Fotografía, pintura o
efigie que representa alguna persona o cosa.
La evolución del arte del retrato
ha sido paralela a la del pensamiento, y ha tomado rango de género cuando el
individuo ha sido visto con personalidad propia. Las formas más corrientes en
la Antigüedad fueron la escultura yacente y el busto, como efigie funeraria.
Los retratos más antiguos que han pervivido hasta la actualidad los encontramos
en la escultura mesopotámica (cabeza de Erech, Uruk), y en el arte funerario
del antiguo Egipto, aunque se trata de representaciones muy esquemáticas e
idealizadas. En Grecia el arte del retrato tuvo su apogeo en el período
helenístico. Con la escultura romana, el arte del retrato se hizo más realista
gracias a la tradición de rendir culto a las efigies de los antepasados,
conservando sus máscaras de cera y posteriormente sus retratos de busto
esculpidos; en la época del imperio la necesidad de extender el culto al
emperador llevó a grabar su efigie en las monedas y a reproducir su imagen en
estatuas que se colocaban en las ciudades más importantes. Los retratos
hallados en El Fayún (ss. HV), pintados por artistas grecorromanos, se
caracterizan por una gran expresividad. En la Alta Edad Media el retrato
prácticamente desapareció, y no vuelven a encontrarse representaciones
artísticas de personas concretas hasta el s. XIII, cuando aparecen incluidos en
los retablos las figuras de los donantes. En el Renacimiento se consolidó el
arte del retrato, que se se extendió a la nobleza y a las personalidades de la
vida cultural, con los pintores flamencos J. Van Eyck y R. van der Weyden, en
el s. xv, y A. Durero, H. Holbein, Leonardo da Vinci, Rafael y Tiziano, en el
s. XVI. A partir de este momento el arte del retrato se convirtió en un
elemento permanente de la pintura, en el que se valoraba no sólo la capacidad
del artista para captar el aspecto externo del personaje, sino también su
psicología, sin renunciar al ennoblecimiento del retratado ni a la presentación
conforme a los valores estéticos imperantes.
En el barroco aparecen los
primeros retratos de personajes de ambientes populares; el retrato se hizo más
realista y descarnado y prescindió a menudo de la idealización. A este período
pertenecen los grandes retratistas de la historia del arte, como el escultor
Bernini o los pintores Diego Velázquez, Rembrandt, Frans Hals, Pedro Pablo Rubens y
Francisco de Gaya. En los retratos de estilo neoclásico y romántico los valores
estéticos y la idealización del personaje predominan de nuevo sobre los valores
realistas. J. L. David, J. A. D. lngres, E. Delacroix destacaron como
retratistas en este período. Con el realismo de G. Courbet y los pintores
impresionistas el arte del retrato sufrió una profunda transformación. En el s.
XX, el retrato, en pintura y escultura, cedió terreno a la fotografía, más
accesible. Pintores como Van Gogh, O. Kokoshka, A. Modigliani, H. Matisse, P. Picasso, F. Bacon siguieron cultivando el retrato, pero investigando sobre
efectos formales, compositivos o de expresión de la propia subjetividad, más
que los de la estricta representación.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat
Retratistas destacados
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