Estilo que caracterizó las manifestaciones artísticas de Europa desde mediados del s. XII hasta el Renacimiento. La palabra gótico fue empleada por los humanistas italianos renacentistas para designar peyorativamente un arte nacido en la Europa nórdica. Pese a lo impropio del término, éste ha quedado definitivamente aceptado.
Arquitectura
El origen de la arquitectura gótica se halla en los edificios construidos en el N. de Francia desde el segundo cuarto del s. XII, como consecuencia de la utilización y desarrollo de diversos hallazgos constructivos, que permitieron edificar templos mayores, más amplios, más altos y mejor iluminados. La bóveda de crucería, elemento característico de la arquitectura gótica, es esencialmente un reforzamiento con arcos apuntados de la bóveda de arista (bóveda generada por el cruce de dos bóvedas de cañón), ya utilizada en la arquitectura románica. Bóvedas semejantes fueron empleadas desde los ss. VIII-X en las iglesias de Armenia y Georgia por su valor decorativo. En Occidente, la primera bóveda de crucería (1133) es la de la catedral inglesa de Durham.
El verdadero impulso del estilo gótico se logró con la utilización sistemática de dicha bóveda. Como todo su peso se apoya sobre los cuatro pilares que la sostienen, los muros pierden su función sustentante y pueden ser perforados por las inmensas ventanas cerradas con vitrales de colores. Una serie lineal de bóvedas de crucería constituye una nave, que puede ser tan larga como se desee por la simple adición de nuevos elementos. La abadía de Saint-Denis (comenzada h. 1135), hoy incluida en un barrio de París, inició las construcciones góticas, que rápidamente se extendieron por toda la lle-de-France: Noyon, Senlis, Chartres, Sens y Notre-Dame de París (iniciada en 1163). El papel esencial desempeñado por los apoyos interiores (pilares) y exteriores (contrafuertes y arbotantes) da a las catedrales góticas un poderoso impulso vertical, acentuado por el uso del arco apuntado u ojival. Esta verticalidad, característica del gótico, se refleja en la proporción entre la anchura y la altura de las naves; en las antiguas basílicas era generalmente de 1:1,2, y en la catedral de Beauvais (que corresponde a la madurez del gótico) llega a ser de 1:3,3. El dominio más perfecto de esta técnica constructiva· permitió levantar templos cada vez más amplios (París, 127 m de longitud; Chartres, 130 m; Amiens, 145 m) y más altos (París, 34 m; Chartres, 35 m; Amiens, 44 m), hasta llegar a convertir estos edificios en verdaderas arquetas de cristal policromo (Sainte-Chapelle de París, 1245-48) o en imponentes moles de riquísima filigrana en piedra, profusamente decoradas con esculturas (Reims, 1211-99).
Las formas constructivas del gótico fueron llevadas a toda Europa por los monjes cistercienses, dando lugar a un estilo de transición: en España, los monasterios de Poblet y Santes Creus (Tarragona), Moreruela (Zamora), Las Huelgas (Burgos), Veruela (Zaragoza), así como por arquitectos procedentes del N. de Francia, que difundieron el estilo y lo transmitieron a maestros locales. Como resultado surgieron: en Castilla, las catedrales de León (s. XIII), Burgos (comenzada en 1221) y Toledo (en 1226); en Alemania, las de Colonia y Ulm (iniciadas en 1248 y 1377, respectivamente); en Bélgica, Santa Gúdula de Bruselas; en Inglaterra, Lincoln (1186-1263), Salisbury (1220-65), etc.; en Italia, las catedrales de Siena y Orvieto, Santa María Novella de Florencia y, sobre todo, la gran catedral de Milán, en la que trabajaron arquitectos y escultores de toda Europa. Algunos países asimilaron el gótico según su genio particular y crearon estilos originales. Así, Inglaterra produjo el estilo perpendicular del que son muestra los fantásticos arcos dinámicos del crucero de la catedral de Wells (1338), las nerviaciones ondulantes del claustro de Gloucester (1351-1412), etc.; Alemania desarrolló un tipo de catedral gótica, llamada Hallenkirche, con tres naves de igual altura, rompiendo el esquema francés de la iglesia-corredor y sustituyéndolo por la iglesia-sala (San Lorenzo de Nuremberg, 1300-1477; catedral de Minden, Frauenkirche de Munich, etc.); en Cataluña, Valencia y Mallorca se creó el llamado gótico mediterráneo, que opone las masas plásticas al esquema lineal procedente del N., las superficies planas a la preponderancia de huecos, lo simple a lo fastuoso, la nave única o las tres naves amplias a las naves estrechas y altas (de forma semejante a las Hallenkirchen alemanas) y las terrazas horizontales a las agujas verticales. A esta variante responden Santa María del Mar (1328-83) y Pedralbes (1324-25), en Barcelona; la catedral de Girona (1321-68), con la bóveda gótica más ancha del mundo, y la de Palma de Mallorca (1230-1346).
