Luis Tristán (1580/1586-1624)
Diego de Siloé (1495-1563)
Catedral de Santa María, en Burgos (Castilla y León)
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Catedral de Granada, de Enrique de Egas y Diego de Siloé, en Andalucía
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Rossetti (1828-1882)
Biografía
Hijo de un erudito emigrado
italiano, Gabriele Rossetti, D. G. Rossetti nació en Londres, Inglaterra y
recibió el nombre de Gabriel Charles Dante Rossetti. Su familia y amigos lo
llamaban "Gabriel", pero en sus publicaciones ponía primero el nombre
de Dante, debido a sus resonancias literarias. Era hermano de la poetisa
Christina Rossetti y del crítico William Michael Rossetti, y fue uno de los
fundadores de la Hermandad Prerrafaelita, junto con John Everett Millais y
William Holman Hunt.
Desde muy temprana edad, mostró
un gran interés en la literatura. Como todos sus hermanos, aspiraba a ser
poeta. Sin embargo, también deseaba pintar, habiendo mostrado un gran interés
en el arte italiano medieval. Estudió con Ford Madox Brown, con quien mantuvo
una estrecha relación a lo largo de su vida. Estudió idiomas en el King’s
College y posteriormente en la Royal Academy.
Después de la exposición de la
obra de Holman Hunt La víspera de Santa Inés, Rossetti buscó la amistad
de Hunt. La pintura ilustraba un poema de un autor por entonces poco conocido,
John Keats. El primer poema de Rossetti, The Blessed Damozel era una imitación
de Keats, así que creyó que Hunt podría compartir sus ideales artísticos y
literarios. Juntos desarrollaron la filosofía de la Hermandad de los prerrafaelitas.
Rossetti estuvo siempre más interesado en la parte medieval del movimiento que
en la moderna. Estaba publicando traducciones de Dante y otros poetas italianos
medievales, y su arte también buscaba adoptar el estilo de los primitivos
renacentistas italianos.
Las primeras grandes pinturas de
Rossetti muestran algunas de las cualidades realistas del movimiento
prerrafaelita temprano. En 1849 pinta su primer lienzo inspirado en los
antiguos pintores italianos, La infancia de la Virgen. ¡Al año siguiente
pinta Ecce ancilla Domini!, una representación de la Anunciación que exaltaba
la pureza. Es una interpretación moderna de la Virgen María y de la
Anunciación, en la que María es representada como una adolescente indiferente y
atemorizada, pálida no tanto por candor espiritual cuanto por consunción.
Destaca el uso del cabello pelirrojo, señal de sensualidad para el decadentismo
y el simbolismo. La presencia del lirio y de la cortina azul entre los tonos
blancos son elementos ulteriores que añaden contenido simbólico a la pintura.
Su obra es intensamente mística y primitiva, acercándose al eclecticismo de los
nazarenos alemanes. Su pintura incompleta Encontrada (Found; 1854) fue la única
dedicada a la vida moderna. Representaba a una prostituta, sacada de la calle
por un pastor que era su antiguo enamorado. Sin embargo, Rossetti
progresivamente prefirió imágenes simbólicas y mitológicas a las realistas.
Esto también puede predicarse de su poesía posterior.
Aunque lo apoyó John Ruskin, las
críticas que en el año 1850 recibieron sus pinturas hicieron que se retirara de
las exposiciones públicas y se dedicara sobre todo a las acuarelas, que podían
venderse en privado. Tomaba como asunto preferido los textos de Dante, en
particular de la Vida nueva, que había traducido al inglés, y de la La
muerte de Arturo de sir Thomas Malory. Sus visiones de las historias
artúricas y del diseño medieval también inspiraron a sus nuevos amigos de aquel
tiempo, como William Morris y Edward Burne-Jones.
Estas tendencias se acrecentaron
debido a ciertos acontecimientos de su vida privada, en particular por la
muerte de su esposa, Elizabeth Siddal, quien se suicidó ingiriendo láudano
después de dar a luz a un niño muerto. Rossetti cayó en la depresión y enterró
la mayor parte de sus poemas inéditos en la tumba de su esposa, en el
cementerio de Highgate. Idealizó su imagen como la Beatriz de Dante en un buen
número de pinturas, como El sueño de Dante ante la muerte de su amada
(1856) y en Beata Beatrix (1863), obra que marca el camino del pintor
hacia una mayor ornamentación y simbolismo; esta pintura alegórica alude a la
muerte de su mujer. Representa a Elizabeth en una pose lánguida y sensual, con
su cabello rojo natural recogido en un peinado deshecho; sobre sus manos se
está posando una paloma roja, símbolo de espiritualidad, que porta en el pico
una ramita alusiva al láudano. A sus espaldas, una escena difusa representa a
dos personajes, quizá Dante y Virgilio. El complejo simbolismo del retrato es
aún fuente de debate entre los críticos.
