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El poderoso centro ceremonial de Tumaco-Tolita

A lo largo de la costa del Pacífico, entre las regiones fronterizas de Colombia y Ecuador, se desarrolló la cultura tumaco-tolita. Esta zona caracterizada por vastas llanuras, islotes y manglares con una infinidad de laberínticos canales y estuarios navegables, estuvo poblada entre los años 700 a.C. hasta el 350 d.C. por pescadores y agricultores que también se dedicaron a la orfebrería. Revelaron una gran capacidad de adaptación: recuperaron de las mareas zonas de cultivo a través de zanjas y diques, y su arquitectura, a base de palafitos, les permitía protegerse de las inundaciones características de esta región, debida sobre todo a las torrenciales lluvias de la Corriente del Niño. Además, supieron obtener de los ríos el oro y el platino con el que trabajaron sus finos adornos rituales. La denominación tolita proviene de sus enterramientos, o tolas, que estaban demarcados por montículos de tierra. Este era un privilegio destinado a los caciques, que eran enterrados con sus bienes, por lo que las tolas, que también se hallan a lo largo de la costa sur ecuatoriana, han sido magníficas fuentes de documentación arqueológica por la riqueza de sus contenidos. Algunas tolas contenían ollas superpuestas que adoptaban forma de columna y que reciben el nombre de timburas. También se encontraron en abundancia figura de cerámica con formas humanas que representaban a hombres decapitados y a hombres con máscaras de animales, como jaguares y pumas. Estos últimos eran probablemente chamanes que con esas máscaras representaban el poder y la fuerza masculinos propios del arte de la cacería y de la guerra. Estas figuras, de un gran realismo y adornadas con orejeras y narigueras, estaban pintadas, aunque mucha de su pigmentación se ha perdido por las condiciones climáticas de la región. La abundante presencia de tolas y de tales figuras de cerámica revela que poseían complejos rituales y que la región era un lugar de alta significación religiosa dirigida por chamanes. Sin embargo, la vida cotidiana también formaba parte de la cerámica de la cultura tumaco-tolita, y se tenía muy presente la enfermedad, el erotismo, la maternidad y la vejez.


Mariposa, pieza quiroptiforme de orfebrería de Tumaco-Tolita. Esta cultura se caracteriza por la calidad de su orfebrería. Elaborada en oro o tumbaga, de la que destacan las máscaras y los pectorales. Las piezas con motivos zoomorfos permiten constatar un minucioso trabajo artesanal, así como una originalidad propia de su intensa vida ceremonial. 

Pareja fornicando (Museo de Cerámica, Bogotá). Esta pieza de cerámica de la cultura tumaco representa un acoplamiento sexual como expresión plástica del culto a la fecundidad. Presuntamente se empleaba como fetiche simbólico para potenciar la virilidad. En el arte de las sociedades preincaicas, el acto sexual se mostraba sin tapujos y de manera natural, en todas las posturas imaginables en escenas orgiásticas o a dúo con miembros de indistinto sexo, o como mera exhibición exagerada de los genitales masculinos. 

Estatuilla antropomórfica (Museo de Arqueología del Banco Popular, Bogotá). Con el tiempo, el arte figurativo de la alfarería de Tumaco pasaría de las representaciones litúrgicas, del mundo mágico y de la creación de objetos destinados a los ritos ceremoniales, a una concepción más amable y realista, como se constata en esta estatuilla de engobe rojizo y con unos rasgos humanos muy marcados y prototípicos. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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