Retrato de autor desconocido |
Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.
Bronzino, Agnolo di Cosimo, llamado il (Monticelli, 17 de noviembre de 1503 - Florencia, 23 de noviembre de 1572) Pintor toscano.
Discípulo del Pontormo. Trabajó principalmente en Florencia. Decoró en aquella ciudad la capilla del Palacio Viejo y realizó pinturas para las iglesias de Santa Croce y la Annunziata. Pintó también lienzos alegóricos de motivos profanos, como Venus, Cupido y la pasión amorosa (Galería Nacional de Londres). Se distinguió como retratista de estilo manierista: Lucrezia Panciatichi, Cosme I, Leonor de Toledo con su hijo Fernando, etc.
Bronzino era aclamado como el pintor estimado de la aristocracia florentina.
Bronzino, cuyo nombre real era Agnolo di Torri, nació en Florencia y sus primeras obras fueron decoraciones murales en iglesias de su ciudad natal en las que aprendió la técnica precisa y elegante del dibujo toscano. Ya en este período juvenil aparecen ciertas características inconfundibles de su obra futura, como en la decoración de la capilla Barbadori, en Santa Felicita de Florencia, donde se han encontrado por primera vez sus figuras aisladas en un extraño mundo astral, en el cual parece posible una vida sin respiración y sin latido. Ello constituirá la base de sus maravillosos retratos: Ugolino Martelli, en Berlín; Lucrecia Panciatichi, en los Uffizi de Florencia; el Joven con laúd, también en los Uffizi; el Retrato de dama, de la Academia de San Lucas, en Roma, todos ellos simultáneamente artificiosos y perfectos, cristalinos y helados, pero, sin embargo, con un extraordinario poder de definición humana.
En 1539, Bronzino fue nombrado pintor de la corte de los Médicis y, a partir de entonces, la mayoría de sus retratos estuvieron dedicados a esta familia y a sus potentes aliados, como los Doria. Así, sus retratos de Cosimo I, como el famoso de los Uffizi, con armadura, y los de Leonor de Toledo, su esposa castellana, seria y taciturna tal cual se la ve en el retrato de Berlín. Otro retrato, en los Uffizi, donde aparece con uno de sus hijos, la presenta con su aire preocupado, que denota, más que altivez, triste reserva.
El ideal del Bronzino de llevar a la perfección el aislamiento abstracto de la forma, fue plasmado en algunas de sus composiciones alegóricas como Venus y Cupido entre el Tiempo y la Locura, cuyo erotismo frío es debido no sólo a la"figura serpentinata", sino al gran efectismo conseguido mediante la dureza de piedra preciosa que asume el color. En esta y otras figuras suyas, la superficie del cuadro produce la misma impresión tersa que el agua atravesada por una luz clara y cristalina.
Bronzino era aclamado como el pintor estimado de la aristocracia florentina.
Bronzino, cuyo nombre real era Agnolo di Torri, nació en Florencia y sus primeras obras fueron decoraciones murales en iglesias de su ciudad natal en las que aprendió la técnica precisa y elegante del dibujo toscano. Ya en este período juvenil aparecen ciertas características inconfundibles de su obra futura, como en la decoración de la capilla Barbadori, en Santa Felicita de Florencia, donde se han encontrado por primera vez sus figuras aisladas en un extraño mundo astral, en el cual parece posible una vida sin respiración y sin latido. Ello constituirá la base de sus maravillosos retratos: Ugolino Martelli, en Berlín; Lucrecia Panciatichi, en los Uffizi de Florencia; el Joven con laúd, también en los Uffizi; el Retrato de dama, de la Academia de San Lucas, en Roma, todos ellos simultáneamente artificiosos y perfectos, cristalinos y helados, pero, sin embargo, con un extraordinario poder de definición humana.
En 1539, Bronzino fue nombrado pintor de la corte de los Médicis y, a partir de entonces, la mayoría de sus retratos estuvieron dedicados a esta familia y a sus potentes aliados, como los Doria. Así, sus retratos de Cosimo I, como el famoso de los Uffizi, con armadura, y los de Leonor de Toledo, su esposa castellana, seria y taciturna tal cual se la ve en el retrato de Berlín. Otro retrato, en los Uffizi, donde aparece con uno de sus hijos, la presenta con su aire preocupado, que denota, más que altivez, triste reserva.
El ideal del Bronzino de llevar a la perfección el aislamiento abstracto de la forma, fue plasmado en algunas de sus composiciones alegóricas como Venus y Cupido entre el Tiempo y la Locura, cuyo erotismo frío es debido no sólo a la"figura serpentinata", sino al gran efectismo conseguido mediante la dureza de piedra preciosa que asume el color. En esta y otras figuras suyas, la superficie del cuadro produce la misma impresión tersa que el agua atravesada por una luz clara y cristalina.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Obras comentadas