Cézanne, Paul (Aix-en-Provence, 19 de enero de 1839 - 22 de octubre de 1906) Pintor francés, uno de los mejores representantes del postimpresionismo.
Su
padre era un burgués emprendedor que pudo dar a su familia una buena
posición en Aix-en-Provence, lugar donde el pintor nació, estudió y
conoció al futuro novelista Zola, que tendría una importancia decisiva
en su vida artística. En 1861 Cézanne consiguió permiso para trasladarse
a París a estudiar pintura y se inscribió en la Academie Suisse, donde
conoció enseguida a Guillaumin y a Pissarro, aunque, desanimado por los
resultados de su pintura, volvió a Aix y se puso a trabajar en la Banca
de su padre. A finales de 1862, sin embargo, insistió en la aventura de
Paris y Zola pudo introducirle en el ambiente de los impresionistas. A
partir de ese momento y hasta 1870 Cézanne alternó la vida en Paris,
donde frecuentaba el Louvre, con largas estancias en Provenza. Sin
embargo, su vida artística se desenvolvió bajo el signo del fracaso. En
1866 el Jurado del Salón Oficial rechazó su admisión, y el pintor
escribió una violenta carta de protesta al director de Bellas Artes. No
obtuvo ningún resultado, y hasta 1882 Cézanne sería excluido
sistemáticamente de las exposiciones oficiales.
El
estallido de la guerra franco-prusiana le sorprendió refugiado en una
villa cerca de Marsella, pero, estimulado por Pissarro, se trasladó en
1872 a Pontoise. La proximidad de su amigo y las sesiones de trabajo al
aire libre aportaron profundas transformaciones a su pintura: la paleta
se aclaró, el aire y la luz empezaron a circular sobre la tela, y las
pinceladas se fraccionaron en toques impresionistas. Fue un período de
intensa actividad creativa que culminó con la participación de Cézanne
en la primera exposición de los impresionistas en 1874, donde fue
admitido por intercesión del propio Pissarro. De hecho, hasta 1879
Cézanne permaneció fiel al lenguaje impresionista, y en 1877 incluso se
dejó convencer para exponer en la tercera muestra, donde presentó un
grupo de dieciséis obras. Tampoco esta vez fue comprendido su trabajo,
ni siquiera por los poquísimos críticos favorables al Impresionismo,
incluido su amigo Zola.
A
partir de 1879 Cézanne se fue alejando progresivamente del lenguaje
impresionista y, aunque mantuvo algunos contactos con los pintores, se
negó siempre a exponer de nuevo con ellos. La muerte de su padre, en
1886, le puso a cubierto de cualquier preocupación económica y sus
estancias fuera de Provenza se fueron haciendo cada vez más raras
(aunque no le faltaron ocasiones para exponer en Bruselas en 1887, 1889 y
1890 con el "Grupo de los Veinte"), hasta que después de 1890 se
encerró en un huraño aislamiento en Aix. A partir de este momento su
interlocutor favorito fue la montaña de Santa Victoria, su motivo
pictórico por excelencia, al que dedicó más de sesenta composiciones.
Pronto la nueva generación reconoció en él al único de los viejos
maestros que, saliendo del callejón sin salida al que había llegado el
Impresionismo, y dejando a la sensibilidad su papel indispensable, había
conseguido sustituir el empirismo por la reflexión.
Junto a los problemas de la luz, "absolutizados" por los impresionistas, Cézanne trató de resolver dos cuestiones básicas que fueron descuidadas por éstos últimos: espacialidad y objetividad. De hecho, pinta casi los mismos motivos que los impresionistas, pero con la idea de una síntesis en la que se combina la expresión de la luz con el cuerpo formal palpable, limitado por fijas relaciones de espacio. Sus cuadros ofrecen exactamente lo contrario de lo que los impresionistas son capaces de hacer: no el momento fugaz, lo resbaladizo y pasajero de los fenómenos, sino la consistencia y duración de lo imperecedero. Por eso, las distorsiones que aparecen en su obra se pueden explicar únicamente por los requisitos del diseño pictórico. Si consideramos que son el resultado de un ajuste continuo entre las verdades de lo que se conoce, lo que se ve y lo que se siente, estaremos en mejor posición para apreciar la originalidad de un arte tan alejado, por un lado, de las construcciones menos sensuales del Cubismo como, por otro, de la inmediatez naturalista de los primeros años del Impresionismo. Y si además no olvidamos que el motivo, tal y como lo registra su visión extraordinariamente aguda, será siempre contrastado en su mente con su alto ideal del arte representado por los grandes maestros del barroco europeo, podemos entender la dificultad y gravedad de la tarea que se impuso Cézanne. Como el mismo dijo, se trataba de llevar el Impresionismo a los museos.
