Pintura romántica

Al barrer todo rastro de las corrientes neoclásicas que antes habían sido las dominantes en literatura y en arte, el Romanticismo manifestaba algo que constituye uno de los signos esenciales del siglo XIX: el espíritu individualista. Alejándose voluntariamente de todas las normas tradicionales, el romántico parece que se aísla para interrogarse acerca de los más graves problemas (el de su destino, el de Dios), quizás esperanzado de hallar por sí mismo revelaciones geniales. Coracero herido de Jean-Louis Théodo- re Géricault (Musée du Louvre, París). Fundador del romanticismo pictórico en Francia, esta obra la presentó al Salón de 1814. Muy aficionado a los caballos, supo darles un ritmo extraordinario en sus pinturas y ésta fue una temática que le acompañó toda su vida. Pero, ante todo, el Romanticismo presupone un estado de exaltación; en él no es concebible la serenidad. "Ser romántico -ha dicho Nov...