Bacon, Francis (Dublín, 27 de octubre de 1909 - Madrid, 28 de abril de 1992) Pintor de estilo figurativo idiosincrásico, caracterizado por el empleo de la deformación pictórica y gran ambigüedad en el plano intencional.
Considerable ambivalencia puede además ser detectada en comentarios suyos, tales como «quisiera que mis pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de eventos pasados, como el caracol que deja su baba» o «acaso algún día logre capturar un instante en toda su violencia y toda su belleza».
Biografía
Pintor anglo-irlandés
Nació en Dublín en 1909. Parte de su niñez transcurrió tanto en Irlanda como en Inglaterra, mas sus padres y familia eran británicos. Desde 1925 en adelante residió en Londres, donde permaneció y trabajó durante 67 años, desarrollando allí casi toda su producción artística. Bacon se consideraba un pintor británico. En 1937 participó en la muestra de diez Jóvenes Pintores Británicos, organizada por Eric Hall en Agnew's, Londres. En 1945, expuso en Londres, junto con los artistas ingleses Henry Moore y Graham Sutherland, su pintura Tres estudios para figuras al pie de una crucifixión (c. 1944), tríptico que, según el propio Bacon, marcó el punto inicial su carrera plástica. En 1950, obra de Bacon es incluida en la exposición Los últimos cincuenta años en el arte británico, presentada en la Galería Knoedler de Nueva York. En 1956, el primer autorretrato de Bacon y seis pinturas suyas inspiradas por una imagen de Van Gogh fueron incluidas y exhibidas en la muestra Maestros de la Pintura Británica, 1800-1950, presentada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En 1960, la obra de Bacon figura en Pintura británica 1700-1960, muestra que tiene lugar tanto en Moscú como en Leningrado.
Infancia y pubertad
Su padre era un militar inglés retirado que se dedicaba a criar y entrenar caballos de carreras en Dublín. En 1914, debido a la Primera Guerra Mundial su familia se mudó a Londres. Entre 1914 y 1925 la familia Bacon vivió trasladándose intermitentemente de Inglaterra a Irlanda y viceversa. Debido a ello, su infancia no fue fácil. Padecía además de asma crónica y careció de un marco escolar regular, dado que su enfermedad le impedía acudir al colegio. Cuando sufría ataques asmáticos fuertes solían administrarle morfina.
En la pubertad, Francis Bacon se sentía atraído sexualmente por su padre, llegando además a consumar "asuntos" con los mozos irlandeses que trabajaban en las caballerizas del exmilitar. En 1925, al enterarse su padre de las inclinaciones homosexuales de su hijo, lo excluyó del hogar familiar a la edad de 16 años, enviándolo con un amigo de la familia a Europa continental para que hiciera de él "un hombre". Bacon partió con el amigo de su padre a Berlín, donde, irónicamente, terminó por seducir a ese acompañante, para entregarse luego a todos aquellos placeres que la Alemania de los "Dorados Veinte" tenía para ofrecerle.
Comienzos artísticos
Entre 1927 y 1928 Bacon residió en Berlín y París. Luego de estar durante dos meses en Berlín se dirigió a Francia, visitando París y viviendo durante medio año cerca de Chantilly, alojado por una pianista y aficionada al arte que había conocido en una exposición parisina. En ese período descubrió y admiró La masacre de los inocentes, óleo de Poussin conservado en el Museo Condé sito en dicha localidad. Este cuadro despertó en él, según dijo alguna vez, un gran interés tanto por la boca como por el grito. En la Galería Rosenberg de París, tras visitar una muestra que incluía con las figuras antropomorfas de Pablo Picasso, Bacon decidió hacerse pintor.
De regreso a Londres, Bacon tomó algunas clases informales de dibujo y pintura con el artista australiano Roy De Maistre y, trabajando además como autodidacta, realizó sus primeras obras a partir de 1929. Realizó acuarelas, gouaches y óleos, pero su quehacer no fue inmediatamente reconocido y ello lo condujo a destruir parte de su producción. Para 1930 trabajaba en Londres como decorador de interiores y diseñador de muebles modernos.
Es hacia 1944 cuando finalizó su tríptico Tres estudios de figuras al pie de una crucifixión, cuadro tripartito con extrañas criaturas que en su momento generó polémica y es hoy considerado ser uno de los más originales e inquietantes del arte del siglo XX.
A través de esa obra, que marca el inicio de la madurez artística en la carrera de Bacon, el pintor tácitamente decidió que el tema de sus pinturas sería tanto la vida en la muerte como la muerte en la vida. Buscó expresar su condición vital, ligada ésta también a su lado autodestructivo. Michel Leiris le sugirió que el masoquismo, el sadismo y otro tipo de manifestaciones similares, en realidad, eran tan sólo maneras de sentirse más humano. Bacon por su parte pintó la figura humana expuesta y vulnerable, deformada y mutilada, logrando así expresar "la soledad, la violencia y la degradación".
