Las Espigadoras, de Jean-François Millet, constituye una de las obras fundamentales del realismo.
Tratamiento artístico de la vida, consistente en reflejarla sin idealización ni subjetivismo. El realismo surge como oposición al idealismo de clásicos y románticos, proponiendo una realidad objetiva de los temas de la vida común; el hombre debe aparecer dentro de su ambiente habitual, y su trabajo cotidiano tiene que ser un motivo de fecunda inspiración. El término realismo fue adoptado por un movimiento artístico que apareció en Francia a raíz de la Revolución de 1848 y
que tuvo como principales representantes al pintor Gustave Courbet y al teórico
Champfleury; la primera manifestación pública del grupo se llevó a cabo en la Exposición Universal
de París en 1855. El movimiento se había preparado entre 1830 y 1849, fecha en
que Courbet expuso Un enterrement a Omans,
verdadero manifiesto de la pintura realista. En los años que precedieron a esta
fecha fueron varios los hechos que prepararon la eclosión del realismo: el
éxito de la exposición de Constable en el Salón de París de 1824; el
redescubrimiento de la pintura holandesa del s. XVII (Rembrandt, Ruysdael, Vermeer, Van Ostade, etc.); la influencia de los maestros barrocos españoles
(Ribera, Zurbarán, Velázquez, Murillo), conocidos en Francia por colecciones
oficiales y particulares, y de los grabados de Gaya, muy difundidos. A estas
motivaciones de orden estético hay que añadir la existencia coetánea de ciertas
preocupaciones por los problemas sociales; ello da pie para establecer la
siguiente evolución: pintura realista à pintura popular à pintura social. Representante genuino de esta
generación de pintores fue Courbet, cuyo arte expresó las inquietudes sociales
que invadieron Europa a mediados del s. XIX. En España, el realismo courbetiano
está representado por el catalán Martí y Alsina, introductor de la pintura
realista en la escuela barcelonesa.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
Artistas del Realismo
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