Hay que mencionar finalmente, dentro de este breve panorama del arte mesoamericano, la región huasteca, situada en el extremo norte del área del golfo de México, y cuyo desarrollo cultural más importante parece situarse en el período posclásico, excepción hecha de una rica producción de estatuillas de barro de proporciones muy armoniosas.
Escultura femenina (Museo Nacional de Antropología, México). Pieza huasteca procedente del municipio de Tepetzintla (Veracruz). Esta escultura, contemporánea de la tolteca y azteca, dio generalmente figuras en pie que se caracterizan por tener los brazos cruzados o las manos apoyadas sobre el pecho o la cintura. Esta dama de complicado tocado, falda recogida y senos desnudos, cuyas manos parecen sostenerse en el cinturón ritual, es posiblemente la diosa huasteca de la fertilidad y del amor.
Buena parte de la cultura huasteca se desarrolló en territorios que en la actualidad corresponden al estado de Veracruz aunque también muchos de sus asentamientos estaban enclavados en zonas que pertenecen a los vecinos estados de Tamaulipas, San Luis Potosí e Hidalgo. Es decir, áreas que se reparten entre la Sierra Madre oriental, importante zona montañosa, y una región muchos más llana que se extiende hasta la costa.
Cabe señalar que la cultura de los huastecos es una de las menos estudiadas de Mesoamérica, aunque ello no ha impedido que las investigaciones llevadas a cabo hayan puesto de manifiesto que, como en tantos otros lugares de México, el culto a los muertos fuera uno de los ejes vertebradotes de la vida cotidiana y artística.
⇦ Escultura huasteca (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Por el atuendo y los atributos es posible que se trate de Quetzalcóatl, el dios de la aurora.
⇨ Viejo con bastón. Escultura realizada por los artesanos huastecos que reproduce con gran habilidad la situación de un anciano, encorvado e inseguro, que debe apoyarse en un bastón para caminar.
De este modo, las excavaciones arqueológicas dan a entender que los huastecos, por lo menos durante los tiempos finales de su civilización, realizaban dos tipos de enterramientos. Uno en forma directa, el más sencillo, por la que se enterraba al difunto en el suelo; y otra forma, indirecta, que consistía en enterrarlo en una construcción arquitectónica edificada para tal menester. Asimismo, también se llevaba a cabo la cremación, que, según parece, se trata de un ritual que se remontaba a los primeros tiempos del período preclásico.
Como ya se ha apuntado, los territorios en los que se desarrolló la cultura huasteca comprenden áreas de montaña y de costa, por lo que, como es lógico, los asentamientos eran diferentes en una zona y en otra. Se supone que los habitantes de las zonas de la costa debieron de verse obligados a protegerse de los posibles estragos que podía causar el agua, y prueba de ello parece ser el descubrimiento de una plataforma sobre la que se construyó una casa y que se ha encontrado en el estado de San Luis Potosí, asentamientos por encima de los mil metros en las zonas montañosas, pues era más adecuado construir las poblaciones en los valles y las mesetas bajas.
Poco espectacular, la arquitectura huasteca presenta, sin embargo, algunos interesantes basamentos de planta semicircular y de aristas redondeadas. En cambio, algunas de sus esculturas destacan por sus superficies aplanadas y sus líneas depuradas. Tal es el caso del llamado “adolescente huasteco”, otra de las joyas del Museo Nacional de Antropología de México.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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