Punto al Arte: Murillo (1617-1682)

Murillo (1617-1682)



Murillo, Bartolomé Esteban (Sevilla, 1 de enero de 1617 - 3 de abril de 1682) Pintor español. Es un excelente representante del barroco de la escuela sevillana. Conoció las obras de Ribera, Roelas, Zurbarán y de los maestros flamencos y venecianos de la época, cuyos cuadros abundaban en Sevilla. En 1645 consiguió el primer éxito con sus once cuadros para el convento de franciscanos de Sevilla, que reflejan influencias de Ribera, Velázquez y Zurbarán; a este grupo pertenece el San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres (Academia de San Fernando, Madrid), falto aún de la delicadeza vaporosa de sus obras más avanzadas; e-­ cambio, en otra de estas pinturas, La corona de los ángeles (Museo del Louvrel, la personalidad de Murillo se muestra ya formada, la composición se hace más libre y la luz más cálida. A este primer período, en el que en su pintura todavía aparece la influencia del claroscurismo de Zurbarán, pertenecen obras como La Sagrada Familia del pajarito (Museo del Prado), La Virgen del Rosario (Museo del Prado), o las representaciones de niños como Niños comiendo fruta (Pinacoteca de Munich) y Niño mendigo (Museo del Louvre). Los fondos de estas pinturas son oscuros, casi sin detalles, y las figuras, amables y bellas, destacan plenas de vivacidad.

Hacia 1650 se inicia su período de plenitud, en el que destaca su dedicación al tema de la Inmaculada Concepción de María, muy apreciado por la religiosidad española de la época, y con el que Murillo lograría gran fama: la Inmaculada Concepción del Museo de Sevilla, llamada "la grande" por las dimensiones del cuadro (4,32 x 2,92 m), la Inmaculada Concepción de Soult (Museo del Prado) y la Inmaculada Concepción de Aranjuez (Museo del Prado). Las excelentes representaciones de carácter religioso, incluso las de santos mártires, carecen del tremendismo de Ribera o del misticismo de Zurbarán; son retratos de gentes de su entorno, vestidos a la usanza de la época y enmarcados en ambientes apacibles: Santas Justa y Rutina y San Leandro y San Buenaventura (ambos en el Museo de Sevilla). Entre 1660 y 1670 realizó una serie de pinturas para la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla en las que logró hermosos efectos lumínicos, que subrayan el realismo de lo cotidiano y recuerdan las pinturas de tema bíblico de Rembrandt; de estos cuadros, que tienen por tema la fundación de Santa María la Mayor de Roma, cabe citar El sueño del Patricio y El Patricio revela su sueño al Pontífice, (ambas en el Museo del Prado).

Entre 1670 y 1674 pintó para la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla una serie capital de grandes cuadros: San Juan de Dios; Santa Isabel de Hungría; Milagro de los panes y los peces, entre otros. Murillo fue un gran retratista, sus personajes no lucen los ricos atuendos cortesanos, pertenecen a la aristocracia sevillana o son miembros de la clerecía, y el artista los representa en actitudes de elegante dignidad. Una de las facetas más interesantes de Murillo la constituye la pintura de género, estampas de fuerte naturalismo por las que desfilan una galería de pícaros, mendigos y pilluelos, protagonistas de la novela picaresca española del s. XVII: Pícaros comiendo melón, Los niños fruteros (ambos en la Pinacoteca de Munich), Mendigo (Museo del Louvre), entre otros.

Murillo, el pintor de las Inmaculadas 


Bartolomé Esteban Murillo era bastante más joven que Alonso Cano, Zurbarán y Velázquez. Nacido en Sevilla el año 1617, pasó allí su juventud oscuramente, pintando cuadros de asuntos piadosos, de los cuales se hacía gran exportación a América. Estaba cansado de esta labor rutinaria, cuando pasó por Sevilla el pintor Pedro Moya, quien venía de Londres, donde había conocido a Van Dyck. El joven Murillo vio las copias que traía Moya, oyó sus elogios, y excitado por el entusiasmo de aquel hombre, decidió marchar también a Londres a estudiar con tan grandes maestros.

Por el camino hizo estancia en Madrid y fue presentado como paisano a Velázquez. Ocurría esto en 1643; Murillo tenía veinticinco años, mientras Velázquez era ya el pintor áulico famoso. Sus visitas al Alcázar de Madrid y El Escorial, repletos de pinturas, fueron para Murillo una revelación. Pasó dos años en Madrid y al volver a Sevilla, su temperamento y estilo estaban formados. Su reputación en la ciudad que le vio nacer se hizo indiscutible, y en 1658 casaba con doña Beatriz de Cabrera, noble señora de la villa de Pilas. No se movió más de Sevilla, pintando sin cesar sus tiernos asuntos religiosos, no siempre en tono dulzón, antes bien demostrando a veces un magistral dominio del claroscuro; Niños, Vírgenes, sus Inmaculadas, sus Sagradas Familias, etc

Inmaculada Concepción de Murillo (Museo del Prado, Madrid). Llamada La Niña, en este caso es posible que se inspirara en alguna adolescente sevillana, menuda y graciosa. Entre los dos tipos oscila la numerosa serie de Inmaculadas que Murillo comenzó a pintar hacia 1650 y prosiguió hasta su muerte, constituyendo uno de los aspectos más populares de su obra. 