Dejó la Hermandad Prerrafaelita
en 1863, pero mantuvo su mismo estilo pictórico en obras posteriores: La
novia (1865), La mujer de la ventana, El vestido de seda azul
(1868), May Morris (1872), La doncella herida (1879), Ensueño
(1880), La pía (1881) y Juana de Arco (1882). Monna Vana
(1866) es el arquetipo de la feminidad decadente, el sujeto de la pintura es
una mujer de belleza sensual y andrógina que se cepilla el pelo rojo rodeada de
composiciones florales. La rosa es la flor decadentista por excelencia. Pintó
varias veces el mito de Proserpina o Perséfone, raptada por el
Hades, dios de los infiernos y que tuvo que liberarla, pero con la condición de
que no comiera nada en el regreso; Hades la engañó para que comiese seis
semillas de granada, fruto de los muertos, que la obligaban a volver seis meses
cada año, uno por cada semilla. La diosa es representada según un canon común
al romanticismo y al simbolismo: la mezcla de belleza y muerte se indica con el
pelo negro y una pose sensual de mujer fatal. En su mano, la granada alude al
mito y también, en clave simbólica, a la muerte y la sangre.
Su pintura influyó en el
desarrollo del movimiento simbolista europeo. Rossetti representaba a las
mujeres obsesivamente estilizadas. Tendía a retratar a su nueva amante, Fanny
Cornforth como el epitome del erotismo físico, mientras que otra de sus
amantes, Jane Burden, esposa de su socio de negocios William Morris, la
idealizaba como una diosa etérea.
Durante este tiempo, Rossetti empezó a obsesionarse con animales exóticos, y en particular con los wombats. Con frecuencia pedía a sus amigos que se encontraran con él en la “Guarida del wombat”, en el zoo de Londres en Regent's Park, y allí pasaría muchas horas. Finalmente, en septiembre de 1869 adquirió su primera mascota de wombat. Este, que vivió poco tiempo y al que llamó “Top”, a menudo lo llevaba a la mesa, y se le permitía dormir en el centro de la mesa durante las comidas. De hecho, se dice que inspiró al lirón de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
Los amigos de Rossetti
consiguieron que exhumara los poemas de la tumba de su esposa y los publicara: Poems
(Poemas, 1870); fueron muy controvertidos y atacados como el epítome de
la “escuela de la poesía carnal”. Ofendía su erotismo y sensualidad. Un poema, Nuptial
Sleep (Sueño nupcial), describía a una pareja que se quedaba dormida
después de hacer el amor. Esta era parte de la secuencia de sonetos de Rossetti
The House of Life (La casa de la vida), una serie de poemas que
trazaban el desarrollo físico y espiritual de una relación íntima. Rossetti
describe la forma de soneto como el “monumento al momento”, pues busca contener
los sentimientos de un momento fugaz, y reflejar su significado. Este fue el
mayor logro literario de Rossetti. En 1881 publicó Ballads and Sonnets (Baladas
y sonetos).
Rossetti también típicamente
escribió sonetos para sus pinturas, tales como Astarte Syriaca. Como
diseñador, trabajó con William Morris para producir imágenes para vidrieras y
otros elementos decorativos.
Hacia el final de su vida,
Rossetti cayó en estado mórbido, oscurecido por su drogadicción y su creciente
inestabilidad mental, posiblemente empeorada por su reacción a los salvajes
ataques de la crítica sobre su poesía desenterrada (1869). Pasó sus últimos
años retirado, como un recluso. Murió en Birchington-on-Sea, Kent, Inglaterra.
El pintor, Rossetti, fue uno de los más conocidos en su época, y su producción
fue muy abundante gracias a la magia de sus pinceles.
