Una de las obras más justamente famosas por la espontaneidad de su pincelada, casi impresionista, se la ha considerado como uno de los grandes hallazgos de la historia de la pintura. Capta además el movimiento, la vitalidad simpática del personaje, cosa que constituye una de las preocupaciones fundamentales de los artistas barrocos. No es de extrañar, vista esta obra, que Manet declarase su admiración por el maestro de Haarlem.
(Rijksmuseum, Amsterdam).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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