Otra área que ocupa un importante lugar dentro del rico complejo mesoamericano es la de Oaxaca, que desde los últimos siglos antes de nuestra era -durante el período preclásico superior- constituye un vigoroso foco culturar “olmecoide”.
Coateplantli, en Tula (Hidalgo). Detalle del relieve en piedra del llamado también muro de las serpientes, en el que se puede ver el cuerpo contorsionado y los ojos amenazantes de los reptiles representados.
Ruinas de Chicomostoc, en La Quemada (Zacatecas). Este lugar ha proporcionado indicios de haber estado habitado desde muy antiguo, como puntas de flecha y de lanza, cerámica y utensilios de madera. Se cree que estos restos de construcciones están relacionados posiblemente con la cultura tolteca-chichimeca.
Oaxaca es, en la actualidad, un estado del sur de México, en la costa del Pacífico, que tiene una superficie de, aproximadamente, 95.000 km2 y una población que apenas supera los tres millones de hahitantes. Durante este período precolombino que se está estudiando, la región se convirtió en uno de los asentamientos indígenas más importantes de toda Mesoamérica y aún hoy sigue siendo uno de los enclaves mexicanos en los que con mayor fortuna pervive la cultura indígena.
Olla doble comunicada (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). La cerámica de Casas Grandes, de donde procede esta pieza, llegó a un nivel muy alto de realización. En este caso se trata de una cerámica decorada, con una forma muy peculiar. Esta cultura se desarrolló en una zona desértica del norte de México y el sitio arqueológico está ubicado a un kilómetro al sur del municipio del mismo nombre.
Como se verá seguidamente, hay que destacar dos importantes culturas que dominaron la región de Oaxaca hasta la llegada de los españoles. Una de esas culturas es la que surge en Monte Albán, al noroeste de Oaxaca de Juárez, actual capital del estado, a principios del primer milenio a.C. y que durante los primeros siglos de nuestra era dará lugar a la cultura zapoteca. Las excavaciones realizadas en este antiquísimo emplazamiento han puesto al descubierto algunas de las manifestaciones artísticas más remotas de Mesoamérica, lo que nos es de gran ayuda para comprender la evolución de la civilización precolombina en esta parte de Latinoamérica. De este modo, en Monte Albán se han hallado vestigios arquitectónicos que corresponden a antiguos edificios religiosos y, además, se han encontrado huellas de lo que se supone puede ser el sistema de escritura más antiguo de la América precolombina.
⇦ Máscara azteca del dios Quetzalcóatl (Museo Británico, Londres). La máscara, elemento mágico que disfraza al sacerdote o que protege al muerto, suele representar al otro yo. Para acentuar el realismo, los aztecas incrustaron en sus máscaras fragmentos de concha, de turquesa y de obsidiana, hasta conseguir que más que un rostro sea un mosaico brillante y pavoroso.
Pero al final del período clásico, en el siglo X, los mixtecas invaden la región de los zapotecas y aunque Monte Albán no deja de ser un centro de importancia, la ciudad que alcanzará mayor protagonismo será Mitla, a escasos kilómetros de la primera, al sureste de Oaxaca de Juárez. De esta forma, se accede al período de mayor esplendor para la cultura artesanal de Mesoamérica, pues los mixtecas serán capaces de crear los más refinados y exquisitos trabajos de orfebrería, tallas de hueso y madera, collares, cerámicas… Y esta exquisitez en la artesanía influirá en el arte de otros pueblos vecinos y hará de contrapunto a la influencia de la cultura tan marcadamente militarista de los toltecas.
Precisamente, las disputas entre las culturas de los zapotecas y mixtecas, que no finalizarán con la invasión de estos últimos en el siglo X, allanaron el camino a los españoles pues éstos lucharon contra unos pueblos que estaban no sólo divididos sino enfrentados, los que les facilitó enormemente la conquista de estos territorios.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.