Páginas

Artistas de la A a la Z

Influencias egipcias y mesopotámicas

La civilización y el arte fenicio se han manifestado no sólo en Fenicia, sino más allá de esta costa mediterránea a través de las guerras, las transacciones comerciales y sus colonias. El estilo fenicio, con sus imitaciones o su inspiración, se deja reconocer fácilmente en todos los territorios sellados por su paso.

⇨ Ídolo de bronce (Musée du Louvre, París). Esta estatuilla sirvió seguramente como soporte de lámpara, dado el penacho que la corona. Con una clara influencia de la escultura egipcia, el ídolo presenta características propias del arte egipcio como el peinado del personaje, el vestido que ciñe su cadera y la peineta redonda que sostiene sobre la cabeza. Los idolillos tuvieron una gran difusión en el arte fenicio, siendo éstos generalmente tallados en marfil, piedra, madera dura, terracota o bronce, y solían reproducir rasgos primitivistas del arte semita o del sumerio arcaico, si no imitaban directamente el estilo egipcíaco y helenístico de la escultura. 


Las primeras formas de cultura prefenicia se dieron en la época del Neolítico, cuando el hombre, ya familiarizado con la pesca y la agricultura, formó poblados de los que la colina de Biblos ha conservado un rico material, procedente del VI y V milenios, donde podemos ya percibir la vibración de una expresión rica en aspectos diversos de forma y decoración: cuencos de fino contorno decorados con grabados muy depurados que se asemejan al arte que predominó mucho más tarde entre los mayas, vasos decorados con triángulos punteados a la manera de los mosaicos del templo de Uruk o figuritas de barro cocido encontradas en Biblos y parecidas a las de Eridu, en Mesopotarnia.

Semejanzas, influencias o a veces parecidos aún inexplicables en nuestros días, que nos revelan la personalidad del arte de un pueblo activo y viajero capaz de asimilar, desde la encrucijada del mundo antiguo, la riqueza egipcia y mesopotámica expresándose con un espíritu vivo y sensible que hizo posible unas obras artísticas que, lejos de ser una copia servil, llevan la marca de su carácter personal.

A finales del IV milenio, el mundo oriental se estabilizó. La antigua Biblos, ciudad amurallada, se desarrolló durante este período. La ciudad contaba con dos puertas, una al norte y la otra al sur, pero tenía su entrada principal en el lado nordeste. A partir del III milenio, las viviendas adoptaron una forma definitiva de planta rectangular, con los muros de piedra hasta cierta altura y la parte superior de madera. Las casas fenicias representadas en los relieves asirios son estrechas y altas, y están provistas de recios contrafuertes; muchas tienen galerías de ventanas con barandillas de balaustre y torres. Las casas estaban cubiertas de terrazas donde se cultivaban arbustos o pequeñas palmeras, probablemente en tinajas.

Empuñadura en forma de león (Colección Toni Ralph, Nueva York). El marfil fue el material asociado al lujo y a la riqueza más estimado por los artesanos fenicios. Pronto se convirtió en producto de una floreciente y refinada industria de adornos para utensilios ceremoniales y piezas de mobiliario domésticos destinados a familias acaudaladas, como esta muestra de arte eborario del siglo VIII a.C. 
Las edificaciones domésticas tienden a ganar en altura cuando la ciudad crece entre sus murallas. Aunque existe abundante documentación literaria y monumental sobre la arquitectura civil y religiosa del III milenio, no se han conservado restos posteriores, desaparecidos bajo otras poblaciones modernas. Ciudades como la esplendorosa Tiro o Sidón son aún una incógnita. Se trataba de ciudades emplazadas en una isla próxima a la costa o en un promontorio unido a tierra firme por un itsmo (Sidón, Biblos).

En Biblos, durante el III milenio, se construyeron templos y edificios importantes, de los cuales el templo de Baalat Guebal y el templo en forma de "L” son los testimonios más antiguos y donde se han encontrado los restos artísticos más importantes de este momento: exvotos de barro cocido, vasos zoomorfos que consiguen expresar esquemáticamente la forma y movimiento del animal y están decorados con motivos pintados con tierras. Ejemplos que muestran ya los caracteres más destacados del arte fenicio; estilización y vida son las bases artísticas de la expresión fenicia. Un arte propio que ya denota la influencia del arte extranjero, en especial de Mesopotamia y Egipto.

