Renacimiento. Cincuecento. Manierismo.
Berruguete, Alonso (Paredes de Nava, h. 1488-Toledo, 1561) Pintor y escultor español, hijo de Pedro Berruguete.
Marchó muy joven a Italia, donde estudió pintura, escultura y arquitectura. Parece que en 1517 o 1518 regresó a España. Pasó a Granada para ejecutar diversas obras de pintura, actividad que poco a poco fue abandonando para centrarse en la escultura. En esta nueva faceta se mostró intérprete fiel del espíritu castellano, poco dado a sutiles delicadezas y lleno, por el contrario, de apasionamiento. Su obra escultórica más importante es el retablo mayor del monasterio vallisoletano de San Benito, comenzado en 1528. En el conjunto de este gran altar (que hoy se conserva, desmontado, en el Museo Nacional de Escultura, de Valladolid) destacan particularmente, por su concepción del manierismo renacentista, miguelangelesco, las imágenes de San Sebastián, considerada su obra maestra, Sacrificio de Abraham, San Cristóbal y el gran San Benito. Muerto Bigarny, completó el coro alto de la catedral de Toledo (lado de la Epístola) y realizó los relieves que coronan el trono arzobispal (1533). Después de llevar a cabo esta gran realización, contrató en 1551 la labra del sepulcro del cardenal Tavera en el Hospital de Afuera, de Toledo.
Alonso Berruguete, hijo del pintor Pedro (de quien después se tratará) y pintor también él mismo, está considerado como el primer escultor español genial del Renacimiento. Nacido hacia 1488 en Paredes de Nava (Palencia), a los veinte años de edad marchó a Florencia, y habría acompañado a Roma a Miguel Ángel. En 1517 estaba de regreso en España, y había sido ya nombrado pintor de Carlos V. Una llameante espiritualidad es, sin duda, su nota característica en la escultura, y por sus tallas de imágenes se le puede tener sin riesgo a incurrir en equivocación como el primer gran imaginero español; de 1525 data su retablo de La Mejorada, y en 1526 iniciaba el de San Benito, de Valladolid, que no se terminó hasta 1532 ·(hoy ambos se exhiben en el Museo de Escultura de Valladolid).
Una nueva etapa de su carrera de escultor se inicia en 1539 con su labor de talla de madera y mármol del lado de la Epístola del gran coro de la catedral toledana, obra en cuyos relieves se acusa a menudo su fogosidad miguelangelesca, de la que debía de quedar prendado en su estancia italiana. Compartía las tallas de este coro con Vigarny, que realizó el lado opuesto; pero fallecido Vigarny en 1542, realizó también la silla arzobispal con su gran remate en mármol presidido por el grupo de la Transfiguración, sin duda su obra más perfecta. En el año 1554 contrataba, finalmente, el sepulcro marmóreo del arzobispo Tavera, para el Hospital de Muera, y en Toledo moría en 1561. Con pujos de nobleza, había adquirido el señorío de Ventosa de la Cuesta, donde consta que recibió sepultura su cadáver.
Alonso Berruguete, hijo del pintor Pedro (de quien después se tratará) y pintor también él mismo, está considerado como el primer escultor español genial del Renacimiento. Nacido hacia 1488 en Paredes de Nava (Palencia), a los veinte años de edad marchó a Florencia, y habría acompañado a Roma a Miguel Ángel. En 1517 estaba de regreso en España, y había sido ya nombrado pintor de Carlos V. Una llameante espiritualidad es, sin duda, su nota característica en la escultura, y por sus tallas de imágenes se le puede tener sin riesgo a incurrir en equivocación como el primer gran imaginero español; de 1525 data su retablo de La Mejorada, y en 1526 iniciaba el de San Benito, de Valladolid, que no se terminó hasta 1532 ·(hoy ambos se exhiben en el Museo de Escultura de Valladolid).
Una nueva etapa de su carrera de escultor se inicia en 1539 con su labor de talla de madera y mármol del lado de la Epístola del gran coro de la catedral toledana, obra en cuyos relieves se acusa a menudo su fogosidad miguelangelesca, de la que debía de quedar prendado en su estancia italiana. Compartía las tallas de este coro con Vigarny, que realizó el lado opuesto; pero fallecido Vigarny en 1542, realizó también la silla arzobispal con su gran remate en mármol presidido por el grupo de la Transfiguración, sin duda su obra más perfecta. En el año 1554 contrataba, finalmente, el sepulcro marmóreo del arzobispo Tavera, para el Hospital de Muera, y en Toledo moría en 1561. Con pujos de nobleza, había adquirido el señorío de Ventosa de la Cuesta, donde consta que recibió sepultura su cadáver.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Obras comentadas