
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y expansiones de César, superficies
tensas empleadas en la arquitectura-escultura,
volúmenes hinchables,
etc. Pevsner se escandalizaría sin
duda de esta comparación. Aunque
debería admitir que en todos estos
casos, si bien la forma se obtiene
instantáneamente y es repetible -lo
cual no es el caso de las suyas ni de
las de Gabo-, resulta, como sucede
en ellos, de un proceso de elaboración
que viene a "cortocircuitar" la
mano del escultor, entendiendo la
mano en su tactilidad y en su contacto
milenario con él material.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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