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Tiziano (h.1490-1576)

 

Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.

Tiziano Vecellio (Pieve di Cadore, h. 1490 - Venecia, 27 de agosto de 1576) Pintor italiano. Fue el más importante maestro de la gran escuela pictórica veneciana y uno de los mayores genios del arte universal. Su obra fue conocida y admirada por los grandes personajes de la época, y papas y reyes se hicieron retratar por él. Fue discípulo de Giovanni Bellini y de Giorgione, y la obra de este último influyó poderosamente en el joven Tiziano, hasta el punto que dos de las obras más bellas de Giorgione le han sido atribuidas: Venus dormida (Dresde) y Concierto campestre (Louvre). En 1510, estando en Padua, pintó los frescos de los Milagros de San Antonio de Padua (Scuola del Santo). En 1513 regresó a Venecia e inició un período de gran actividad. En esta época pintó obras como El Amor Sagrado y el Amor Profano (1515, Gallería Borghese, Roma), Las tres edades de la vida (1512, Museo de Edimburgo), y Noli me tangere (1511, National Gallery, Londres). En 1518 pintó en Venecia, para la iglesia de Santa Maria Gloriosa dei "Frari", La Asunción de la Virgen, grandiosa composición que llegó a ser prototipo de las tablas de altar venecianas; para esa misma iglesia realizó entre 1519 y 1526 La Pala Pesaro, que marca un importante paso en la conquista del espacio y la luz. En 1 516 entró en contacto con Alfonso I de Este; en 1523 se relacionó con la corte de Mantua, y pintó la Virgen y el Niño con Santa Catalina (h. 1530, Louvre) y las efigies de los Doce Césares (h. 1537), destinadas a decorar una sala del palacio. En 1532 se trasladó a Bolonia, en ocasión de la coronación imperial de Carlos V y ejecutó un retrato del emperador (perdido) y obtuvo el reconocimiento y la amistad de éste, al que retrató de nuevo tres años más tarde (Prado). A partir de ese momento Tiziano retrató a los más importantes personajes de su tiempo: el cardenal Hipólito de Medici (1533, Gallería Pitti), Isabel de Este (1534, Viena), los duques de Urbino (1536-1538, Uffizi), etc. Entre 1534 y 1538 realizó para la Scuola del la Carita, de Venecia, la Presentación de la Virgen en el Templo (Accademia de Venecia). Hacia 1540, el manierismo miguelangelesco influyó en su obra, y en el transcurso de un lustro, el color luminoso de su pintura experimentó una reducción (altar de la Coronación de Espinas, 1542). De esta época son los retratos del cardenal Pietro Bembo (1542, National Gallery, Washington) y Pietro Aretino (1545, Gallería Pitti, Florencia). 
En 1545 visitó Roma y realizó dos grandes obras: Danae y el retrato del papa Paulo III hablando con sus sobrinos (Gallería de Capodimonte, Nápoles). A partir de esas fechas inició una etapa de gran producción: retablos de la iglesia de Serravalle (1547), retrato ecuestre de Carlos V (Prado), de Isabel de Portugal ( 1548, Prado), Venus con el Amor y la Música (1548, Prado), etc. Tras la abdicación de Carlos V, Tiziano siguió pintando para su sucesor Felipe II, del que realizó varios retratos (Prado, Nápoles, Milán) y para el que ejecutó diversos cuadros de tema pagano, con fuertes dosis de erotismo: DánaeVenus con organista y perritoVenus y Adonis (Prado). 

La producción de Tiziano en sus últimas décadas comprende obras de fuerza extraordinaria, tanto en el terreno religioso como en el mitológico y en el retrato. En 1555 realizó el Martirio de San Lorenzo (Venecia, iglesia de los jesuitas) y hacia el mismo período el San Jerónimo (Brera), el Castigo de Acteón (National Gallery, Londres) y la Anunciación (San Salvatore, Venecia). En estas pinturas desarrolló un nuevo estilo (que ha sido denominado "impresionismo mágico"): el trazo es nervioso y los colores están aplicados en veladuras superpuestas. Estas características se acentúan a partir de 1570: Virgen de la Misericordia (1571, Pitti, Florencia), Piedad (1570-75, Gallería de la Accademia de Venecia). 

Tiziano Vecellio nació en Pieve di Cadore, probablemente en 1488. Esta fecha es más convincente que la de 1477, justificada durante mucho tiempo por noticias tradicionales, siendo una de las principales la declaración del escribano de su parroquia que lo anotó en el libro de los muertos “a la edad de ciento tres años”. De familia muy conocida e importante en los valles de Cadore, de muchacho fue enviado a Venecia con su hermano Francesco a la escuela de pintura del mosaísta Sebastiano Zuccato. Poco o nada se sabe de su infancia, embelesada tal vez por la belleza de sus montañas que reaparecerán con frecuencia, más tarde, en los admirables paisajes de fondo de sus cuadros de amplios horizontes.