En su último período (ss. XV-XVI), la arquitectura gótica produjo el estilo llamado flamígero, derivado del perpendicular inglés, que se caracteriza por la abundante decoración escultórica, las tracerías llameantes en los ventanales y las complicadas bóvedas estrelladas (Palacio de Justicia de Ruán, 1499-1508; lonjas de Ypres y de Brujas; palacios comunales de Brujas, 1376-1421; Bruselas, 1402-54, Lovaina, 1448-63, etc.). En la península Ibérica en este período se crean unas variantes originales: el estilo Isabel o isabelino, en España, y el estilo manuelino, en Portugal.
Escultura
La gran variedad de los capiteles de estilo románico fue sustituida en las catedrales góticas por una decoración escultórica de tipo floral un poco fría, que se pierde en las alturas de las bóvedas y columnas. En cambio, en las fachadas, la escultura gótica alcanzó un importante desarrollo, especialmente en las grandes portadas; en sus arquivoltas, mediante figuras de pequeño tamaño, se plasmaron temas iconográficos del Antiguo y del Nuevo Testamento, mientras que, a ambos lados de las puertas, se distribuían grandes estatuas exentas o adosadas a las columnas, que representaban escenas de la vida de Cristo, la Virgen, los apóstoles u otros santos. El hieratismo románico, aún presente en las bellas imágenes de la catedral de Chartres (1205-40), dio paso a un frescor naturalista, ejemplificado por la bondadosa suavidad del Buen Dios, de Amiens (1225-35), por los ángeles sonrientes y el grupo de la Visitación de Reims (1225-30), y por las exquisitas figuras de la iglesia y la sinagoga de Estrasburgo, o las de Bourges. En Alemania cabe subrayar el sorprendente clasicismo de las esculturas de Bamberg (h. 1245) y la elegancia de las figuras de los margraves de Naumburgo (h. 1250). En Italia se mezclan las influencias del gótico francés y las de la antigüedad romana y crean un nuevo y característico estilo, que se inicia en Pisa con la obra de Nicola Pisano, Arnolfo di Cambio y Giovanni Pisano; en Florencia siguen sus pasos Nino Pisano, Orcagna y Tino de e amaino. En España, la escultura gótica de tradición francesa se hace patente en las hermosas portadas de la Sarmental y la Coronería de la catedral de Burgos, y en la bella imagen de la Virgen Blanca de la catedral de León. La escultura del gótico flamígero, con sus formas nerviosas y su modelado cóncavo, tuvo su origen en la obra de los artistas flamencos que trabajaban para la corte de Borgoña: Jan de Marville y Claus de Werbe (tumba de Felipe el Atrevido, 1384-1411), Claus Sluter (Pozo de Moisés, en la cartuja de Champmol, 1395-1405; tumba de Philippe Pot, Louvre, 1493). En Cataluña, este goticismo flamenco aparece moderado por la influencia italiana en la obra de Pere Johan (retablo de la catedral de Tarragona, 1426-36), mientras en Castilla produce una serie extraordinaria de esculturas funerarias, entre las cuales destaca el famoso Doncel de Sigüenza. En Alemania, la escuela de tallistas en madera del s. XV desarrolla este goticismo dramático, mientras que Tilman Riemenschneider representa una reminiscencia de la serenidad del período anterior (Adán y Eva, 1492).
