Estilo artístico que, originado a fines del s. x, se difundió por la Europa cristiana hasta el s. XIII.
Arquitectura
Los elementos característicos de la arquitectura románica son el arco de medio punto y la bóveda de cañón. En su evolución pueden distinguirse dos grandes etapas; la primera, denominada románico primitivo o primer románico, llamado también estilo lombardo, tiene su origen en Lombardía (San Ambrosio de Milán) y abarca todo el s. XI; la segunda, llamado segundo románico, surge a mediados del s. XI y se extiende hasta el s. XIII.
El románico primitivo se caracteriza por sus iglesias sencillas, de tres naves, con cubierta de madera; la combustibilidad de este material condujo a la adopción de las bóvedas de cañón de piedra, que, si bien son características de este estilo, ya habían sido usadas por la arquitectura imperial romana; así apareció el segundo románico, más monumental, de sillares bien labrados y escuadrados, y grandes y monumentales edificios. Esta nueva arquitectura obligó a reforzar los sistemas de soporte, ya que los muros de sillarejo y las columnas sencillas del primer románico no permitían soportar las grandes cargas de las bóvedas de cañón de piedra, ni proporcionar la debida iluminación a las naves. Las diferentes soluciones a estos problemas en las diversas regiones de Europa proporcionan una clasificación de la arquitectura románica.
Adán y Eva de Wiligelmo da Modena |
En Francia, los primeros edificios de estilo románico aparecen hacia el año 1000, y tienen su origen en la construcción de los grandes monasterios benedictinos, encabezados por el de Cluny, en Borgoña; esta importantísima abadía, centro cultural de su época, fue reconstruida varias veces, la llamada Cluny III (1088-1122) constituyó el prototipo de numerosas construcciones que se realizaron en toda Europa, gracias a la expansión de la orden benedictina, que seguía la llamada ruta de Santiago y cruzaba los grandes centros religiosos de Francia: iglesias de Nuestra Señora de Poitiers, catedral de Puy, catedral de Autun, iglesia de la Magdalena de Vezelay, abadía de Fontenay. Otras regiones francesas presentan modalidades distintas: así en Perigueux se aprecian influencias bizantinas en las cúpulas de Saint-Front y en la catedral de Cahors; en Languedoc aparece una importante decoración escultórica en las iglesias de Moissac y Souillac; también poseen una rica decoración las iglesias de Provenza (San Trófimo de Aries).
En los Países Bajos el monumento románico más importante es la catedral de Tournai (s. XII); también es muy interesante la iglesia de San Pedro de Utrecht (mediados dei s. XI).
En Inglaterra el nuevo estilo constructivo se instaló tras la conquista normanda en 1066; los edificios siguen la sobriedad de los sajones, las naves son altas y alargadas, con muros muy sólidos, la decoración es escasa y muy sobria: catedrales de Durham, Lincoln, Winchester, Norvich y Peterborough, muchas de ellas con abundantes elementos góticos. Algunas catedrales conservan elementos escultóricos en sus fachadas (Rochester).
En los países germánicos, la robustez constructiva y la sobria decoración son características del estilo románico germánico, heredadas de la arquitectura otoniana. Sus monumentos más importantes fueron la abadía de San Miguel de Hildesheim (s. XI), la iglesia abacial de Ottmarsheim y las grandes catedrales de Spira, Worms y Maguncia; son también notables la catedral de Bamberg, en Renania, y la abadía de Laach (1156).
En Italia se inicia el románico primitivo, o lombardo, en el norte del país (iglesias de San Ambrosio de Milán, San Miguel de Pavía y San Zenón de Verona). Ya en pleno románico se construyen una serie de monumentos con bella decoración escultórica, como las catedrales de Módena (1099) y de Cremona, y el baptisterio de la catedral de Parma (1196). En la Toscana las influencias clásicas son visibles en la armonía de las composiciones, en la amplitud de las naves de las iglesias, y en el uso del mármol, a veces de distintos colores y, como principal tema ornamental, el uso de arquerías superpuestas en las fachadas (conjunto monumental de Pisa -catedral, baptisterio y torre-, y baptisterio de la catedral de Florencia, así como la iglesia de San Miniato al Monte, también en Florencia). En Roma se conservan escasas muestras del románico (Santa Maria in Trastevere). En Sicilia la confluencia de elementos normandos, musulmanes y bizantinos produce obras de exquisita belleza, como las catedrales de Monreale (1183) y de Cefalú (1131 ), y la capilla palatina de Palermo.
En España, los primeros edificios del románico primitivo aparecen en Cataluña hacia el año 1000 (San Miquel de e uixa, monasterios de Sant Martí del Canigó y de Santa Maria de Ripoll); merecen destacarse también, en esta primera etapa del románico, las iglesias de Sant Vicenc:; de Cardona (1 040) y de Sant Jau me de Frontanya, y muy especialmente el monumental conjunto de Sant Pere de Roda, en el Emparda, consagrado en 1022. Del segundo románico, más influido por Francia, cabe destacar la catedral de la Seu d'Urgell, los claustros de Sant Pere de Galligants y de la catedral, en Girona, y el de Sant Cugat del Valles.
