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Artes industriales paleocristianas


El grupo más bello de las artes industriales paleocristianas lo constituyen los marfiles. La serie de los llamados dípticos consulares con retratos y nombres de los magistrados, para cuyo uso tenían autorización desde finales del siglo IV, es numerosa y constituye por su estilo, iconografía y retratos una de las más ricas fuentes del arte del Bajo Imperio. Piezas de la calidad de las placas romanas de los Símmacos y Nicómacos constituyen un ejemplo vivísimo de estos refinados productos. También para esta producción de lujo hay que acudir a la importancia de los tres centros imperiales, tantas veces citados: Roma, Milán y Rávena trabajan al mismo tiempo que lo hacen los centros orientales de Alejandría, Siria o Constantinopla, de manera que a veces es difícil distinguir la procedencia exacta de las piezas. 

⇦ Adán en el Paraíso (Museo del Bargello, Florencia). Hoja de marfil de un díptico cristiano del siglo v. con la imagen de Adán entre un grupo de animales, lo que supone una sugestiva e ingenua representación bucólica del Génesis. 



El díptico con Adán entre los animales y la predicación de San Pablo en la isla de Malta, en el Museo del Bargello de Florencia, constituye uno de los pocos ejemplos de tema cristiano antiguo. Apenas es posible señalar piezas de taller claramente romano, siendo posible atribuir a Milán los mejores marfiles de este momento, de arte neoclásico, rotundo en volúmenes y perfecto de formas, afín a los sarcófagos de la segunda mitad del siglo IV y a la pintura de Porta Latina. Milán debió tener un taller oficial muy importante, del que entre 330 y 360 debió salir la llamada lipsanoteca de Brescia. Contiene escenas de ambos Testamentos, combinadas con medallones con cabezas de Apóstoles, y se puede considerar una de las obras maestras del renacimiento posconstantiniano, semejante al sarcófago de Junio Basso, de Roma.


Hay que situar hacia el año 400 las dos placas con las Santas Mujeres junto al sepulcro de Cristo que se representa de planta central, a la manera del martyrium. De la primera mitad del siglo V es la caja de Pola y, sobre todo, las dos tapas de un evangeliario de la catedral de Milán cuya ornamentación se distribuye en recuadros con los Tetramorfos dentro de coronas de flores en los ángulos superiores y los evangelistas en los ángulos inferiores, temas de la vida de Jesús y una serie de milagros de su vida pública.

Muy original es el arte del vidrio, con figuras e inscripciones en oro. Se trata de fondos de vaso hallados en las catacumbas. En ellos se representan imágenes sueltas de los Apóstoles y algunas veces escenas bíblicas. No sólo Roma produjo este tipo de fondos dorados, sino que los talleres del Rin, en particular Colonia, muy activos en la producción de vidrios en el Bajo Imperio, fabricaron ejemplares de iconografía más compleja, algunos de ellos con una verdadera teoría de la salvación a través de las mismas escenas del Antiguo Testamento que figuran en las viejas catacumbas.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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