Alejandro Farnesio, retrato de Otto van Veen |
Alejandro Farnesio representa,
como pocos hombres de su tiempo,
la figura de quien sabe convertirse en una pieza clave de la política
mediante su habilidad para las
relaciones diplomáticas. Quizá haya que buscar la razón de su imparable
ascenso en la corte de la corona
española del siglo XVI en sus
antecesores, pues era nieto de un
emperador, Maximiliano, y biznieto
de un papa, Paulo III. Nacido en
Roma el 27 de agosto de 1545, su
madre era hija ilegítima de Carlos
V y él, además, era sobrino de
Felipe II y de Juan de Austria.
Alejandro se había trasladado
a España cuando apenas era un
adolescente y había estudiado en
Alcalá _ de Henares. De este modo,
gracias a su cercanía a la corte española
y las buenas relaciones de
su madre, Margarita de Parma,
que había sido nombrada gobernadora
de los Países Bajos, Alejandro
trabó gran amistad con Carlos, hijo
de Felipe II. Seguramente, de bien
pequeño pudo aprender cómo se
debían mover los hilos en la corte.
Justo es reconocer que, aparte
de ser un gran diplomático, Alejandro
demostró su pericia en las artes
de la guerra, pues participó con
gran arrojo en la batalla de Lepanto
y tras ésta fue enviado como
comandante de los tercios a los
Países Bajos para sofocar las revueltas
que allí se sucedían. Éste
fue su gran éxito, pues una vez
que logró consolidar el dominio español
fue nombrado gobernador
general de los Países Bajos, sustituyendo
a Juan de Austria. Nunca
dejó de batallar en defensa de los
intereses de la corona de España y
murió en el campo de batalla, en
Arrás, en el año 1592.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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