Cabrera, Miguel (Oaxaca, 27 de mayo de 1695 - México, 16 de mayo de 1768) Pintor mexicano. Biografía
De nombre completo Miguel Mateo Maldonado y Cabrera, este artista define mejor que ningún otro el quehacer plástico de mediados del siglo XVIII. Es el pintor más conocido del México virreinal, más por la enorme cantidad de sus obras que por la calidad de las mismas. Hijo de padres no conocidos y ahijado de una pareja de mulatos, se cree que se formó en el taller de José de Ibarra, e inició su actividad artística hacia 1740.
Se comprometió como contratista a la ejecución de los retablos de la iglesia jesuita de Tepotzotlán, en compañía de Higinio de Chávez, maestro ensamblador, a partir de 1753. En ese mismo periodo realizó las telas de Santa Prisca de Taxco y su sacristía, que forman un magnífico conjunto pictórico que resume el estilo de este artista. Asimismo, es autor de grandes pinturas relativas a vidas de santos: Vida de San Ignacio (la Profesa y Querétaro) y Vida de Santo Domingo, en su monasterio (Ciudad de México), destinadas a decorar los muros de sus claustros altos y bajos.
Fue pintor de cámara del arzobispo de México, Manuel Rubio y Salinas; gracias a él, una obra suya, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, llegó a las manos del papa Benedicto XIV, quien admirado exclamó que en ninguna nación había ocurrido tal milagro como en la Nueva España, en el cerro del Tepeyac. Esto convirtió a Cabrera en el pintor guadalupano por excelencia. Exitoso, apremiado por muchísimos encargos de religiosos y particulares, formó un gran taller, desde donde eran realizadas las decenas de obras encargadas por tan vasta clientela.
Destacó en el género del retrato. Sus magníficos retratos de monjas, Sor Juana Inés de la Cruz (Museo Nacional de Historia), Sor Francisca Ana de Neve (sacristía de Santa Rosa de Querétaro) y Sor Agustina Arozqueta (Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán), son tres homenajes a la mujer, a su intelecto, su belleza y su vida interior.
Obra notable es el magnífico retrato doña Bárbara de Ovando y Rivadeneira y su ángel de la Guarda, así como el extraordinario retrato de doña Luz de Padiña y Cervantes (Museo de Brooklyn) y el no menos notable que hizo de la Mariscala de Castilla. Pintó a Fray Toribio de Nuestra Señora (templo de San Fernando, ciudad de México), al Padre Ignacio Amorín (Museo Nacional de Historia), al propio Manuel Rubio y Salinas (Taxco, Chapultepec y la catedral de México); a nobles y benefactores como el Conde de Santiago de Calimaya y los miembros del consulado de la ciudad de México.
También destacó como pintor costumbrista. Es autor de Castas, serie de dieciséis pinturas, de las cuales se conocen doce (ocho están en el Museo de América en Madrid, tres en Monterrey, y otra en los Estados Unidos). Miguel Cabrera murió en 1768.
Según los críticos, pudo ser un gran pintor, pero el ansia de cumplir con los numerosos encargos que recibía le obligó a amanerarse, a repetirse y a no buscar la perfección de sus obras.
Obra realizada en 1948 por este polifacético artista -pintor, escultor, escritor- que fue uno de los fundadores del grupo surrealista. Su obra es variada, multiforme, caracterizada por un inacabable afán de invención que le llevó tanto a descubrir objetos y a unirlos en extrañas composiciones totémicas como a modelar grandes divinidades de un raro sabor arcaico. (Museo Nacional de Arte Moderno, París). Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
También llamado Charing Cross Bridge fue realizado en 1906. Aquí el color produce violentos contrastes, pero parece seguir ciertas leyes de armonía, ya que los planos de color se escalonan del verde intenso hasta el verde grisáceo del fondo. La pintura se ha aplicado desde luego con rapidez y agresividad, directamente tal y como sale del tubo, como si el ansia de adaptar la forma al color lo dominase todo. Sin embargo, existe cierta estructuración geométrica. (Musée d'Orsay, París)
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