Obras comentadas
Beata Beatrix de Dante Gabriel Rossetti
La infancia de la Virgen, de Dante Gabriel Rossetti
Palacio Barberini de Carlo Maderno, Borromini y Bernini en Roma
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
Fachada del Palazzo del Quintinale de Carlo Maderno
Ares Ludovisi de Lisipo
Lisipo (n. Sición, s. -IV)
El estilo naturalista de Lisipo
Agias de Lisipo
Venus de Capua de Lisipo
Cabeza de Eros de Lisipo
Hermes probándose las sandalias de Lisipo
Apoxiómenos de Lisipo
Sileno y Dionisos de Lisipo
Hércules Farnese de Lisipo
Alejandro de Lisipo
Juan de Herrera (1530-1597)
Juan de Herrera, continúa con El Escorial tras la muerte de Juan Bautista de Toledo en 1567. Había estado también en Italia, pero no con carácter permanente. Era más netamente español y su intervención en los trabajos de El Escorial fue decisiva. La fachada es un inmenso muro de granito, sin adornos; termina con dos torres en los extremos, pero sin avanzar del paño del muro, para que no produzcan efecto de cuerpos salientes. Las ventanas, talladas geométricamente, sin molduras ni cornisas, se suceden en línea interminable; sólo en el centro del muro, para que la austeridad no resulte pobreza, se decora la entrada con ocho pilastras dó ricas, que sostienen un pequeño cuerpo central, más alto, con cuatro pilastras menores y un frontón. Pasada la primera crujía, un patio forma como el vestíbulo o atrio de la iglesia. Aquí, el ambiente más reducido exige otro estilo; la severidad, que en la fachada exterior se compensa por su masa, en el patio sería mezquina. Herrera tuvo que aplicar sus conocimientos del clásico grecorromano en la fachada de la iglesia, sin salirse del dórico, encuadrando su silueta sólo con molduras y ventanas. Seis figuras, de seis de los reyes de Judea, sobre altos pedestales encima del entablamento del primer piso son las únicas escUlturas. En el interior de la iglesia continúa sin vacilaciones el mismo orden dórico; unas pilastras gigantescas llegan hasta el arranque de las bóvedas. Nada de estuco ni de revestimiento de mármol, todo el despiezo de granito, que, visible con regularidad geométrica, acaba de dar a la iglesia el aspecto solemne de un panteón. Aquel interior con sus altas pilastras dóricas y anchos arquitrabes con triglifos solamente, por sus acertadas proporciones es muy digno de contarse entre las más importantes obras de arquitectura del Renacimiento. Bramante no habría podido hacer nada más noble. En las dependencias interiores, ya no es Herrera tan original. El patio llamado de los Cuatro Evangelistas -un claustro que quiere ser amable- resulta triste a pesar de sus estanques y de sus verdes jardines recortados; la arquitectura del claustro, y hasta la del templete que ocupa su parte central, son de un grecorromano acertado a medias solamente.
Herrera ejerció, durante el reinado de Felipe II, una especie de dictadura artística, como inspector áulico de monumentos, cargo análogo al que ejercía Enrique Egas en tiempo de los Reyes Católicos. Herrera, que había militado en los tercios de Italia, impuso una organización casi militar en los trabajos de El Escorial; sus cartas y escritos son siempre lacónicos y precisos. Visitaba a Felipe II dos veces por semana, y el monarca dictó una orden por la cual Herrera debía revisar y aprobar los planos de todos los edificios públicos que se construían en España.
Real monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)
Real monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid).
Vista panorámica del Monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)
Patio de Los Reyes, en el Monasterio de El Escorial, en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid)
Alejo Fernández (h.1475-1545/1546)
Trabajó primero en Córdoba, donde realizó el retablo del Convento de las Jerónimas, y a partir de 1508, en Sevilla. En esta ciudad ejecutó para la Casa de Contratación el lienzo de la Virgen de los Navegantes, la Virgen de la Rosa (iglesia de Santa Ana de Triana) y la decoración del altar mayor de la catedral. Se le debe también el tríptico de la Santa Cena de la Seo de Zaragoza. En su obra persisten caracteres medievales, pero con formas italianizantes renacentistas.
Es un pintor de gran talento, uno de esos artistas que por los años de la primera mitad del siglo XVI aparecen con flamenquismos e italianismos a la vez. Sus Vírgenes: la de los Navegantes (Capilla de la Casa de Contratación de Sevilla), la de la Rosa (iglesia de Santa Ana), la que pintó para la capilla de Maese Rodrigo, también en Sevilla, son versiones distintas, pero todas ellas de un estilo refinadísimo, del tema de la Madre de Dios. Su italianismo aparece más claro en el Tríptico de la Cena, del Pilar de Zaragoza.
La importancia comercial de Sevilla atrajo sin duda a otro extranjero en 1537. Fue el bruselense Pedro de Campaña (o Kempeneer). Se lo encuentra en Sevilla en 1537, pintando para la catedral; pero antes había residido en Bolonia. Tras sus años sevillanos regresaría en 1563 a su patria. La característica que mejor define el estilo que impera en su obra es que se trataba de un pintor de claro temperamento dramático. Lo revelan sus dos famosas Crucifixiones, una en Bruselas y la otra que se halla conservada en la sacristía de la catedral sevillana.
En otras pinturas que dejó en Sevilla (como, por ejemplo, el retablo mayor de la iglesia de Santa Ana, pintado en 1557), muestra también otras calidades dignas de reseñar, sobre todo de iluminación y tierno realismo, que serán, por otro lado, típicas de la escuela pictórica de Sevilla durante la centuria posterior.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
La Garriga de Jean Fautrier
Jean Fautrier (1898-1964)
Fautrier, Jean (París, 16 de mayo de 1898 – Châtenay-Malabry, 21 de julio de 1964) Pintor y escultor francés. Fue uno de los más importantes representantes del tachismo, tendencia dentro del Art informel.
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