Ferrant Vázquez, Ángel (Madrid, 1 de diciembre de 1890 -1961) fue un escultor español de vanguardia relacionado con el surrealismo
y el arte cinético.
Biografía y obra
Hijo del pintor Alejandro
Ferrant, estudió escultura en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, en la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el taller del escultor Aniceto
Marinas. Sus primeras obras, entre las que destaca La cuesta de la vida (Museo
del Prado) por la que obtuvo una segunda medalla en la Exposición Nacional de
Bellas Artes de 1910, se inscriben en el realismo academicista del cambio de
centuria, con toques tremendistas. En 1913 viajó a París donde entró en
contacto con el futurismo y, aunque él no llegase a ser propiamente un
futurista, la influencia de Marinetti con quien tuvo relación epistolar hizo
que evolucionase su escultura.
Al obtener por oposición una
plaza de profesor de modelado y vaciado fue destinado a la Escuela de Artes y
Oficios de La Coruña, donde residió durante dos años, hasta su traslado en 1920
a la escuela de la Lonja en Barcelona. Aquí permaneció hasta 1934, cuando se
estableció definitivamente en Madrid, como profesor de la Escuela de Artes y
Oficios de Carabanchel.
Primeros contactos con las
vanguardias
En Barcelona se aproximó a los
artistas del noucentisme y las vanguardias, cuya influencia se advierte en La
escolar, por la que obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Escultura
de 1926. Becado por la Junta de Ampliación de Estudios, en 1927 viajó a Viena
buscando una renovación de los métodos pedagógicos de la enseñanza de la
escultura.
Durante estos años de permanencia
en Barcelona expuso en diversas galerías y con diferentes grupos como la I
Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, en la que presentó dos desnudos
influidos por el arte primitivo, el Saló dels Evolucionistes, el Círculo de
Sant Lluc, la Asociación de Escultores y los Amigos de las Artes Nuevas
(ADLAN.), grupo afín al surrealismo fundado en 1931 con Ángel Ferrant como
miembro muy activo. En 1936 participó en la Exposición Logicofobista de
Barcelona, integrada plenamente en la corriente surrealista, en la que
participó también el que había sido su alumno Eudald Serra. Ferrant inició en
estos años sus investigaciones sobre los objetos, ensayando nuevos materiales
artísticos dentro de la estética del objet trouvé. Por los mismos años inició
sus contactos con el norteamericano Alexander Calder, del que los Amigos de las
Artes Nuevas expusieron su Circo en miniatura.
La Guerra Civil y la Junta
Delegada del Tesoro Artístico
Al inicio de la guerra firmó el
«Manifiesto de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la
Cultura» publicado en el diario La voz del 30 de julio de 1936. A comienzos de
1937 se incorporó a la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento
del Tesoro Artístico creada el 15 de diciembre de 1936, que tenía como
presidente a Roberto Fernández Balbuena y como vocal a su hermano, el
arquitecto Alejandro Ferrant. Una de sus misiones como auxiliar técnico
consistió en la organización del fichero fotográfico de las obras recogidas por
la Junta. Por las mismas fechas fue nombrado director accidental del Museo de
Arte Moderno, al trasladarse a Valencia Ricardo Gutiérrez Abascal, y presidente
de la Sección del Tesoro Artístico del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas
y Tesoro Artístico, cargos de escasa eficacia real al permanecer cerrado el
museo y convertirse el Consejo Central en una superestructura vacía de
contenido. El 27 de mayo fue detenido en las dependencias de la Junta por
agentes del Servicio de Investigación Militar del Ejército del Centro que la
noche anterior habían detenido al arquitecto Francisco Ordeig, responsable del
depósito que la Junta de Incautación tenía en la iglesia de San Francisco el
Grande, junto con un hijo de este y los funcionarios de la Junta y miembros de
la Guardia Nacional Republicana encargados de la custodia de las obras de arte
allí depositadas, a quienes se acusaba de connivencia con el enemigo. El 30 los
hermanos Ferrant fueron liberados, tras la intervención de Fernández Balbuena y
los compañeros de la Junta, quienes advertían en las acusaciones formuladas por
los agentes de la brigada de información exageraciones e interpretaciones
forzadas de declaraciones escuchadas por confidentes. Al parecer, no había otro
motivo para la detención que la amistad con Ordeig, juzgado finalmente en
Barcelona un año más tarde.