Otro grupo importante de monumentos del románico primitivo se encuentra en Aragón (monasterios de San Juan de la Peña y de Leyre, y catedral de Jaca, 1 063); del segundo románico cabe mencionar la rica decoración escultórica de Sangüesa, los claustros de San Pedro el Viejo de Huesca, los de Estella, Tudela y Pamplona. Asimismo Castilla tiene conjuntos de monumentos muy interesantes, centrados sobre todo en Burgos (su monumento capital es Santo Domingo de Silos), Segovia y Soria, con monasterios e iglesias precedidos de pórticos con capiteles escultóricos. Siguiendo el camino de Santiago, desde Toulouse, en Francia, hasta Galicia, se encuentran San Martín de Frómista, en Palencia, San Isidoro de León y las partes más antiguas de la catedral de Santiago de Compostela iniciada en 1075, con la magnífica decoración escultórica de la puerta de Platerías. Entre las grandes catedrales románicas castellanas hay que mencionar la elegante sobriedad de la catedral vieja de Salamanca, con su original "torre del gallo", repetida en la catedral de Zamora y la catedral de Palencia (1 034). Las muestras más destacadas del segundo románico las proporcionan las esculturas de la Cámara Santa de Oviedo, las del pórtico de San Vicente de Ávila y, sobre todo, las que decoran el denominado "Pórtico de la Gloria" de la fachada principal de la catedral de Santiago de Compostela, obra del maestro Mateo.
Escultura
A principios del s. XII a escultura monumental en piedra volvió a renacer influida por los frontales de orfebrería y por los antiguos sarcófagos romanos. De nuevo las fachadas de los monumentos son decoradas con esculturas y relieves. Los elementos en donde mejor se expresa el arte de los escultores románicos es en la decoración de los capiteles de los claustros, con sus infinitas posibilidades decorativas y didácticas. En los grandes tímpanos de las portadas uno de los temas más frecuentes es el del Pantocrator, es decir, la figura de Cristo Juez; a su alrededor se desarrollan las escenas del Juicio Final, o la Adoración de los 24 ancianos del Apocalipsis. Estas figuras se complementan con las de las arquivoltas, en las que se representan, desde escenas de la vida de Jesús hasta los vicios y virtudes, e incluso los signos del zodíaco.
En la decoración de los capiteles se distinguen tres tipos de elementos: los derivados del estilo corintio, con decoración vegetal, los de tema geométrico con entrelazas, y los híbridos, con temas religiosos cristianos, o con temas profanos y mitológicos. Ya en el s. XII, la escultura románica se extendió por los países meridionales europeos (Verona, Pisa, Vezelay, Moissac, Autun, Ripoll, Compostela, Oviedo, Avila).
La escultura exenta en madera alcanza también interesantes obras, especialmente en Italia y España. Los temas son diversos: Virgen sedente con el Niño en el regazo, Cristo reinante desde la Cruz (Majestades catalanas) y el Descendimiento de la Cruz (Volterra, San Juan de las Abadesas). Todas las tallas aparecen siempre en posición frontal, con tendencia a la estilización y a cierto hieratismo, y muchas de ellas están bellamente policromadas.
Pintura
Los muros y bóvedas de las iglesias románicas se cubrían de frescos que prueban que los pintores nada tenían que envidiar a los escultores: tratan los mismos temas, pero con gran influencia bizantina en el hieratismo de las figuras, colorido y elementos simbólicos, patente sobre todo en Italia (icono de la Madona del Aracoeli, s. X), donde, sin embargo, aparecen ya formas claramente occidentales (Madona de la capilla Prudentina, s. XI; Cristo entronizado, Tivoli, 1100). En Alemania hay que destacar los frescos de la iglesia renana de Schwarzheindorf y de Reichenau. En Francia, las abadías benedictinas de Saint-Savin (la obra mejor conservada) y Berzé-la-Ville. En Cataluña se hallan frescos con retoques al temple que se cuentan entre lo más valioso del estilo (en su mayoría en el Museo de Arte de Cataluña, en Barcelona), procedentes de Sant Quirze de Pedret, del grupo de Taüll, de Sant Joan de Boí. Los más interesantes murales de la Meseta son los de San Isidoro de León (de influencia bizantina), los de la ermita de Veracruz de Maderuelo y los de San Baudel de Berlanga (s. XII).
Artes menores
En el período románico las artes aplicadas se desarrollaron de modo extraordinario, a medida que prosperaban los centros monásticos y las pequeñas cortes feudales. Surge en esa época, con gran ímpetu, el arte de las vidrieras de colores engarzadas en plomo que, a partir del s. XII, iluminan los oscuros interiores de las catedrales (Ausgburgo, Chartres). Los monasterios son los centros productores de bellísimas miniaturas, herederas de las creadas por el arte bizantino, carolingio, otónido y mozárabe, que ilustran los textos sagrados (Biblias, Sacramentales, Evangeliarios, Comentarios del Apocalipsis o Beatus), y también los de carácter histórico (como el Liber Feudorum de Barcelona y el Libro de los Testamentos de Oviedo, ambos del s. XII). Entre los centros que más influyeron en la difusión de la miniatura cabe citar Ripoll, Reichenau, Saint Gall, San Isidoro de León y Winchester. Los tejidos y bordados alcanzaron notable perfección (tapiz de Bayeux y tapiz de la Creación de la catedral de Girona). En orfebrería y eboraria se realizaron obras de gran belleza, gracias a las técnicas importadas de Oriente por los cruzados (relicarios de Notre-Dame de Tournai, de Carlomagno en Aquisgrán, Evangeliario de Affligen). En la fabricación de esmaltes sobresalen los producidos en Limoges y en la región del Mosa y el Rin.