Como
ha señalado Hamilton, en contraste con la visión fotográfica de los
primeros impresionistas, las telas de Cézanne son registros acumulativos
de sucesivas instantaneidades. Cada pintura no es una exposición del
motivo como elemento que permanece idealmente fuera de nosotros y, por
tanto, más allá de la experiencia temporal: está constituido a base de
observaciones sucesivas y singulares que se pueden ver todavía en los
contornos multiplicados de los objetos, en la sustitución de la luz
constante, difusa y abarcadora, por la tenue luz atmosférica de los
impresionistas y en la perspectiva movediza de los paisajes y de las
naturalezas muertas. Estas discrepancias rectangulares, prueba de su
abrumador sentido de la forma, obligaron a Cézanne a deformar la
apariencia "natural" de los detalles en favor del diseño total, y son
más bien evidencia del tiempo que el pintor pasaba pintando y de las
numerosas posiciones apenas distintas en que cada objeto era estudiado.
Mediante esta introducción de cambios y procesos a través de los
múltiples puntos depositados en la superficie, el cuadro se convierte en
un registro del presente continuo, de la experiencia del espacio en el
tiempo, que es, a su vez, una experiencia que requiere tiempo para
revelarse.
En
cualquier caso, el reconocimiento de Cézanne se hizo esperar bastante y
hasta las exposiciones retrospectivas de la galería Ambroise Vollard (a
quien Cézanne había conocido en la Gran Exposición de Paris en 1895),
en 1895 y 1898, las generaciones más jóvenes no se decidieron a saquear
su obra para encontrar lo que en ella querían ver. Primero fue el
aspecto "decorativo" lo admirado por los simbolistas y los nabis;
después de la exposición conmemorativa en el Salón de Otoño en 1907, los
cubistas empezaron a reivindicar los efectos estructurales. Más tarde
fue aclamado como uno de los pioneros del arte abstracto, a causa de la
subordinación, al menos aparente, del tema al diseño. Y así
sucesivamente. Cada faceta es, desde luego, defendible, pero todas son
parciales. A partir de 1920 la relación de Cézanne con el Impresionismo
había sido prácticamente olvidada y se completó la imagen del pintor
como el primitivo de los modernos, como el maestro que echó los
cimientos del nuevo arte abstracto y constructivista del siglo XX,
aunque en realidad no fuera ése el verdadero logro de Cézanne e
interpretar así sus obras sea sacrificar su significado por un ideal
subsecuente y distinto.
Cézanne o la estructura consistente
Sin duda la muerte prematura de Georges Seurat representó
una gran pérdida para el arte. Su carrera se auguraba brillante, y
resulta imposible deducir hacia dónde se habrían dirigido sus
inquietudes si hubiese vivido más años. En cambio, toda la obra de
Cézanne ofrece, al examen de quienes de verdad se interesan por los
altibajos de la pintura, el proceso de un largo y trabajoso esfuerzo por
llegar a una meta casi inaccesible.
Paul
Cézanne (1839-1906) perteneció a la misma generación de los maestros
impresionistas, con los que convivió unos años y con algunos de los
cuales siguió en relación de una muy estrecha amistad; pero su labor
está tan íntimamente enlazada con los problemas que se han planteado a
la pintura actual, que parece más del siglo XX que de la segunda mitad
del XIX.
Autorretrato de Paul Cézanne (Kunstmuseum, Berna). Cézanne sigue en este autorretrato la fórmula de pintores anteriores. Se representa vestido elegantemente, con traje y sombrero, el semblante serio y mirando fijamente al espectador. Por el fondo de la composición parece que está ambientado en su propio taller.