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La tragedia y la comedia griegas

Consulta de una bruja de Dioscórides de Samos
(Museo Arqueológico Nacional, Nápoles). Este mo-
saico hallado en la Villa de Cicerón en Pompeya po-
siblemente fuera una escena de una comedia de
Menandro. 

Tanto la tragedia (palabra que deriva de tragos -“macho cabrío”- y ode -“canción”-) como la comedia (komes -“banquete”- y ode) tienen su origen en cultos dionisíacos y, afortunadamente, se cuenta con el testimonio de Aristóteles para conocer mejor el origen de ambos géneros teatrales. De este modo, en su Poética, Aristóteles habla de la tragedia como “imitación de una acción elevada y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por los personajes en acción y no por medio de un relato, y que, suscitando compasión y temor, lleva a cabo la purgación de tales emociones”.

En esta definición se tiene la esencia de la tragedia griega que, como autores más importantes tiene a Eurípides, Sófocles y Esquilo, en la que se ve como el protagonista (etimológicamente, “el primero en el combate”) va camino de un destino de fatalidad, lo que permite la catarsis de las pasiones de los espectadores.

La comedia, cuyos máximos exponentes fueron Aristófanes y Menandro con su “comedia nueva”, no tenía el mismo prestigio y dignidad que la tragedia, pues, como afirma Aristóteles, es un género que es “imitación de hombres inferiores, pero no en toda la extensión del vicio, sino en lo risible, que es parte de lo feo”. Así, en estas representaciones que, como se diría actualmente, no gozaban del reconocimiento de la crítica pero sí de gran éxito popular, se satirizaban personajes populares y solían acabar con una inevitable moraleja.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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