Fuente: Historia del Arte Editorial Salvat.
Artistas del Arte Románico
Wiligelmo da Modena
Escultura
A principios del s. XII a escultura monumental en piedra volvió a renacer influida por los frontales de orfebrería y por los antiguos sarcófagos romanos. De nuevo las fachadas de los monumentos son decoradas con esculturas y relieves. Los elementos en donde mejor se expresa el arte de los escultores románicos es en la decoración de los capiteles de los claustros, con sus infinitas posibilidades decorativas y didácticas. En los grandes tímpanos de las portadas uno de los temas más frecuentes es el del Pantocrator, es decir, la figura de Cristo Juez; a su alrededor se desarrollan las escenas del Juicio Final, o la Adoración de los 24 ancianos del Apocalipsis. Estas figuras se complementan con las de las arquivoltas, en las que se representan, desde escenas de la vida de Jesús hasta los vicios y virtudes, e incluso los signos del zodíaco.
En la decoración de los capiteles se distinguen tres tipos de elementos: los derivados del estilo corintio, con decoración vegetal, los de tema geométrico con entrelazas, y los híbridos, con temas religiosos cristianos, o con temas profanos y mitológicos. Ya en el s. XII, la escultura románica se extendió por los países meridionales europeos (Verona, Pisa, Vezelay, Moissac, Autun, Ripoll, Compostela, Oviedo, Avila).
La escultura exenta en madera alcanza también interesantes obras, especialmente en Italia y España. Los temas son diversos: Virgen sedente con el Niño en el regazo, Cristo reinante desde la Cruz (Majestades catalanas) y el Descendimiento de la Cruz (Volterra, San Juan de las Abadesas). Todas las tallas aparecen siempre en posición frontal, con tendencia a la estilización y a cierto hieratismo, y muchas de ellas están bellamente policromadas.
Pintura
Los muros y bóvedas de las iglesias románicas se cubrían de frescos que prueban que los pintores nada tenían que envidiar a los escultores: tratan los mismos temas, pero con gran influencia bizantina en el hieratismo de las figuras, colorido y elementos simbólicos, patente sobre todo en Italia (icono de la Madona del Aracoeli, s. X), donde, sin embargo, aparecen ya formas claramente occidentales (Madona de la capilla Prudentina, s. XI; Cristo entronizado, Tivoli, 1100). En Alemania hay que destacar los frescos de la iglesia renana de Schwarzheindorf y de Reichenau. En Francia, las abadías benedictinas de Saint-Savin (la obra mejor conservada) y Berzé-la-Ville. En Cataluña se hallan frescos con retoques al temple que se cuentan entre lo más valioso del estilo (en su mayoría en el Museo de Arte de Cataluña, en Barcelona), procedentes de Sant Quirze de Pedret, del grupo de Taüll, de Sant Joan de Boí. Los más interesantes murales de la Meseta son los de San Isidoro de León (de influencia bizantina), los de la ermita de Veracruz de Maderuelo y los de San Baudel de Berlanga (s. XII).
Artes menores
En el período románico las artes aplicadas se desarrollaron de modo extraordinario, a medida que prosperaban los centros monásticos y las pequeñas cortes feudales. Surge en esa época, con gran ímpetu, el arte de las vidrieras de colores engarzadas en plomo que, a partir del s. XII, iluminan los oscuros interiores de las catedrales (Ausgburgo, Chartres). Los monasterios son los centros productores de bellísimas miniaturas, herederas de las creadas por el arte bizantino, carolingio, otónido y mozárabe, que ilustran los textos sagrados (Biblias, Sacramentales, Evangeliarios, Comentarios del Apocalipsis o Beatus), y también los de carácter histórico (como el Liber Feudorum de Barcelona y el Libro de los Testamentos de Oviedo, ambos del s. XII). Entre los centros que más influyeron en la difusión de la miniatura cabe citar Ripoll, Reichenau, Saint Gall, San Isidoro de León y Winchester. Los tejidos y bordados alcanzaron notable perfección (tapiz de Bayeux y tapiz de la Creación de la catedral de Girona). En orfebrería y eboraria se realizaron obras de gran belleza, gracias a las técnicas importadas de Oriente por los cruzados (relicarios de Notre-Dame de Tournai, de Carlomagno en Aquisgrán, Evangeliario de Affligen). En la fabricación de esmaltes sobresalen los producidos en Limoges y en la región del Mosa y el Rin.
Fuente: Historia del Arte Editorial Salvat.
Artistas del Arte Románico
Wiligelmo da Modena