Pero quizá sintió pronto vocación por la pintura, aunque no sea del todo cierta la anécdota narrada por Ridolfi de que muy joven aún pintó una Virgen “en un capitel… con jugo de flores”, a la vista de sus Alpes rosados por los apacibles atardeceres y arropados de bosques y prados de un verde esmeralda.

No había otra razón, sino la vocación que sentía, para justificar el ingreso en un taller de pintura del hijo de una familia notable y rica. Y Venecia, con su opulencia, sus mármoles, sus mosaicos y su laguna, aviva en sus ojos y en su corazón ese gusto apasionado del color que hace de Tiziano el pintor por excelencia, casi por antonomasia.

La pintura, en Venecia, vivía aún de las últimas esplendorosas historias de Vittore Carpaccio, de la obra de Gentile Bellini, de los espacios dilatados, abiertos a las figuras sólidas y a los colores sonoros y suaves del claroscuro de Giovanni Bellini, y del mundo nuevo del joven Giorgione de Castelfranco en su atmosférica, dulcísima languidez, toda hecha de delicadeza de tonos y colores, vibración de sentimientos y apaciguamiento de los sentidos y de los dramas. Del mosaísta Sebastiano Zuccato “el muchacho, Tiziano, fue enviado a Gentile Bellini, hermano de Giovanni”, y luego “…le fue dicho por Gentile que no iba a ser de provecho en la pintura, viendo que se apartaba mucho de su camino. Por eso Tiziano, al dejar ese torpe Gentile, tuvo ocasión de acercarse a Giovanni Bellini; pero al no gustarle plenamente tampoco esa manera, eligió a Giorgio de Castelfranco” (Dolce).

Giambellino en verdad resumía en sí, para Tiziano, toda la pintura véneta del Quattrocento que con él se cerraba, mientras que con Giorgione, el de Cadore entra en el Cinquecento más esplendoroso y triunfante. Tiziano Vecellio, según se verá, tuvo una larga vida y trabajó continuamente, desde los años de su juventud a los de su extrema vejez, sin repetirse jamás, sobre todo en las expresiones y en el lenguaje, esbozando y abandonando sus obras para reanudarlas al cabo de meses, incluso de años. Resulta difícil y problemática una sucesión cronológica de sus pinturas y tampoco es posible, en estas breves páginas, reseñarlas todas, al igual que la división en períodos de su extensa vida es aproximativa y, en alguna ocasión, los tiempos se dilatan y se confunden.

Concierto campestre de Tiziano (Musée du Louvre, París). Es una obra maestra de tonalidad y atmósfera. Con ella, el artista abre un capítulo de la pintura que habrá de cerrar Manet. La composición está concebida como una visión de ensueño, en la que los desnudos se funden con el paisaje a la luz del crepúsculo. 

Retrato de Vincenzo Mosti de Tiziano

 


La obra se menciona en el inventario de 1687 de la galería como una "copia de Tiziano que se cree original". En el de 1815, se atribuye a la Escuela Veneciana y en el de 1829 a un artista desconocido. Se ha reasignado a Tiziano después de la eliminación de las pinturas.

El tema se identifica tradicionalmente como Tommaso Mosti, miembro de una familia relacionada con el Este de Ferrara , basado en una inscripción en el reverso que dice "Di Thomaso Mosti in età di anni XXV l'anno MDXXVI. Thitiano de Cadore pittore". Sin embargo, el Mosti histórico siguió una carrera eclesiástica y, por lo tanto, las prendas del sujeto no son apropiadas. Probablemente, el hombre podría ser su hermano mayor Vincenzo, quien murió en 1536, o Agostino. La datación en la inscripción (1526) sería un error de transcripción de un "0" como un "6".

Retrato ecuestre de Carlos V de Tiziano

 

El Retrato ecuestre de Carlos V, ejecutado por Tiziano en 1548, por encargo de la Reina María de Hungría, hermana del emperador, es uno de los más célebres de la historia y el único retrato a caballo pintado por el artista.

El emperador escogió a su pintor favorito para que perpetuara con su arte el gran triunfo conseguido sobre los protestantes. Tiziano, con la negación de venir a España, pintó al monarca en Augsburgo, en conmemoración de su victoria sobre la Liga de Smalkalda, acaecida en Mühlberg, el 24 de abril de 1547.

Precisamente, el pintor veneciano lo retrata momentos antes de la victoria, cuando Carlos V detiene su caballo frente al río Elba, tras el cual los protestantes se han hecho fuertes. Después de un momento de reflexión, reflejado en e rostro envejecido del monarca, éste decide atravesar el río y vencer.

Situado en medio de un vasto paisaje, el anciano monarca, montado en su caballo negro, lleva una armadura guarnecida de oro y con una banda roja con franjas doradas, los colores de la casa de Borgoña. En el peto aparece una imagen de la Virgen con el Niño, muy habitual en las armaduras de los emperadores desde 1531. La armadura es una valiosísima pieza labrada en oro y plata que se conserva actualmente en la Real Armería de Madrid.