El 1 de julio fue nombrado vocal
de la Junta Delegada, encargado de las visitas e incautaciones por los pueblos
de la región centro, entre otras tareas variadas. En enero de 1938, tras el
nombramiento de Fernández Balbuena como delegado en Madrid de la Dirección
General de Bellas Artes y subdirector del Museo del Prado, Ángel Ferrant fue
encargado de la presidencia de la Junta Delegada del Tesoro Artístico en
Madrid. Sus reticencias ante algunas peticiones de los responsables del
ministerio y de la dirección de Bellas Artes fueron motivo de continuos
choques. En marzo presentó su dimisión —que pronto retiró— tras negarse a enviar
a Valencia El descendimiento de la cruz de Rogier van der Weyden. En abril de
1938 fue llamado a Barcelona donde permaneció hasta el mes de junio, dejando
como responsable de la Junta a Matilde López Serrano, agente del SIPM
franquista. El 6 de septiembre los responsables del Ministerio de Hacienda, al
que habían sido transferidas las competencias sobre el Tesoro Artístico,
procedieron a remodelar las Juntas Delegadas, a cuyo frente se colocaron los
gobernadores civiles y Ferrant quedó como auxiliar técnico sin funciones
ejecutivas.
La posguerra
Terminada la guerra, fue
denunciado junto con su hermano por el duque de Valencia, cuyas propiedades se
habían salvado gracias a la Junta Delegada de Madrid. Sometido a expediente
disciplinario, en abril presentó un escrito exculpatorio detallando sus
actuaciones al frente de la Junta Delegada. En julio, Pedro Muguruza, comisario
general del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, presentó un
informe ante el Tribunal Militar de Funcionarios en el que reconocía el papel
jugado por la Junta Delegada en Madrid, en orden a la conservación del
patrimonio. También finalizada la contienda recuperó la creación artística que
había abandonado en tiempos de guerra. Muy significativa es en este orden la
serie de relieves en barro cocido de la Tauromaquia (Museo Nacional Centro de
Arte Reina Sofía), fechada en 1939, en la que retorna al arte figurativo desde
presupuestos ajenos al academicismo.
En 1943 recibió el encargo por
parte de los arquitectos Durán de Cottes y López Izquierdo para colaborar con
un conjunto escultórico destinado a la fachada del Teatro Albéniz de Madrid, a
modo de reinterpretación de la fachada-retablo de la arquitectura barroca
hispana. El encargo consistía en la realización de once figuras, once autómatas
de madera que mediante un simple mecanismo de cigüeñales y un motorcillo movían
las partes articuladas (tocando una guitarra, abanicándose, balanceando el
torso...) que se conservaron en la fachada hasta 1983, momento en que se
llevaron a una exposición, para quedar resguardadas en adelante en el foyer del
teatro. Por necesidades económicas aceptó algunos otros encargos, como parte de
los relieves de la columna del Descubrimiento en La Rábida,3 pero al mismo
tiempo volvió a trabajar sobre objetos hallados —conchas, piedras, palos—
ensamblados en construcciones de «expresión inutilitaria».
En 1948 conoció al pintor alemán
Mathias Goeritz y su Escuela de Altamira, que va a potenciar el trabajo con
objetos de piedra o barro en los que se insinúan figuras humanas. Con Goeritz
publicó Figuras del mar, libro con textos del alemán y dibujos de Ferrant. En
1949 expuso sus móviles, cercanos a Calder, y su contrapunto, la serie de
esculturas Estáticas. En 1960 obtuvo el premio especial de escultura en la XXX
Bienal de Venecia.
Fuente: https://es.wikipedia.org
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