Para 1945 Bacon desarrollaba ya un estilo propio e inconfundible, que años más tarde se tornaría obsesivo y hasta casi redundante o repetitivo. En 1949, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), compró una impresionante obra suya titulada Pintura 1946, que presenta dos figuras inciertas más una de ellas suspendida como si estuviese crucificada. También en 1949 Bacon comenzó a desarrollar una serie de variaciones fantasmagóricas sobre el Retrato de Inocencio X de Velázquez, llegando a realizar no menos cuarenta de esos "papas". Curiosamente, Bacon los pintó guiándose por fotografías y, cuando tuvo la oportunidad de contemplar el original de Velázquez en Roma, se negó rotundamente a hacerlo.
Pintor singular y obra extraordinaria
Francis Bacon realizó algunas de las pinturas más impactantes y desgarradoras del arte contemporáneo. Margaret Thatcher, también conocida como la "Dama de Hierro", alguna vez despreció la obra de Bacon, describéndola en términos de "asquerosos trozos de carne". Sin embargo, la enigmática obra de Bacon involucra no poco magnetismo sobre el espectador.
El carácter de Bacon era tan atípico como poco dado a llamar la atención. Le gustaba vivir la vida plenamente, incluso si para ello le era necesario correr riesgos considerables. Hombre sádico e incorregiblemente destructivo, el piloto Peter Lacy fue su primer gran amor, lo conoció en 1952 y después de una tormentosa relación de ocho años con Bacon, en la que Lacy solía destruir sus pinturas y una vez hasta llegó a arrojar al artista a través de una placa de vidrio, Lacy se mudó a Tánger, donde el exceso de alcohol lo condujo a suicidarse en 1962. Durante los años cincuenta y las postrimerías de los años sesenta, Bacon realizó varios retratos de Lacy; a él, Bacon lo representó en la serie titulada Hombre en azul, reflejando luego su personalidad a través de imágenes drásticamente distorsionadas y a menudo tituladas mediante el uso de iniciales: Estudio de retrato para P.L. (1962) y Estudio para un retrato de P.L. (1964).
En 1963, Bacon descubrió a George Dyer, su amante y modelo durante ocho años: lo sorprendió robando en su taller y, acto seguido, le propuso que podía llevarse todo lo que quisiera, solo si antes se acostaba con él. Su relación fue intensa, inestable e imprevisible. Dyer fue modelo de Bacon y llegó a ser la principal fuente de inspiración para muchos de los cuadros que Bacon realizó particularmente entre 1963 y 1971, año este último en el que Dyer, entonces sumamente depresivo y contando ya con dos intentos previos de suicido, consiguió esta vez lograr su cometido y se suicidó habiendo ingerido una importante dosis de píldoras para dormir mezcladas con alcohol. A pesar de ello, Dyer es el más conocido de los amantes de Bacon y ello en parte se debe a que el artista inmortalizó su suicidio a través de obras suyas en las que representó los instantes finales de Dyer sobre el lavatorio de una habitación de hotel, la noche en que se inauguraba la retrospectiva del pintor en el Grand Palais de París.
Hacia 1975 Bacon inició una relación más estable, con John Edwards, quien subsecuentemente heredó sus bienes: unos 11 millones de libras esterlinas.
Cada día para Bacon se dividía en dos. Por la mañana siempre pintaba. Para con su quehacer plástico poseía la rutina diaria de un trabajador serio. A partir de la tarde se vestía con sobriedad y concurría al pub del que era un incondicional —The Colony Room—, para dedicarse a la bebida y, eventualmente, dar luego rienda suelta a sus proclividades y apetitos sexuales. Si bien existen numerosas anéctodas acerca suyo, Bacon llevaba una vida bastante solitaria y poco dada a escándalos. Y pese a no haber completado ninguna educación formal, el pintor era un hombre cultivado y se interesaba por asuntos profundos.28 Al considerarlos, sin embargo, podía fácilmente tomar cierta distancia de ellos a través del sarcasmo y recurriendo al factor sorpresa, tal como sucedió, por ejemplo, cuando el crítico de arte David Sylvester alguna vez le preguntó a qué edad llegó a comprender que la muerte también le llegaría él algún día, para obtener el siguiente comentario por parte de Bacon:
Me di cuenta cuando tenía diecisiete años. Lo recuerdo muy bien, muy claramente. Recuerdo que estaba mirando una cagada de perro sobre la acera y de pronto lo comprendí; ahí está, me dije: así es la vida. Curiosamente, [esa idea] me atormentó durante meses, hasta que llegué, como si dijésemos, a aceptar que uno está aquí, existiendo durante un segundo, y que le aplastan luego como a una mosca contra la pared.
Bacon, 1975.
La actuación y el saber fingir era también parte de su estrategia artística. Ello posiblemente haya estado ligado a su condición de homosexual dentro de una sociedad generalmente puritana y homofóbica. Sea como fuere, Bacon cuidaba su imagen como artista y la imagen que su obra daba al espectador. En varios sentidos hasta era el censor de quienes trabajaban con él, reteniendo información acerca de su persona y no permitiéndole a nadie publicarla. Debido a ello, el aproximarse a algunos datos biográficos de Bacon desde el plano de la total certitud puede ser tan arriesgado como caminar sobre una placa de hielo fino; no en vano la vaguedad e indeterminación de las palabras de Bacon suelen ir acompañadas de un dejar abiertas varias posibles lecturas de las mismas:
La pintura que me excita [...] destraba todo tipo de válvulas de sensación en mí, las que me devuelven a la vida violentamente.
Bacon, 1975.
Asimismo, Bacon se había referido con anterioridad a su pintura como "un intento de traer la cosa figurativa sobre el sistema nervioso más violentamente y más incisivamente" que cualquier expresión abstracta, resumiendo entonces la naturaleza específica de su deseo en los siguientes términos:
Cuánto más claro y más preciso [el deseo], mejor. Por supuesto, cómo ser claro y preciso es actualmente una cosa terríblemente difícil. Y creo que ese es el problema de todos los pintores de hoy, o por lo menos de [todos aquel]los pintores que poseen un tema o algo figurativo en su obra. Ellos quieren hacerla sólo más y más precisa; pero [a través] de una precisión muy ambigua.
Bacon, 1962.
De ello se deduce que Bacon no solo se interesaba por el arte figurativo sino también por introducir en su propia pintura esa "muy ambigua precisión" de la que habló en 1962, ingrediente que trabaja como una espada de doble filo sobre el espectador y le permite a su vez al artista expresar contenidos autobiográficos desde un plano de vaguedad e imprecisión.
Curioso y desordenado, Bacon acumulaba en su taller innumerables recortes de prensa y fotografías de obras de arte del pasado. También le interesaban las películas mudas mostrando la figura humana en estado de locomoción, así como también aves y demás animales, pues le fascinaba el movimiento de los seres vivos. El taller de Bacon estaba tan desordenado, que el artista debía frecuentemente pisar sus fuentes visuales de inspiración para poder así lograr llevar a cabo su trabajo en el mismo. Solía desechar toda obra suya con la que no estuviese suficientemente satisfecho. Tras la muerte del pintor, el taller de Bacon fue donado por Edwards a la Galería Municipal de Arte Moderno de Dublín, donde, luego de haber sido desmontado y trasladado, fue reconstruido con precisión arqueológica, como si fuera una obra de arte en sí mismo.
Bacon visitaba el Museo del Prado cada vez que podía hacerlo; a veces incluso en privado, mientras el museo permanecía cerrado al público. Sus últimos viajes a Madrid se debieron en parte a la relación que mantenía con un español, José Capelo.
Entre el 3 de febrero y el 19 de abril de 2009 el Prado acogió una exposición antológica de Bacon que fue conmemorativa del centenario de su natalicio y que fue organizada junto con la Galería Tate de Londres y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Declaraciones y entrevistas filmadas
Bacon fue un artista sumamente mediático y uno de los pocos en su tiempo que se expresó en innumerables oportunidades acerca de su obra y la relación de la misma con lo que él consideraba ser el trasfondo de la Historia del Arte y la producción de sus colegas contemporáneos, a quienes por lo general se refería con declarado desdén: en 1968, por ejemplo, Bacon no dudó en referirse a Jackson Pollock en los inesperados términos de "viejo confeccionista de encajes y puntillas". Con todo, Bacon siempre sintió una profunda e inamovible admiración por Pablo Picasso así como por Alberto Giacometti. El pintor respetaba además el legado de los grandes maestros del pasado y llegó a montar una exposición del mismo organizada según los propios criterios de Bacon.
Diversas entrevistas con Francis Bacon fueron registradas y filmadas en Londres y en París, especialmente entre 1960 y 1985. Entre las más memorables merecen ser indicadas las conversaciones filmadas por la BBC de Londres, donde Bacon dialoga con su mentor, el crítico de arte David Sylvester. El contenido de esos encuentros, sostenidos entre 1962 y 1974, fue compilado en un libro publicado en inglés en 1975 y cuya versión en español se titula Entrevistas con Francis Bacon.
Bacon concedió entrevistas a David Sylvester, Peter Beard y Hugh Davies.
Fuente: https://es.wikipedia.org/
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