La vivacidad de los colores del metal de la coraza, junto con la manta del caballo y el penacho que remata el casco del emperador, contrastan con la palidez y la cierta melancolía del rostro del protagonista.


Carlos V aparece sereno con la lanza tendida hacia delante con la que crea una diagonal, y con la que indica su necesidad de avanzar. La lanza adquiere en este retrato un doble significado. Por un lado, hace alusión a Longinos y por otro al arma de San Jorge, caballero cristiano por excelencia. En cambio, también es símbolo del poder del emperador como general victorioso. Las connotaciones políticas y religiosas se entrelazan, aunque la primera es significativamente impactante. Carlos I de España y V de Alemania utilizó el arte como propaganda política, ningún otro monarca lo había hecho antes con tanto ímpetu.

Este tipo de representaciones venía de una larga tradición dentro de la iconografía imperial clásica. Tiziano presentó al emperador en un magnífico retrato ecuestre imitando a los grandes emperadores romanos. Cabe mencionar el retrato de Marco Aurelio y, más reciente en el tiempo, el de condottiero Colleoni de Andrea Verrochio.

El artista veneciano consiguió una de las mejores realizaciones y uno de los espléndidos retratos a caballo de la Historia del Arte. Él fue el responsable de fundar una iconografía dentro del género pictórico del retrato que alcanzaría su plenitud en el Barroco, con artistas como Rubens y Velázquez.

A pesar de que el cuadro sufrió el incendio del Alcázar de Madrid en 1734, por fortuna pudo restaurarse, pasando en el siglo XIX, con el resto de la colección real española, al Museo del Prado. Es en esta institución donde sigue albergado este óleo sobre lienzo, de 332 x 279 cm de altura.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Alegoría de la Prudencia de Tiziano

 


Alegoría de la Prudencia es un cuadro de Tiziano pintado al óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 76,2 x 68,6 cm. Está datado entre los años 1565 - 1570 y se conserva en la National Gallery de Londres.

En el cuadro están representadas tres cabezas humanas mirando cada una en una dirección diferente y debajo de ellas tres cabezas de animales (de izquierda a derecha) un lobo, un león y un perro. La pintura es normalmente interpretada como la representación de "las tres edades del hombre": juventud, madurez y vejez. Así mismo, la dirección en la que miran cada uno de los personajes, reflejaría su relación con el Tiempo; pasado, presente y futuro. La luz que baña el cuadro refuerza también este paso del tiempo, con una luz clara que ilumina el rostro del joven que empieza a desvanecerse en la persona madura hasta acabar casi en penumbra el rostro de la persona anciana. Bajo las cabezas humanas, los animales siguen insistiendo en la visión del tiempo pues en diversidad de culturas la representación de estos animales se asocian a esas etapas concretas de la vida.​

Es posible también que la simbología de los animales se refiera a las diferentes actitudes del hombre en su vida. Así el perro simboliza el aprendizaje de la juventud, el león la fuerza y poder de la madurez y el lobo la soledad de la vejez.

Finalmente, sobre el triple retrato, Tiziano explica el sentido de la alegoría en una inscripción.

EX PRAETERITO/PRAESENS PRUDENTER AGIT/NE FUTURA ACTIONẼ DETURPET
Desde la experiencia del pasado/prudencia en los actos del presente/para no echar a perder los actos del futuro.

Por otra parte, los rostros representados se cree pertenecen a Marco Vecellio, un joven primo de Tiziano que representa a la juventud. El hijo de Tiziano, Orazio, en la edad madura y el propio Tiziano en la representación de la vejez.​ Tanto su hijo Orazio como el joven primo trabajaban y vivían en el estudio de Tiziano y se baraja la posibilidad de que el cuadro esté asociado directamente con las negociaciones del traspaso de las propiedades de Tiziano, quien sentía próxima su hora, a las futuras generaciones. Por lo que el cuadro serviría como consejo visual para las siguientes generaciones de actuar con prudencia en la administración de su legado.

Otros significados
Sin embargo, más recientemente, la pintura ha sido explicada de formas diferentes. En vez de una alegoría a la prudencia, se trataría de una alegoría sobre el pecado y la penitencia. Esta versión implicaría el reconocimiento por parte de Tiziano de que sus imprudencias de juventud y madurez lo condenaron a una vejez de remordimientos.​

En el otro extremo, el cuadro ha sido explicado como una declaración a favor de la prudencia la cual se consigue con la experiencia y el paso del tiempo siendo un aspecto esencial para el buen juicio y discernimiento artístico. En esta interpretación, el cuadro refutaría la opinión de que la vejez es enemigo de los logros artísticos.

A un nivel más general, el cuadro mostrando a Tiziano con sus ayudantes, Orazio y Marco, se podría entender como una defensa a la prudencia en la continuidad de la tradición del trabajo de la Escuela Veneciana.

Punto al Arte