Este Correggio español es menos sensual en los tonos, en las gamas vivas de la carne; en cambio, es más familiar. Cuando quiere pintar grandes composiciones, como los dos lienzos del Prado que representan la Fundación de la iglesia de Santa María la Mayoren Roma, y Santa Isabel de Hungría o la Imposición de la casulla a San Ildefonso, su fe no le impide pintar pilluelos con sin igual realismo o interpretar asuntos netamente picarescos. Murillo recibió un día el encargo de pintar el altar para el convento de Capuchinos de Cádiz; se cayó del andamio y fue llevado a Sevilla, donde murió en el año 1682.

⇦ Inmaculada Concepción de Bartolomé Esteban Murillo (Museo de Bellas Artes de Sevilla). Conocida como la Concepción grande, la Virgen se muestra como una matrona que flota suave sobre una delicada atmósfera dorada. Está en actitud orante y parece observar a los ángeles que están a sus pies. 



Es un pintor que se aprovecha de la libertad de pensamiento e interpretación que es compatible con la piedad dogmática del catolicismo español. Por eso, pese a que es uno de los más ilustres cultivadores del tema religioso dentro de la pintura barroca, su sistema de tratar las representaciones religiosas como cuadros de género, introduciendo pormenores toma dos de la vida cotidiana y episodios secundarios, humaniza a sus personajes y les confiere una gracia y una dulzura que casi parecen ya del siglo XVIII.

Ejemplos de esos simpáticos cuadros de género, excelentemente pintados, sobre tema religioso son Rebeca y Eliazar en el pozo (Prado), Santa Ana y la Virgen (Prado), las diversas representaciones del Niño Jesús con San José, etc. La serie de telas sobre la Inmaculada Concepción, que tanta fama le ha dado, fue iniciada hacia 1650 y la continuó hasta cerca del final de su vida. En las más antiguas, como en la de fray Juan de Quirós (Palacio Arzobispal de Sevilla) y en la llamada Concepción grande (Museo de Bellas Artes, Sevilla), hay pocos ángeles y destaca su ambición monumental. 

Más adelante, el rostro de la Virgen, tratado con el esfumado propio de su última época, es más tierno y gracioso, aunque pierde precisión; así la Concepción llamada La Niña (Museo del Prado, Madrid), que fue pintada para el coro de los Capuchinos y que asciende vertiginosamente junto con un torbellino de ángeles, es menuda y graciosa como una obra rococó, aunque se adelanta treinta años a este estilo. Algo semejante puede decirse de la Concepción de los Venerables (Museo del Prado).

Vieja espulgando a un niño de Murillo (Aite Pinakothek, Munich). El artista introdujo a la Sevilla cotidiana y callejera de su tiempo en la pintura española. En esta obra, convierte la anécdota vulgar en una excelente pintura costumbrista. Es notable el sentido de la composición, el dibujo firme y seguro, el cálido color que recuerda a Correggio. Quizás en estas escenas sevillanas se halle el mejor Murillo, aquel que no abusa de la ternura dulzona, tan grata a su clientela, ni del fácil sentimentalismo. 

Un aspecto distinto de su obra, por el que se interesó a lo largo de toda su vida, son los cuadros de tema infantil, que han dado gran prestigio a Murillo fuera de España. Los mejores son los antiguos, en los que late un sentido dramático al contemplar la infancia abandonada y miserable: Niños comiendo uvas (Munich), Vieja espulgando a un niño (Munich), Niño jugando con un perro (Ermitage). En cambio, en los más tardíos el tema adquiere un tono intrascendente, que vuelve a recordar la atmósfera rococó: Niños comiendo pastelLa pequeña vendedora de fruta (ambos en la Pinacoteca de Munich), etc.

La pequeña vendedora de fruta de Murillo (Aite Pinakothek, Munich). La grácil delicadeza de esta obra la sitúa a medio camino entre las que retratan a la infancia desvalida, temática tan grata al pintor, y el estilo levemente rococó. Murillo, que tuvo como sobrenombre "el Correggio español", fue uno de los pintores más populares de su tiempo; en él las influencias flamencas y venecianas se llegan a fusionar con una gracia sevillana muy personal, que caracteriza extraordinariamente su realismo poético.

En Murillo se distinguen tres estilos o épocas: el llamado estilo frío, que duró hasta 1652; el cálido, que utiliza desde el año 1652 al 1656, y por fin el vaporoso, en que los contornos quedan como esfumados y que empleó en su última época, que abarca aproximadamente los quince años anteriores a su muerte.