⇦ Máscara (Musée du Louvre, París). Muchas de las piezas fenicias que se conservan actualmente fueron halladas en excavaciones de las necrópolis. El ejemplo de esta máscara muestra la influencia que tendría posteriormente en el arte grecolatino, con sus grandes aberturas para los ojos y la fina tersura de la cara.



A comienzos del III milenio, la influencia mesopotámica está presente en el arte fenicio de manera destacada; más tarde, a esta influencia vino a yuxtaponerse la egipcia. Los tesoros de la ciudad de Biblos son una valiosa muestra de estos influjos y del carácter del arte fenicio. En los siglos XIX y XVIII a.C., se estrechan las relaciones entre Egipto y Biblos, y los faraones colman de ricos regalos los templos y a los soberanos de esta ciudad. No sólo llegan las muestras artísticas, sino que se imponen también los modelos protocolarios fenicios. El templo, frecuentado por todas las capas de la población, ofrece una imagen auténtica de las costumbres y el arte fenicio. La entrada del templo se encontraba delimitada por un umbral: en el centro del espacio sagrado se elevó un gran betilo del que sólo se conserva la parte baja, y ante este símbolo se encuentran pequeñas fuentes destinadas a ofrendas líquidas que se vertían en una fuente más grande situada a la derecha de la entrada. En el patio que rodea este conjunto se multiplicaron las reproducciones del motivo central, betilos y pequeños obeliscos aislados o agrupados. En un ángulo del patio había una losa para recibir las ofrendas. En todas las ciudades cananeas se erigieron betilos y obeliscos, cuyo culto permaneció enraizado durante bastante tiempo.

El contenido del templo de Biblos no se correspondía con su pobreza arquitectónica. Sus riquezas han dejado constancia de la singularidad del arte fenicio y de su inclinación a la adaptación de modelos foráneos. Numerosos exvotos, depositados a menudo en tinajas de vientre más o menos ovoide para las ofrendas voluminosas y pequeñas tinajas cilíndricas con cobertura en forma de casquete para las pequeñas, principalmente estatuillas de bronce laminadas en oro, dan testimonio de la riqueza de la ciudad. Muchas de estas figuras están representadas en pleno movimiento y tocadas con la lebbadé, o gorro cónico; algunos de estos exvotos cuentan con varias decenas de estatuillas.

Mujer embarazada en una silla (Museo de
Israel, Jerusalén). Esta estatuilla de terra-
cota servía como fetiche para apoyar su-
persticiosamente el feliz desarrollo de los
partos. Hallada en la necrópolis fenicia de
Aczib, al sur de la ciudad de Tiro, se con-
sidera que fue realizada en el siglo v a.C.,
con un notable peso estilístico de la escul-
tura egipcia tal y como demuestra el pei-
nado y el vestido de la figura. 
La mayor parte de estas pequeñas esculturas estaban recubiertas de una fina hoja de oro, tuya extrema delgadez demuestra la técnica y gran habilidad de los artesanos fenicios. La técnica del laminado la aplicaron mil años más tarde sobre el marfil que trajeron de los países de África, marfiles dorados fenicios que anuncian ya las obras criselefantinas de Fidias.

Estas estatuillas de bronce, modeladas a la manera egipcia con el cuerpo afilado y los hombros rectos, contrastan con otras de barro cocido, aunque también existen algunos ejemplares de bronce que representan figuras de rostro barbudo y nariz prominente de tipo netamente semítico. Las que aparecen con el brazo hacia adelante son representaciones del dios fenicio Reshef. A veces, la influencia se muestra simultáneamente, pero predomina el tipo egiptizante sobre el oriental.

Los fenicios fueron gente piadosa: su panteón, rico en divinidades, propiciaba un culto politeísta con un principio de pronunciada monolatría. Cada ciudad tenía su divinidad protectora: en Tiro se veneraba a Melkart, en Biblos a Baal. Un mundo de dioses bien atestiguado iconográficamente que coexistía con la adoración de las piedras erectas, los betilos.

