Pintada en 1938, en esta obra, el artista reproduce una
ciudad clásica para servir de marco al mito de la inalcanzable mujer soñada. El
personaje masculino se asoma a la puerta del ensueño como para asistir
impotente a la freudiana danza macabra en que el amor es un mero episodio entre
la vida y la muerte.
(Centro de Arte Surrealista, Londres)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
Salvat