Frescos en el Palacio Schifanoia, Ferrara. Alegoría de Septiembre; Triundo de Vulcano, 1469 de Cosimo Turo. |
Escuela de Ferrara es el nombre que la historiografía utiliza para designar a una de las escuelas italianas de pintura durante el Renacimiento, cuyo foco fueron los talleres pictóricos de la ciudad de Ferrara, estrechamente vinculados a la casa de Este, que con su mecenazgo concentró la mayor parte de los encargos artísticos desde el siglo XV.
Nicolás III de Este (1393-1441) y
sus tres hijos, Leonello (1441-1450), Borso (1450-1471), y Ercole I
(1471-1505), expandieron la importancia política y artística de la ciudad,
dando trabajo a una creciente población de artesanos. El mecenazgo se acrecentó
con Hércules I de Este, y continuó hasta la muerte sin herederos de Alfonso II
de Este en 1597, momento en que el ducado de Ferrara fue anexionado por los
Estados Pontificios, gracias al apoyo militar de los Habsburgo
hispano-austríacos.
Desde finales del siglo XIV hasta
1440 se desarrolló en Ferrara un arte elegante y refinado, pero superficial y
afectado, como el que triunfaba en toda Europa, conocido como gótico
internacional. Sus últimos representantes en la Italia del norte, Pisanello y
Jacopo Bellini, entraron al servicio de los Este en Ferrara en esa década de
1440.
El nuevo estilo renacentista
aparece entre Padua y Venecia con la llegada de artistas toscanos, como Andreadel Castagno (1422), Paolo Uccello (1423-31 y 1445), Filippo Lippi (1434) y sobre
todo Donatello (1443), cuya estancia por diez años en Padua tuvo repercusión en
toda la región. Andrea Mantegna, al comienzo de su carrera en Padua, fue uno de
los primeros artistas de la Italia septentrional en expresarse con las
convenciones del estilo moderno. Al final de la década de 1450, Ferrara reforzó
sus lazos artísticos con Padua acogiendo a Mantegna, así como al flamenco Rogier van der Weyden, que realizó en la ciudad una escala de su viaje por Italia. Los
pintores ferrareses de la segunda mitad del XV: Cosmè Tura, Francesco del Cossa
y Ercole Ferrarese (llamdado también Ercole de' Roberti) encontraron un estilo
propio, sin equivalente en los demás focos artísticos italianos. Son
característicos sus cuerpos y rostros demacrados y las expresiones extáticas y
dolorosas, que extreman los modelos de Bellini o de Mantegna.
Su estilo evolucionará con el
tiempo, incorporando influencias de los focos vecinos: Mantua, Venecia,
Lombardía, Florencia y sobre todo Bolonia. Los lazos con la escuela boloñesa
fueron particularmente estrechos. Muchas de las colecciones locales, como las
de la familia Gonzaga, gobernantes de Mantua, se dispersaron con el final de la
casa de Este en 1598.
Especialmente a finales del siglo
XV, Ferrara fue uno de los principales centros de grabado de toda Italia. Los
grabados más famosos fueron las dos series conocidas tradicionalmente como
Mantegna Tarocchi, aunque no se pueden atribuir a Mantegna, sino cada una de
ellas a algún maestro no identificado.