Una figura frecuente en la estatuaria fenicia es la diosa de la Fecundidad, representada por Astarté. Dos estatuillas del siglo XVIII a.C. una de barro cocido y la otra de bronce, la muestran con la mano o las manos sobre los senos y el sexo enmarcado por un triángulo punteado. En otras ocasiones, esta representación es muy estilizada y se limita sólo al sexo, como se aprecia en una gruta al norte de Tiro en la que aparecen triángulos en las paredes dedicados a esta diosa.

Dios Baal. En esta estela de piedra caliza procedente de Ugarit se ha representado a Baal con una barba tan larga como los cabellos que caen sobre sus hombros. Sobre la cabeza lleva un casco con cuernos y levanta su cetro para invocar la lluvia sobre los campos.




























Escena de caza real. En este cuenco o pátera de oro procedente de las excavaciones de Ugarit se esculpió esta dinámica escena en la que un arquero montado en un carro persigue varios animales salvajes entre los que se pueden apreciar varios búfalos y cabras monteses. 
También existen divinidades de la fecundidad representadas vestidas, en este caso identificadas con la lsis egipcia.

Otros exvotos encontrados en el templo de los Obeliscos reproducen toda clase de figuras de animales con clara tendencia a la esquematización propia del arte fenicio: monos erectos, gatos adormilados, chacales al acecho, leones, erizos, hipopótamos, animales llenos de vida y de vigor cuya perfecta ejecución, en especial los hipopótamos, hace suponer que fueron modelados a partir de ejemplares vivos.
Sarcófago de Ahiram (Museo Arqueológico Nacional, Beirut). En la necrópolis fenicia de Biblos se encontró la tumba del rey Ahiram, con una de las primeras muestras de alfabeta semítico de la Historia. En sus lados se ha esculpido una procesión de adoradores que acuden a rendir tributo frente al .trono del rey. 
Completando esta riqueza escultórica, hay que destacar las figuras grotescas, personajes en actitudes diversas con el vientre abultado, comiendo con glotonería o riéndose. Se creía que estas figuras alejaban los malos espíritus que causaban la esterilidad de las mujeres y la tierra. La fecundidad, representada a partir de figuras o atributos femeninos, o simbolizada en la representación del parto, como sucede con el fetiche en terracota encontrado en la necrópolis de Aczib al sur de la ciudad de Tiro, del siglo V a.C., es frecuente en la iconografía fenicia.

Sarcófago de Eshmunazar (Musée du Louvre, París). El féretro del que fuera rey de Sidón durante parte del siglo VI a.C. sigue la tipología formal del estilo egipcio y está esculpido en basalto negro, un material importado por orden expresa del rey. Este tipo de sepultura fue inmediatamente adoptada por la aristocracia fenicia, que apreciaban por su exotismo y su modernidad todo el arte procedente del Nilo. La moda se extendería rápidamente. por todo el Mediterráneo occidental. Sobre la tapa del sarcófago pueden leerse caracteres fenicios que cuentan las gestas del soberano. 
Entre los restos encontrados en Biblos destacan también trabajos en metal y orfebrería, como los pu­ñales, exvotos realizados con técnica depurada y gran sensibilidad. Estas donaciones reales, de los siglos XIX y XVIII, en oro macizo o laminadas, están decoradas con variadas escenas de tipo egiptizante y mesopotámico. También las hachas, cuya forma original se debe a Mesopotamia, dan medida del buen gusto de los orfebres fenicios. Piezas de proporciones elegantes, decoración preciosista y técnica depurada en las que es frecuente el filigranado de motivos geométricos. Las filigranas formadas de bolas minúsculas, que el orfebre ha acolado en caliente una a una, tienen su antecedente en el famoso puñal de Ur, realizado mil años antes, pero sus bolas son mucho más pequeñas, finura de técnica parecida a la de Egipto.

Las ruedas solares, en electro o en oro, procedentes del templo de Biblos están decoradas con incisiones en motivos radiantes de palmeras; el papel simbólico de la palmera se convirtió, en la época helenística, en el emblema fenicio por excelencia utilizado también en las monedas.

La diversidad de formas y motivos decorativos de los objetos encontrados en Biblos, cuya diversidad de influencias va de lo egipcio a lo mesopotámico, egeo, e incluso hitita, dan al arte fenicio su verdadera dimensión social y artística.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario.

Punto al Arte