Este paisaje demuestra el
apego que sentía Mir por los juegos lumínicos, que producían una impresión cromática
vivaz y agreste, muy acorde con el campo y las vistas del pueblo que
representa. La perspectiva escalonada desde la que se inicia la mirada hacia el
fondo, con el campanario silueteado en el horizonte, enfatizan aún más la
emoción del autor en el momento de pintar el cuadro.
(Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona).