Páginas

Artistas de la A a la Z

Mostrando entradas con la etiqueta Holbein Hans el Joven. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Holbein Hans el Joven. Mostrar todas las entradas

Hans Holbein el Joven (1497?-1543)



Holbein der Jüngere, Hans (Augsburgo, Alemania en época de Imperios 1497?1 - Londres,  1543). Pintor y grabador alemán.  Hijo de Hans Holbein el Viejo. Se inició en la pintura con su padre y en 1515 pasó a la ciudad de Basilea, donde, junto con su hermano, recibió enseñanzas en el taller de Hans Herbster. En 1519 fue admitido en el gremio de pintores. En Basilea trabó amistad con los miembros del grupo humanista de la ciudad, Johan Froben, editor que le encomendó la ilustración de numerosos libros; Bonifacio Amerbach y, sobre todo, Erasmo, de quien ilustró con dibujos satíricos el Elogio de la locura y al que retrató en diversas ocasiones. De esta época son la Madona de la familia Meyer (1516; Museo de Darmstadt), Descenso de la cruzLamentación de Cristo (1520), los retratos de Amerbach (Museo de Basilea) y Erasmo (Museo del Louvre), y unos dibujos con Historias del Antiguo TestamentoEl ambiente originado por la Reforma le obligó a marchar a Inglaterra (1526), donde se presentó a Tomás Moro con una carta de recomendación de Erasmo. Dos años más tarde regresó a Basilea, y allí pintó un Retrato de su esposa y dos hijos mayores (1528; Museo de Basilea). Pero en 1532 se trasladó definitivamente a Inglaterra, donde poco después fue nombrado pintor de Enrique VIII. A esta época pertenecen sus retratos de Enrique VIIIAna de Clèves (Museo del Louvre), Catalina Howard (Museo de Toledo, Ohio), Jane Seymour (Museo de Viena) y una larga serie de personajes de la corte inglesa. La pintura de Holbein se manifiesta en íntima comunión con los valores humanísticos del Renacimiento, reforzada por el ambiente intelectual que encontró primero en Basilea, en el círculo de Erasmo, y después en Londres, sobre todo por su amistad con Tomás Moro.

Con una técnica minuciosa, propia de los primitivos septentrionales, junto a una amplia concepción armoniosa, de influencia italiana, rompió por completo con los resabio góticos presentes aún en la obra de Durero. A través de su obra se adivina cómo el espíritu europeo de su época se encamina, impulsado por la doctrina protestante, hacia el individualismo del s. XVII.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Obras comentadas


Galería
Muerte de la Virgen, 1501

La agonía en el jardín, 1505

Los embajadores de Hans Holbein el Joven


En Los embajadores, Hans Holbein, el Joven, retrata a los diplomáticos Jean Dinteville y Georges de Selve. La obra la debió de pintar en 1533, según nota que aparece abajo, a la izquierda, en la parte del pavimento que queda en sombra: “IOANNES HOLBEIN PIN-GEBAT 1533”.

Ambas figuras aparecen de pie y en tamaño natural. A la izquierda, el noble francés Jean de Dinteville (1504-1555), aparece condecorado con la orden de San Miguel. La vaina de la daga que sostiene con la mano lleva la inscripción “AET. SVAE. 29”, quizás muestra los años que tenía cuando lo retrató Holbein, veintinueve. Dinteville fue cinco veces a Inglaterra en calidad de embajador siendo su permanencia más larga en Londres la del año 1533.

El personaje retratado a su lado es Georges de Selve (1508-1541), cuyo brazo derecho está apoyado sobre un libro en el que también figura su edad. Puede leerse: “AE-TATIS SVAE. 25”. Georges de Selve fue nombrado obispo de Lavour en 1526 y la fecha de realización del cuadro coincide, con la visita a su amigo Dinteville.

Anteriormente a la identificación exacta, por Hervey, de los retratados, se pensaba que los respectivos personajes eran el poeta de la corte Thomas Wyatt y su amigo el anticuario John Leland. Incluso después se creyó que representaban al duque Otón Enrique y a Felipe el Valeroso.

El pintor holandés nos presenta a los retratados acompañados de diversos elementos, colocados en los dos muebles, que nos proporcionan información sobre cada uno. Así, ya no sólo nos dice la edad de los notables personajes, sino que también, por medio del globo que hay en la segunda mesa, nos da el lugar donde Jean Dinteville poseía un castillo, Polisy. Asimismo, en la mesa cubierta por un tapete, decorado con cenefas y otros motivos que recuerdan a las alfombras turcas, aparecen instrumentos matemáticos y físicos, compases, un reloj solar, un calendario cilindrico, etc., numerosos accesorios que corresponderían a las particulares facetas de interés de ambas personas.

Los dos libros abiertos situados en la mesita corresponden a obras impresas bastante difundidas en la época. La de la izquierda sería la Kaufmans-Rechnung, de Peter Apain, editada en Ingolstadt en 1527, mientras que la de la derecha sería el Geystliches Gesang-büchlein, de Johan Walther, editada en Wittenberg en 1524.

Los personajes están colocados en un espacio perspectivo, delimitado por un verdoso cortinaje y un pavimento taraceado, copia bastante fiel del suelo de la Abadía de Westminster, realizado a comienzos del siglo XIV. A sus pies, en primer término, aparece la curiosa representación de un cráneo distorsionado que se extiende en diagonal cuestionando toda la espacialidad del cuadro. Probablemente, la calavera posea una función moralizadora, un recuerdo de la condición mortal de los seres humanos. Por tanto, la pintura se convierte en una auténtica vanitas.

Pero hay la presencia de otras alusiones a la muerte, como el broche del gorro de Dinteville que se presenta en forma de calavera. A la muerte como término de toda armonía alude también el laúd, una de cuyas cuerdas está rota, aspecto que ha sido interpretado por algunos como referencia política, es decir, la ruptura de un hilo que destruye un tejido diplomático.

El famoso retrato doble de Holbein, un óleo sobre tabla de 206 x 209,5 cm, fue adquirido, en 1890, por la National Gallery de Londres.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Retrato de la reina Ana de C!éves de Hans Holbein el Joven


La que fuera cuarta esposa de Enrique VIII de Inglaterra fue retratada con una gran fuerza psicológica por Holbein, quien disimuló sus marcas de viruela en este cuadro que enviaron al rey antes del enlace. Satisfecho con el rostro que aparecía en la imagen, la aceptó inmediatamente en matrimonio, pero al conocerla personalmente se sintió enormemente engañado y se inventó cualquier pretexto para divorciarse de ella siete meses más tarde. En compensación, le donó varias propiedades, entre ellas un castillo que pertenecía a la familia de su segunda esposa, Ana Bolena. 

(Musée du Louvre, París).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Erasmo de Rotterdam de Hans Holbein el Joven


Influido por las obras de Andrea Mantegna y Leonardo da Vinci, rindió tributo a los dos pintores renacentistas en uno de sus primeros retratos para el filólogo humanista Erasmo de Rotterdam, cuya amistad facilitaría que Holbein ilustrara con sus xilografías El elogio de la locura y viajara a Londres recomendado por el propio Erasmo para servir otros encargos a Tomás Moro y otros personajes de la época íntimamente ligados a la Reforma. 

(Musée du Louvre, París). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Retrato de Bonifazius Amerbach de Hans Holbein el Joven


Tras su formación autodidacta en tierras italianas, Holbein regresó a Suiza en 1519 para ingresar en la corporación de pintores nacionales. Ese mismo año pintó este retrato que iniciaría una larga serie de encargos para este joven jurista que salvó de la quema de los iconoclastas varios cuadros del autor. En agradecimiento, Holbein le encomendó gran parte de su colección personal, que posteriormente ampliaría y gestionaría su propio hijo. 

(Kunstmuseum, Basilea). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


Madonna Meyer de Hans Holbein el Joven


Holbein siempre estuvo en deuda con la familia del burgomaestre Jacob Meyer, su mecenas y protector, a quien plasmó junto a su mujer y sus hijos adorando a la Virgen y al Niño Jesús en este retablo que se exhibe actualmente en el Palacio Ducal de Darmstadt. Este excelente retratista desarrolló un lenguaje pictórico muy personal y característico, elevando el encuentro del representado con la mirada del observador en enfáticos diálogos de una inmediatez asombrosa, como si el espectador estuviese integrado en la escena como un personaje más.

(Hessisches Landesmuseum, Darmstadt). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Punto al Arte