Ha sido asociado con el
movimiento contemporáneo del expresionismo abstracto, a pesar de que en varias
ocasiones expresó su rechazo a la categoría «alienante» de pintor abstracto.
En 1925 inició su carrera como pintor en Nueva York de modo autodidacta. En
torno a 1940 realizaba una pintura muy similar a la obra de Barnett Newman y
Adolph Gottlieb, próxima al surrealismo y plagada de formas biomórficas. A
partir de 1947 su estilo cambió y comenzó a pintar grandes cuadros con capas
finas de color. Con el paso de los años, la mayoría de sus composiciones
tomaron la forma de dos rectángulos confrontados y con bordes desdibujados por
veladuras.
Son frecuentes los grandes
formatos que envuelven al espectador, con la finalidad de hacerle partícipe de
una experiencia mística, ya que Rothko daba un sentido religioso a su pintura.
Al final de su vida sus cuadros son de tonalidades oscuras, con abundancia de
marrones, violetas, granates y, sobre todo, negros. Corresponde a esta época la
Capilla Rothko de la familia De Menil, en Houston, un espacio de oración donde
catorce cuadros rodean un espacio octogonal dedicado a la meditación.
Biografía
Infancia
Mark Rothko nació en el seno de
una familia judía de Daugavpils, en el Imperio ruso del que Letonia formaba
parte. Su padre Jacob, era un farmacéutico e intelectual, que educó a sus hijos
con ideas seculares y políticas, en vez de normas religiosas; y su madre era
Anna Goldin Rothkowitz. Rothko fue el cuarto hijo de este matrimonio. Sus
hermanos eran Sonia, Moise (quien cambió su nombre más tarde a Maurice) y
Albert. A los cinco años, fue inscrito en un Jéder, donde estudió el Talmud y
fue el único de los hermanos en recibir este tipo de educación religiosa.
Todos sus hermanos mayores fueron educados en escuelas públicas, bajo una
doctrina laica.
Durante el período de la Rusia
zarista, Daugavpils estuvo libre de violencia, a pesar de que en el ambiente
general los judíos eran culpados por los males que habían caído sobre Rusia. No
obstante, se cree que su niñez estuvo plagada de miedo, debido a que pudo haber
presenciado algún acto de violencia ocasional llevado a cabo por los cosacos
hacia los judíos que intentaban hacer levantamientos revolucionarios. De este
periodo existe una memoria que fue manifestada en varias ocasiones por Rothko,
en la que expresa:
Los Cosacos se llevaron a los
judíos del pueblo hacia los bosques y les hicieron cavar una fosa común [...]
Imaginé esa tumba cuadrada tan claramente que no estaba seguro si realmente la
masacre ocurrió durante mi existencia. Siempre estuve atormentado por la imagen
de esa tumba y que de alguna manera profunda estaba encerrada en mi obra
pictórica.
Algunos críticos han interpretado
el uso tardío de las formas rectangulares en la obra de Rothko como una
representación de estas tumbas. Sin embargo, sus recuerdos han sido
cuestionados debido a que ninguna ejecución masiva se cometió durante ese
periodo en Daugavpils o en los alrededores.