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Miniatura

Libro de horas de Attavante degli Attavanti

Pintura de pequeño tamaño, realizada sobre pergamino, vitela, etc., con acuarela, polvos de oro, plata y goma arábiga.

El nombre de miniatura procede del latín minium, color rojo cinabrio, a través del italiano miniatura, usado generalmente para los títulos e iniciales de los manuscritos que se iluminaban. Ya los egipcios conocieron la miniatura; las primeras obras son algunas escenas del Libro de los muertos (-III milenio). Por los egipcios la conocieron los griegos. En la Edad Media, Bizancio la propagó por Occidente y Próximo Oriente. Los primeros manuscritos iluminados datan del s. V, y son los famosos Códices de Virgilio (Vaticano), obra de talleres romanos. La influencia de los manuscritos bizantinos originó en Italia obras importantes como el Rótulo de Josué, la Topografía de Cosmas Indicopleustes (Vaticano y las Biblias y Salterios de los siglos X Y XI. En Irlanda surgieron manuscritos muy bellos en el s. VIII; los más célebres son los libros de Kells y Durrow, el Libro de San Cutberto y los Salmos. La miniatura bizantina en plena floración (siglos IX-XII) realizó obras obras de gran valor: Salterio griego de París, Salterio Khloudov (Moscú). En España, este momento fue el de máximo apogeo de la miniatura mozárabe (V. MOZÁRABE), que creó manuscritos tan importantes como la Biblia Hispalense (s. X), la Biblia Complutense y los famosos Beatos (Tavara, Girona, Burgo de Osma).

Con el Renacimiento carolingio, los talleres palatinos producen numerosas obras: Biblia de Carlos el Calvo, Evangeliario de Godescalco, Salterio de Utrecht. etc. En Italia las obras más importantes se realizan en los monasterios benedictinos: Exultet, códice de los Milagros de San Benito, y el Cronicón Volturnense (s. XII). La obra capital de la miniatura gótica española es Las Cantigas, ordenadas por Alfonso X el Sabio; el gótico internacional, a fines del s. XIV, creó en Cataluña una obra maestra, el Misal de Santa Eulalia, de Rafael Destorrents, y en Valencia el excepcional Breviario del rey Martín, de atribución dudosa.

En Francia, la miniatura inicia con el gótico un período de esplendor que sólo se quebrará con la aparición de la imprenta. Bajo el reinado de San Luis, París se convirtió en el centro más importante de la producción de manuscritos miniados: Salterio de lngeburge (Museo de Chantilly), la Biblia moralizada, Salterio de San Luis (Biblioteca Nacional, París). En el s. XIV los fondos de oro, muy comunes, son sustituidos por colores planos, y a veces por paisajes, y aparece también la grisalla: Breviario de Belleville y Horas de Jeanne d'Évreux, de Jean Pucelle.

En Italia, por la misma época, Siena destaca por la producción de libros litúrgicos y Biblias; entre sus mejores miniaturistas están: Simone Martini, Lippo Memmi, ilustrador del famoso Virgilio de la Biblioteca Ambrosiana, Oderisi da Gubbio, etc.

En Gran Bretaña, durante el s. XIII, existió una escuela que se caracterizó por su gran riqueza decorativa y su acentuado dramatismo; el artista más importante es Matthew Paris. A principios del s. XIV, los miniaturistas ingleses evolucionan hacia un arte más realista.

El s. xv marca el período de apogeo de la miniatura, protegida por los mecenas. En España alcanza un momento de gran calidad en tiempo de los Reyes Católicos, en general influida por la miniatura flamenca (Instituciones latinas de Nebrija, Libro de Coro del Cardenal Carrillo, Breviario de los Reyes Católicos, etc.).

En Francia, a principios del s. XV, trabajan los hermanos Limbourg, autores de Les Tres Riches Heures du Duc de Berry (Museo Candé, Chantilly). En Tours trabajó Jean Fouquet, autor de las Antiquités judaïques, las Heures d'Étienne Chevalier; las Grandes Chroniques de France, etc. Bourdichon ilustró las Grandes Heures d'Anne de Bretagne.

No se puede hablar de una verdadera escuela flamenca hasta que Felipe el Bueno de Borgoña constituyó las antiguas provincias septentrionales (actual Flandes), como centro principal de la vida política y artística de su ducado. En su corte trabajaron artistas tan importantes como Jean de Pestivien, Guillaume Vrelant, Jehan Dreux, Jean Tavernier, Simon Marmion, etc. Para Carlos el Temerario, sucesor de Felipe el Bueno, trabajaron Philippe de Mazzorolles y Alexander Bening, jefe de una familia de miniaturistas; a su taller pertenece el Breviario Grimani (Biblioteca Marciana, Venecia). Los talleres más importantes estuvieron en Amberes, Brujas y Gante.

La miniatura islámica es temáticamente distinta a la occidental. En el arte islámico, la miniatura fue introducida en Bagdad alrededor del s. IX. Las primeras obras de esta escuela pertenecen al s. XII. Son ilustraciones de obras de historia natural traducidas del griego, versiones árabes de las fábulas indias de Calila y Dimna y del Magamat de al-Hariri. La invasión mongola del s. XIII puso en contacto el arte islámico con la pintura china, cuyo influjo se dejó sentir sobre todo en el paisaje. Con un sustrato de tradición indígena, se formó un nuevo estilo persa-mongólico, que se desarrolló en Bagdad y Tabriz. La primera obra importante es la gran epopeya nacional Sah-nama de Firdawsi (Ferdosi). La personalidad más sobresaliente fue Behzad (1445-1525), que perteneció a la escuela de Herat. La siguiente generación de pintores de Tabriz tuvo como figura destacada al sultán Muhammad.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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