Duccio da Buoninsegna (Siena, h. 1255-Siena, antes de 1319), llamado también Duccio di Niccolo o de Siena. Pintor italiano. Creador de la escuela de pintura sienesa del s. XIV, que ejerció gran influencia sobre la pintura gótica europea contemporánea. En su producción aparece ya la característica inspiración de la pintura china medieval (ojos oblicuos, importancia del lenguaje de las manos, cejas finísimas), que se ha intentado explicar por los viajes de los misioneros franciscanos a Extremo Oriente. Duccio en Siena, al igual que Cavallini en Roma y Cimabue en Florencia, representa la aparición de una nueva sensibilidad estética que se desarrollará en el siglo siguiente, ya en el Renacimiento. Entre sus obras destaca La Maesta (1308-1311), grandioso retablo para la catedral de Siena, hoy repartido entre el Museo de la Obra de esa ciudad y varias colecciones británicas y alemanas.
La mayoría de las catedrales italianas han formado un pequeño museo episcopal, donde se han reunido preciosas reliquias artísticas. El museo del Duomo de Siena posee, entre varias otras cosas notabilísimas, un gran retablo que en otro tiempo había constituido el altar mayor de la catedral. Esta pintura, que hoy se expone dividida en fragmentos, atrae por su encanto irresistible. Es obra de un maestro de la propia ciudad, llamado Duccio di Buoninsegna, contemporáneo de los florentinos Cimabue y Giotto. Al pie de la Virgen, que ocupa el lugar principal del magnífico icono, puso él mismo su firma con estas palabras: “Madre Santa de Dios, procura a Siena la paz y sé Tú, vida para Duccio, el que así te ha pintado”.
La invocación a la paz que el artista imploraba para su patria no era impertinente, porque las ciudades italianas, durante los siglos XIII y XIV, se destruían unas a otras sin piedad, con odios irreductibles, y formando sólo confederaciones y alianzas para poder con más fuerza aniquilar a sus vecinas rivales. Siena, la tranquila población cuya vida sosegada apenas altera en el presente el paso rápido de los turistas, a principios del siglo XIV se disputaba con Florencia la hegemonía de Toscana.
Duccio trabajó en el nuevo altar por espacio de dos años; el día 11 de junio de 1311 la pintura fue trasladada en un desfile solemne, desde el taller del artista, que estaba instalado en una casa fuera de las puertas, a la catedral, en medio del júbilo de todo el pueblo. La obra de Duccio permaneció en el presbiterio de la catedral hasta el siglo XVI, en que, descontentos los canónigos de esta simple belleza del retablo del gran maestro, la sustituyeron por un rico altar de mármoles.