El autor de este cuadro fue uno de los artistas que figuraba
en el Salón de Otoño de 1905, sin que por ello se adhiriera completamente a la
tendencia fauve. Esta obra, que data de 1928, denota gran preocupación por el
dibujo y el volumen, a la vez que parece simbolizar la plenitud y la vitalidad,
como si ilustrara una frase del propio Puy: "Pintar todo aquello que es
capaz de sacudir la carne y el pensamiento a la vez".
(Musée des Beaux
Arts et d'Archeologie, Besançon)