Pintura
En un primer período el desarrollo de la vidriería domina toda la pintura, hasta transferir sus formas a las miniaturas que decoran los códices con imágenes de vivos colores (Salterio de San Luis, 1253-70, Biblioteca Nacional de París). Este estilo, conocido como franco-gótico, influyó en las pinturas españolas sobre tabla del s. XIII y principios del XIV. Un segundo período corresponde a la influencia de los pintores florentinos (Giotto) y, sobre todo, sieneses (Pietro y Ambroggio Lorenzetti, Simone Martini, etc., todos del s. XIV); es el estilo italo-gótico, introducido en España por Ferrer Bassa (pinturas de Pedralbes, 1346) y desarrollado por Ramon Destorrents y Jaume y Pere Serra.
A fines del s. XIV y principios del XV aparece un nuevo estilo, el llamado gótico internacional, en el que confluyen influencias francesas, flamencas y germánicas y cuyas composiciones se caracterizan por la elegancia caligráfica de la línea, por sus colores brillantes y esmaltados y por una predilección acentuada por lo fantástico. A esta tendencia pertenecen las obras de Melchor de Broederlam, pintor de la corte de Borgoña, cuyo papel fue decisivo en la creación del estilo (tablas del Museo de Dijon, Francia); las maravillosas miniaturas del libro Las muy ricas horas del duque de Berry, de Jean y Paul de Limbourg (Museo Condé, Chantilly); en Alemania, las obras de la escuela de Colonia, de Konrad Witz y de Stefan Lochner; en Bohemia, las de Teodorico de Praga; en Italia, las de Pisanello, Sanseverino y Masolino da Panicale; en Cataluña, mon de Mur. La brillantísima escuela de pintura sobre tabla que se desarrolló en Flandes en el s. XV, tras la obra maestra de Jan Van Eyck (Políptico del Cordero Místico, catedral de San Bavón, Gante, 1432), y de la que forman parte Rogier van der Weyden, Petrus Christus, Dirk Bouts, Hugo van der Goes, Hans Memling, etc., ejerció una influencia considerable sobre la pintura del último período gótico. Este gótico flamenco, caracterizado por una cristalina agudeza óptica, por la presencia del paisaje y por la aparición de la profundidad del espacio mediante la perspectiva, impregnó en España el arte del valenciano Lluís Dalmau (Virgen de los Consellers, 1445, MNAC, de Barcelona) y, a continuación, la obra de Jaume Huguet, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego y Pedro de Berruguete. En Portugal inspiró el arte de N uno Gonçalves. En Francia, las obras de Jean Fouquet y de Nicolas Froment (Resurrección de Lázaro, 1461, Uffizi), nacidas en el ambiente del gótico internacional, señalan los comienzos de la evolución hacia el nuevo estilo de Flandes.
Vidrieras
Mención especial merecen las extraordinarias vidrieras que decoran las amplias ventanas de las catedrales góticas. Compuestas por piezas de vidrio coloreadas al fuego y luego montadas como mosaicos con tiras de plomo, constituyen obras maestras del arte figurativo medieval. En ellas, la luz, filtrada a través del grueso espesor del vidrio, se refracta en todas las direcciones y difunde el color, con maravillosos efectos de vibración. Las vidrieras más famosas son las de las catedrales de Chartres, Poitiers, Bourges y Ruán. Una obra excepcional es la Sainte-Chapelle de París, en la que los muros fueron casi totalmente sustituidos por vidrieras. En España cabe destacar las vidrieras y rosetones de la catedral de León. En el s. xv desaparecieron las tiras de plomo que circundaban las figuras, y el carácter original de las vidrieras antiguas se perdió en una especie de pintura transparente sobre vidrio.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Artistas del Gótico