Pero la pintura de esa época tuvo a otros muchos pintores notables. No hay ninguna exageración en afirmar que desde mediados del siglo XVII se pintó en España de un modo excelente, en especial en los tres focos artísticos principales de entonces: Madrid, Sevilla y Valencia.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Obra comentada


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Galería

La Visión de Fray Lauterio, 1640

Visión de San Francisco, 1645 - 1646

San Didacus de Alcalá en éxtasis ante la cruz, 1646

Hermano Juniper y el mendigo, 1646

El Beato Giles levitando ante el Papa Gregorio IX, 1645 - 1646

Rebecca y Eliezer, 1650

San Francisco de Asís en la oración, 1645 - 1650

Virgen con el niño, 1650

Sagrada Familia con el Infante San Juan, 1655

San Adelelmo de Burgos, 1655

San Isidro de Sevilla, 1655

Visión de San Antonio de Padua, 1656

Retrato de Inigo Melchor Fernández de Velasco, 1659

Adoración de los Magos, 1655 - 1660

El hijo pródigo alimentando cerdos, 1660

El hijo pródigo expulsado, 1660

El hijo pródigo se regodea con las cortesanas, 1660

El retorno del hijo pródigo, 1660

Huida de Egipto, 1655 - 1660

La partida del hijo pródigo, 1660

Madonna en las nubes, 1655 - 1660

Nacimiento de la Virgen, 1660

Retrato de Andrés de Andrade-i-la Col, 1656 - 1660

Una niña con frutas, 1655 - 1660

Ángel con instrumentos de tortura, 1660

Ángel con una pancarta, 1660

Ángel llevando la cruz, 1660

Ángel sosteniendo corona de espinas, 1660

Ángel sosteniendo inscripción, 1660

Ángel sosteniendo la linterna y la espada utilizada para cortar el oído de Malco, 1660

Ángel sosteniendo la túnica y los dados, 1660

Ángel sosteniendo soporte de lanza, 1660

Ángel sosteniendo un martillo y clavos, 1660

Anunciación, 1660 - 1665

Cristo después de la flagelación, 1665

Cristo después de la flagelación, 1665

Infancia de la Virgen, 1665


La aparición de la Virgen Inmaculada a seis personas, 1665

La historia de la Fundación de Santa María la Mayor en Roma- El patricio revela su sueño al papa, 1662-1665

La historia de la Fundación de Santa María la Mayor- Sueño del Patricio, 1661-1665

San Juan Bautista como niño, 1665

José con el niño Jesús, 1665-1666

La Visión de San Francisco en la Porciúncula, 1667

Adoración de los pastores, 1668

Francisco Javier, 1670

Isaac bendiciendo a Jacob, 1665-1670

La Inmaculada Concepción, 1670

La Sagrada Familia (La Virgen de Sevilla), 1665-1670

La Sagrada Familia con el niño San Juan Bautista, 1660-1670

La Virgen y el Niño con Santa Rosalina, 1670

Retrato de un caballero en un cuello Ruff, 1670

San Juan Bautista con un cordero, 1670

Retrato de Nicolás Omasur, 1672

San Juan de Dios, 1672

Autorretrato, 1670-1673



El aseo, 1670-1675

María y el Niño y ángeles que tocan música, 1675

Sta. Justina y Sta. Rufina, 1675

El Niño Jesús dando pan a los peregrinos, 1678

Tomás de Villanueva dando limosna a los pobres, 1678

Virgen y el Niño, 1675-1680

Virgen y el Niño, 1675-1680

El martirio de San Andrés, 1675-1682

El matrimonio místico de Santa Catalina, 1680-1682

Adoración de los pastores

Anciana con una gallina

Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua

Autorretrato

Batalla de los Centauros y griegos

Boceto de  Inmaculada Concepción y cabezas

Cristo en el huerto de los olivos

Cristo en la columna

Daniel en el foso de los leones

Dos niños luchando

Ecce Homo

El descanso en la huida a Egipto

El hijo pródigo recibe su herencia legítima

El niño buen pastor

El niño Cristo dormido en la Cruz

El Niño Jesús, entre la Virgen y San José

El Niño Jesús, entre la Virgen y San José

Hermano Juniper y el mendigo

Hombre durmiendo

Hombre sentado

La Anunciación

La huida a Egipto

La Inmaculada Concepción con el Padre Eterno

La Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción

La Inmaculada Concepción

La Virgen del Rosario

La Virgen y el Niño Jesús

La Virgen y el Niño

Madonna con un pañuelo

Madre de la melancolía

Magdalena arrepentida con un ángel

Monje rezando

Niño sagrado con una concha

Niño sentado

Niño viendo un perro

Paisaje

Paseo de San José y el Niño Jesús

Retrato de un niño

San Agustín con la Virgen y el Niño

San Agustín en meditación

San Antonio de Padua adorando al Niño

San Antonio de Padua adorando al Niño

San Antonio de Padua y el Niño Jesús

San Francisco de Asís abrazando a Cristo crucificado

San Francisco de Asís recibiendo los estigmas

San Francisco y ángeles

San Isidro

San Leandro y San Buenaventura

Santa Rosa de Lima

Santo Tomás de Villanueva distribuyendo limosna

Traficantes de presas

Un santo de rodillas y con el apoyo de los ángeles, en éxtasis ante la Virgen y el Niño en una nube

Virgin glorious

Visión de una monja

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